Rasgaré de nuevo la magia del tiempo que se ha
propuesto mantenerme cautiva de estos sueños.
Me rebelaré, sin duda lo haré, a
pesar de no saber si muchas veces duermo o estoy despierta.
Y no, no importará que me rompa a mí
misma porque he decidido que en este sueño, gritaré la oscuridad que me
alimenta hasta que veas la luz que soy capaz de sentir.
¿Lo entiendes?
Desnuda, dejé de tener prisas.
Y aunque los relojes no dejan de
perseguirme últimamente (pobres, ellos sí que no lo entienden) ya encontré el “instante” en el que no podía
concebir el blanco sin el negro. Una partida en la que en el todo frente a la nada,
siempre gana un resplandor o el pétalo de una rosa blanca.
Pronto muchas treparán por mis sueños,
para recordarme quién soy. Y aunque abandone todo, su perfume me acompañará siempre para que no
caiga en mi propio olvido.
“Las rosas…
¿Pensasteis alguna vez que sólo la
primavera ofrece la belleza de las rosas?
¿Creísteis que sus espinas quedaban olvidadas tras una tarde de lluvia?
¿No sentisteis su dulce fragancia soñando serena en las noches frías bañadas de
luz?
Yo sabía dónde me encontraba y que en esa casa, en una de sus ventanas, las
rosas más valientes en otoño tientan con su hermosura.
Y su color enredador…. ¿No lo
adivináis? El de la luna.
Acercándome despacio, descubrí que
aquel año habían florecido más. Y supe que aunque el viento volviera para
deshojar la suavidad de sus pétalos, ellas no mostrarían temor, pues ya
triunfaron venciendo mi olvido.
Tratando de alcanzar su perfume, de recordarlo, sentí como aquellas flores
seducían mi tristeza, recordándome que aunque los colores de mi alma se
perdieron, aún en ella quedó un latido de vida blanco…”
NO, NO SE PERDIERON Y AHORA, AHORA ME DEDICO A ESCRIBIRLOS PORQUE EN MI JUEGO DEL TODO O NADA, AL FINAL HE APRENDIDO QUE UN RESPLANDOR SOBRE MI PIEL SIEMPRE GANARÁ AL TIEMPO.