EL CUENTO Nº14 DE LA LUNA OSCURA. AL PRINCIPIO DE LA LUNA.

Despertó el tiempo de su letargo, cuando las manecillas de aquel antiguo reloj de pared comenzaron a latir.

Los cuatro guardianes que custodiaban la puerta desde tiempos inmemoriales despertaron también de su sueño bajo sus corazas negras, y lejos de estar adormecidos, sintieron la clara percepción de que el momento final había llegado.

Se encontraban en el mismo salón en el que nacieron con solo la luz de dos candelabros que lucían intemporalmente desde el comienzo de todo, y tras la ventana, la completa oscuridad.

En posición de alerta, los cuatro, empuñaron sus espadas en silencio, con el deseo de que todo acabara pronto pues no habían tenido otra vida que ese letargo de espera, y sólo cumpliendo su destino podrían morir en paz y nacer en otra vida, lejos de la de ser guardias custores.

De pronto, la puerta comenzó a abrirse y tras ella, el vacío, un frío inmenso que les hizo estremecer en sus cuerpos, haciéndoles practicamente imposible blandir la espada.

Del vacío apareció una pequeña gata blanca con los ojos del color de la muerte avanzando lentamente hacia ellos.

Los guardianes temblaron aún más si cabe, sintiendo que aquello sólo podía ser una burla del destino, e incluso pensaron que todo era un sueño, que su momento no era más que un delirio

La gata continuó andando elegantemente mirando fijamente a los ojos al primer guardián, y éste le devolvió la mirada, y al hacerlo sintió como la oscuridad de la mirada del felino se apoderaba de él y desaparecía en ella, y al hacerlo desapareció de la sala.

No dando crédito a lo que había sucedido ante ellos, los tres guardianes restantes retrocedieron un paso, desconcertados, pero la gata no retrocedió y se dirigió a otro de los guardias acechándolo, y sin darle tiempo a reaccionar, saltó con agilidad hacia él respirando sobre su cara, y al hacerlo su aliento helado lo congelo, y convertido en hielo, también desapareció.

Quedando ya solo dos guardianes, juntos retrocedieron; tenían claro que la gata iría a por ellos, y ella se quedó parada observándolos y, entonces miro a uno de ellos y bufo con odio, y el odio se convirtió en una flecha de fuego blanca que se hundió en el pecho del guardián, y en llamas,éste desapareció.

El guardián último retrocedió aún más, pegándose contra la ventana del salón. Y viéndole allí la gata comenzo a andar hacia él sigilosamente, pero algo había cambiado en ella, sus ojos ya no eran tan oscuros, en un momento la gata volvió a saltar hacia el guardia, pero éste consiguió reaccionar a tiempo apartándose rápidamente.

Desde su nueva posición vio como la gata, atravesaba el cristal de la ventana, y al tiempo una luz cegadora lo invadió todo.

Cuando por fin pudo abrir los ojos, sólo vio tras la ventana desnuda, una esfera alba que coronaba la oscuridad y alrededor de ella los trozos de los cristales que a su alrededor brillaban bajo su luz.

Y maldijo a esa esfera, y a la luz que la rodeaba, y en su maldición desapareció.