Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

lunes, 31 de enero de 2011

COLORES. GRIS.




Recuerdos en gris…

Fotografías que a pesar del paso del tiempo aún conservan, en su impresión perfecta, aquellos momentos.

Contemplando aquel retrato, siento como despierta la añoranza de una época que creí perdida, y como se despereza el respeto porque ayer quedó demasiado lejos. Pero no, no se perdió en el olvido y hoy perpetúa mi memoria y forma parte de mí.

Como cartas de amor perfumadas, siempre trato de buscar su olor para evocarlo. Los instantes pasados tienen la memoria de aromas.

Tengo un libro que apresó en sus palabras el polvo de una eternidad. Cada día procuro no desgastar sus hojas marchitas, no derrochar esas valiosas partículas para que no acaben condenadas bajo lápidas de mármol frío.

No me entristece que el cielo se llene de nubes plomizas enturbiando la luz de mis días, pues mi gris es claro y limpio.

Tampoco me inquieta la niebla que aún hoy, en algunos amaneceres, me despierta tratando de enturbiar mi alma, pues mi gris es también sensatez.

Y, sin embargo, hay noches que soy yo la que crea extrañas formas grisáceas, inundando mi contorno de humo.

Mientras saboreo su gusto, dejo que mi mente divague y floto con él sin cerrar del todo los ojos, pues entre el blanco y el negro, en esta tierra de nadie, temo perder mis alas oscuras y mi aliento nacarado.

Siempre existieron personajes grises envueltos en la convicción de que pasarían desapercibidos, pero todos sabemos de su existencia. Algunos, con ahínco, trataron de enfundarse en colores chillones y no hicieron más que provocar su propio espanto. Sólo los que realmente cayeron en la aceptación de su propio color fueron los recordados.

Yo no sé cómo será el recuerdo de mi propia persona, pero de algo estoy segura, que cada segundo de mi vida exploto en partículas, como mi libro, que flotan a mi alrededor y que trato de no perder aunque el tiempo intente alejarme de ellas.

A veces me pregunto si alguien captura las que no consigo recordar. Hoy creo que el pasado tiene forma de mujer y alrededor de su cuello porta un collar de perlas grises.

¿Un cuento para el recuerdo? Quizás lo escriba mañana.




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jueves, 27 de enero de 2011

COLORES. BLANCO





Es la luz y es el comienzo…

He visto niños vírgenes en procesión, incluso con velos y guantes blancos, impolutos, buscando purificar sus almas ya cubiertas de inocencia.

Es la luz y es el fin…

Camino entre los muertos tratando de ser su guía en la oscuridad que apagó sus vidas, aunque no encuentren nunca un amanecer.

Hoy romperé el sosiego, a pesar de la tregua concedida y, con discreción, borraré el silencio que este color inspira, imaginando como la espuma blanca del mar, algunas noches, choca contra las rocas labrando encajes únicos, demostrando su existencia.

En los amaneceres tranquilos podréis contemplar como la sal ya forma parte de ellas y las hace brillar ¿el recuerdo de una caricia?

De caricias, la de la nieve sobre mis párpados mientras mis manos temblaban de frío y él me contemplaba. Nunca un momento fue tan real y quedó grabado en cada copo.

No lo negaré, yo también me cubro de blanco, quizás tratando de alcanzar la paz.

Y por supuesto, no habría blanco sin ella, aunque a veces se esconda en sombras para renacer de nuevo en su luz eterna y pura.

Yo también tengo sombras y desde ellas contemplo la luna, rasgándola, sin temor a que entre su luz, a que el extraordinario brillo que posee riegue las palabras que siempre me inspira.

Su hermosa condena fue mi musa y la alimenté de un espíritu, del alma de todos aquellos que una vez, sintiendo, la contemplaron.

¿Cuántos cuentos sobre la luna podría escribir? Hoy en su hermosura grito que infinitos, y que soy capaz de crear palabras mientras trato de buscar su melodía perfecta.

¿Cuántas lunas hay en vuestras vidas que podríais cantar? En la mía, todas.

Ya lo he dicho, no es silencio, a pesar de que nubes negras traten de amordazar su luz. También existen nubes con alas blancas que de día sueñan con ella, nubes que pintan el cielo más azul en su espera.





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lunes, 24 de enero de 2011

COLORES. VIOLETA



He sido testigo de como, momentos antes del amanecer, el cielo oscuro se rasga con este color.

He viajado en noches opacas y llenas de confusión, pero al final siempre he acabado envolviéndome en el misterio, antes de que se hiciera la luz.

A veces, evadiéndome de mis miedos y mis obsesiones, encuentro instantes que burlan al tiempo con una quimera de ensueño. Mis ojos aún están despiertos y es difícil no dejarse llevar, pero mi espíritu sereno se resiste.

Entonces, me entrego a la meditación buscando el equilibrio entre el calor del rojo y el frío azul, entre el sol y la luna, entre el día y la noche, y sin embargo el enigma me sigue atrayendo.

Acepto que el lugar de mi espíritu se encuentra a medio camino, en una tierra aún no descubierta.

Como un personaje arcano, pago la penitencia por vivir encerrada en un jeroglífico y aunque trato de pasar inadvertida, el matiz de los ojos que esconde mi búsqueda me delata.

Nunca contemplé un campo de violetas húmedas, pero mis pupilas siempre soñaron con poder descubrir esa belleza.

Mientras deliro con ello, adorno mi retiro con pequeños tiestos de una sola flor, rechazando cualquier plegaria.

Quizás, nadie se percató de la delicadeza de su sentir, de su compasión. Violetas húmedas, que ya forman parte de mí y de mi nostalgia.

He alcanzado la verdad en esos instantes, olvidándome de lo vivido, indultando las palabras que no sentí en el pasado. Sí, he conseguido perdonar quién fui, quién soy, y ahora busco un ideal para alcanzar más conocimiento. No temo la eternidad.

Hay momentos en los que soy como una bruma fría e inquieta que se extiende, no dejando ver a través de ella, y otros en los que un legado de ausencia vuelve a mi memoria de una forma nítida, sin saber muy bien por qué.

Nunca terminé su preámbulo…

“Había transcurrido algo menos de un año desde que por primera vez atravesó aquel jardín y, ahora, al hacerlo de nuevo, era su corazón el que flaqueaba recordando sus latidos rotos ante la tumba de Esther unos minutos antes.

Aquella mañana el tren había llegado puntual a la estación, aunque Julián hubiera perdonado su retraso para no enfrentar el dolor que golpeaba sus recuerdos, esperanzas y la eterna mirada de ella.

Sin demora, al llegar, acudió al pequeño cementerio donde se sorprendió en el silencio regalado por personas que él conocía, pero que en ese momento quedaban desdibujadas porque ella ya no estaba, y ninguno había rozado tan siquiera su mano.

Al acercarse aún más, vio a sus padres, y se situó a su lado, compartiendo el dolor. El padre de Esther, al verle, apretó el brazo derecho de Julián, marcando aún más la señal de luto, y terminada la ceremonia, antes de que comenzara el reparto del pésame, se dirigió a él y le rogó que acudiera a su casa por la tarde para hacerle entrega de algo que su hija había dejado para él, quizás su última voluntad.

Al atravesar la puerta el aroma de las violetas le acogió en el último recibimiento, y en el pequeño salón el padre le entregó aquel diario.

Era Esther”




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miércoles, 19 de enero de 2011

COLORES. ROJO






ATRACCIÓN, AMOR, PASIÓN, DESEO...

Soy una mujer bañada por la tierra roja. No encomiendo mi alma ni la vendo, más que al destino que la gobierna, que es el mío y por el que lucho, como un guerrero sin miedo.

Y aunque es el color de diablo, de la ira, de la rabia…

Hoy decido sumergirme en un abismo sin fin de pasión roja; me persigue la vida, la sangre bombeada con fuerza en mi interior, y su calor.

Incluso dormida escucho sus latidos.

Pintaron con sus dedos de rojo mi cuerpo desnudo, encendiéndolo, tatuándolo con fuego; quemando y convirtiendo en cenizas el rubor que una vez asomó en mis mejillas.

Todavía existen bosques y en ellos niñas que cubren su cabello con caperuzas bordadas. En su inocencia, aún no tienen miedo.

Una copa de vino mientras escucho de su boca una poesía.

Y de nuevo… el fuego… atormentando mis sentidos.

Sujetando el fino vidrio que separa la cordura del sentir, lo acerco lentamente a mis labios, seduciéndolo en mi deseo.

Un pequeño sorbo impregna todo mi paladar del aroma antes adivinado hasta que su sabor y textura llenan y acarician mi boca.

Sabiendo que podría rebelarme a la atracción de sus llamas, y que podría utilizar sus sombras para no sentirme doblegada, vuelvo a inundar mi boca desatando el delirio, mientras dejo vacía su copa.

No olvidé las rosas y los pétalos que extendió sobre su lecho aguardando mi entrega, ni aquellos poemas escondidos bajo almohadas mientras llegaba el momento.


Las rosas…

Tiño las más blancas con mi sangre, sin miedo a las espinas que puedan clavarse en mi pecho. Como aquel ruiseñor.

Todavía guardo anudada alrededor del cuello, su ofrenda, aquella que gané con mi deseo en un torneo que nunca tuvo fin.

Y desnuda… la danza del fuego, hipnotizando mi cuerpo a pesar del suelo frío, espantando cualquier luna roja que pueda amenazar nuestro momento.

¿Otra copa?









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lunes, 17 de enero de 2011

COLORES. MARRON.




Marron…

No os confundáis con la pasividad aparente de este color.

Existen fábulas encerradas en los contornos y rugosidades de los viejos árboles; cortezas grabadas por las manos que acariciaron su cuerpo. Su sombra, no se dejó al azar…

Es la tierra, y tenaz, se llena de vida. ¿Por qué no? también de sensualidad.

No me importa ensuciar mis pies después de una tormenta de verano, ni mis manos, sintiendo como las raíces de mis plantas en flor se hincan aún más, aferrándose a sus latidos. Ellas también buscan su memoria.

Barro desnudo… Todas sus formas y curvas moldeadas.

Hay quién dice que es el color del hombre…

Suena un tango; pienso en mis zapatos de tacón atrevido y en mis piernas despojadas de medias de seda transparentes. ¿Ataré mis tobillos con sus cintas de cuero?

Mientras lo pienso y me decido, los aromas atrapados en pequeños frascos de cristal comienzan a escaparse cautivando la atmosfera que me envuelve.

Café…

Y aunque siempre le provoco en mis amaneceres con un té suave, el día no comienza hasta que me rindo a él y su esencia amarga se extiende y se posa en mi boca despertándola suavemente.

Canela…

Igual que permito que la miel ungida sobre mi piel la suavice, consiento el brillo y el perfume delicado de esta especia sobre todo mi cuerpo. Descubrí su secreto y no me pude desprender de él.

Chocolate…

Y otra vez el tango suena, recordando noches de desvelo mientras valiente me alimentaba de su sabor más puro.

Caí en la fascinación de sus formas mientras leía una historia de una mujer mecida por el viento.

También yo lo moldee con mis dedos y un día bañé mi pelo en él, sintiendo como después, bajo el agua, la historia se deslizaba suavemente sobre mí.

Yo también busco mi memoria…





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jueves, 13 de enero de 2011

COLORES. NARANJA.




En este momento despertaré mi entusiasmo, casi alcanzando el rojo…

Escribo sobre el naranja renovando la visión en colores que creí ausentes. Hasta mis sábanas y mi almohada se salpican de su júbilo y energía.

Tengo ganas de crear, y en este intento percibo como las palabras comienzan a vibrar sobre el papel blanco, rozando el fuego y su calor.

No puedo evitar llenarme de orgullo y pasión. ¿Habré alcanzado la madurez entre tanto color? Mi sonrisa, hoy, se cubre de su reflejo.

En este día sería capaz de desenmascarar los misterios que quedaron prisioneros en el ámbar, y degustar la ambrosía de los dioses, incluso extenderla sobre mi cuerpo… Miel y todo el secreto de su esencia, que endulza parte de quien soy y que al mismo tiempo, me hace ser peligrosa y esquiva.

Por supuesto, no me olvido de la flor de azahar disimulada en armarios…

Con mi espíritu, lleno de confianza, me preparo para sentir una gran atracción por la vida. Hoy me olvidaré de otoños, concediéndome la travesura de ser tentada y ser tentación.

El color de la carne… ¿quién podría resistirse? En eso no hay hipocresía, solo seducción.

También las rosas naranjas, despertando auroras, crepúsculos matutinos de fuego…

Pudiera resultar atrevido, pero percibo su juventud conspirando, mientras no cesa en su empeño de atraer mi mirada.

No dejaré que me engañe en su intensidad, oprimiendo mis anhelos, pero sí que sus alas tintadas acaricien también mi imaginación.

Existen mariposas que nunca fueron contempladas...

Ellas flotan en brisas que arrastran aromas extraños; fragancias únicamente imaginadas en la mente del perfumista.

Al son de una música de violín, buscan posarse por fin, desnudas sus alas, para así cumplir su ritual de entrega.

A veces me despierto con la sensación de que se detuvieron sobre mis paredes blancas. Entonces, busco sus destellos dorados.

Hoy en mi amanecer encontré uno, y no pude evitar sonreír.




"Flying Dancers" - Ilid Lrino, Photographer


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lunes, 10 de enero de 2011

COLORES. VERDE.





Tratando de encontrar las palabras secretas que me lleven a este relato me distraigo observando a través de la ventana. La vida aún permanece dormida profundamente, a pesar de que hoy el sol regó de luz la mañana y algún gorrión se posó travieso sobre las ramas desnudas de un árbol.

El frío del invierno ha cumplido su propósito, inyectando en la tierra su suave veneno; y los sentidos, las percepciones, bajo los efectos de su filtro, parecieran adormecidos.

De nuevo, cierro los ojos, y contemplo como la muerte, con empeño, trata de seducir a la vida. Es un juego eterno, un ciclo en el que ninguno de los dos rivales llega a vencer del todo.

Pero hoy me arriesgo por el color y apretando mis párpados adelanto el instante en el que es la vida la que decide que ha permanecido demasiado tiempo en silencio, y rompiéndolo se enfrenta a la frialdad que aún trata de hacerla prisionera.

Renace en su sinfonía con furia, completamente sedienta y hambrienta, haciendo alarde de su aliento. Ella, con savia, gobernará triunfante el momento, obligando a su naturaleza a extender un manto de terciopelo verde. La muerte, sobre él, tendrá que transitar sigilosa y callada en su agonía.

Cada día recorro el mismo camino y, con sinceridad os digo, que trato de fijarme atentamente en el paisaje. Aún así, me sorprendo todavía, cuando llegado un atardecer, la ribera del río cambió su reflejo.

Sí, escuché la advertencia del almendro y caminé sintiendo la caricia de los pétalos de sus flores, pero me perdí día a día los detalles, y sólo sé que ayer era invierno.

Yo también me cubro de ese manto nuevo y ligero. Descalza paseo por mi jardín, dejando que el agua corra libre sobre la hierba, imaginando ríos nuevos que han brotado de montañas lejanas.

Tratando de adivinar el tinte de la primera rosa, y cuál será su aroma me siento en mi banco de piedra consumiendo tardes livianas. Tampoco tengo prisa y sé que el momento llegará.

Rodeada de hojas renacidas, cerca del ocaso, me desnudo completamente y olvidándome de quién fui, comienzo a imaginar bosques llenos de vida, de magia; es entonces cuando brotan cuentos…

Abro mis ojos. Aún es invierno, pero ya escucho en mi interior las primeras notas de esa sinfonía.

Pronto, todo se cubrirá de verde…




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viernes, 7 de enero de 2011

COLORES. AMARILLO




Amarillo…

Durante unos momentos hoy despertaré al sol alejándole de su sueño, o quizás simplemente le esperaré dejándome llevar por su juego. No temeré su luz, ni me acobardaré esta vez, incluso me alimentaré de ella, dejando que acaricie mi cuerpo.

Hubo noches que desee que nunca acabaran, en las que me embargó el deseo de alcanzar su eternidad y que permaneciera dormido. Pero aprendí y asimilé, no sin esfuerzo, que ni siquiera las ventanas teñidas de luto impiden su paso. No existe una voluntad tan fuerte como para disuadirle de su senda.

También hubo algunas otras en las que aguarde impaciente su llegada dejando las cortinas de mi dormitorio olvidadas, para ser la primera en verlo, en descubrir su retorno cálido. Y traté de consumir las horas impacientes del ocaso.

Aquel mediodía, tumbada en mi playa, permití que bronceara aún más mi piel, y ésta desnuda se llenó de su fragancia incompleta. Cada año vuelvo para alcanzarla, como todos los aromas que trato de percibir en su máxima expresión, igual me pasa con los colores.Mientras sentía su fulgor, con los ojos cerrados, escuché las risas de los niños jugando. Hace años yo también jugué a hacer castillos de arena.

Aposté siendo su sombra cómo sería el tiempo futuro. Fui parte de aquel reloj, y aún lo sigo siendo, aunque ya no permanezco tan inmóvil como entonces. Mi sombra es rápida y no me dejo atrapar fácilmente en sus sorpresas.

Hoy, en una plaza, dos ancianos sentados en un banco hablan de la vida. También ellos siguen esperando, y sé que a pesar de sus temores, pronto contemplarán como la brisa mece el matiz del trigo.

No luzco nunca su color vivo, así como no tolero el engaño, la cobardía... Soy valiente y no lo porto.

Algunos encontrarán en él su fortaleza y poder, incluso su felicidad, aunque sabed que hubo un tiempo que fue signo de muerte.

Yo, simplemente, esperaré el otoño y sus dorados tranquilos llenos de sabiduría…

Con los últimos rayos de un sol casi adormecido, inició su paseo. El bosque, sintiéndola allí, engalanó el instante con una lluvia tibia de hojas, y éstas, con su último latido, consiguieron adornar su vestido.

En su marcha hacia el ocaso, pensó que quizás podría vencer a la noche, pero el tiempo sellaba cada día un pacto y, sabiéndolo, prefirió continuar caminando lentamente.

Tratando de olvidar la oscuridad, sus pies se aferraron aún más a esa tierra débilmente templada.

Era la última tarde de otoño y pronto no quedarían hojas en el camino que hablaran de ella, pero ella sí conservaría a todas en su memoria, hasta que llegara su fin.

Y así, con valentía, sin temer su destino, siguió caminando serenamente hasta fundirse con aquella tenue luz y desaparecer.




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lunes, 3 de enero de 2011

COLORES. AZUL


Cómo podré dejar plasmados los colores en los siguientes títulos cuando muchas palabras ya están teñidas de ellos. Cómo, si hasta los sentidos los adivinan sin engaños.

Quizás al final acabe pintando mis impresiones, mis recuerdos, mi alma…

Hoy, mi imaginación se llenará de ellos, sin desistir en el intento. Trataré de percibirlos cerrando los ojos y permitiendo que fluyan libremente en mí.

Después, su ausencia…

Y al final, TODOS.


AZUL.


Me transformo en azul…

No recuerdo vestidos de niña con lazos y tules, pero sí la calidez, el aroma de aquellas sábanas de franela con las que ella me arropaba. Respiro, y en la distancia, el olor fresco de mi madre que, en momentos fugaces, me inunda de recuerdos. No fue mujer de exquisitos perfumes y sin embargo su olor ocupa parte de mi memoria.

Un cielo despejado abriéndose paso tras la noche más fría de invierno. Contemplando la mañana sin indiferencia, sintiéndome tranquila. Respirando su aire limpio y puro posado sobre mis mejillas. En la quietud de las horas tempranas, leyendo, escribiendo, construyendo palabras.

Mi silencio, a veces, también es azul.

En verano, tardes dibujando horizontes, escondiendo secretos sólo entre el mar y yo. Esperando océanos oscuros, infinitos, aguardando la noche para encontrarme. Y en mis pensamientos, la profundidad más absoluta. Un paseo, y las olas antiguas mojando de nuevo mis pies, recordándome, en su tibieza, el tiempo en el que aquel color aprisionó una parte de mí.

Aún, en la distancia, escucho un furibundo batir de olas mientras dejo sobre el papel mis escuetas impresiones.

Sí, cada noche le escucho.

Ayer fue la lluvia y el sonido de sus gotas.

“¿Quieres un cuento esta noche mientras las oímos juntos? No habrá melodía más hermosa. Mientras me hablas, imaginaré tu rostro bañado en la húmeda brisa y con mis besos beberé de tu piel.

¡Y si son lagrimas,…! Si son lagrimas, en ellas me sumergiré y flotando en silencio seré tu inspiración más serena hasta hacerlas desaparecer”.

Habrá cuento…

Aquella noche la luna despertó de nuevo con un extraño manto azul que la cubrió por completo. Ni siquiera las nubes presurosas consiguieron cubrir el gesto dudoso de su faz.

Mientras la luz se suavizaba perdiéndose en el color, se sintió ligera atravesando la noche. Hasta las estrellas se bañaron de aquel extraño y desconocido brillo y en silencio contemplaron con respeto el paso de su verdad atesorada, pues no siempre la luna fue blanca.

Cerca del mar, quiso contemplar su último reflejo, y en el intento fallido, su sonrisa, y la tristeza de las olas que, percibiendo aquella alma, comenzaron a dejar extraños poemas en las orillas de mi playa, de un lenguaje aún por descifrar.

Incluso los lobos aullaron con fuerza viendo que su piel amiga se evaporaba, por miedo a perderla, sin saber, que al día siguiente ella volvería a recobrar su luz alborada.

Aún le quedaban unos minutos para seguir soñando, lejos de melancolías extrañas. Atravesó montañas y permitiendo que el aire le acompañara, olvidando su dolor, gritó de nuevo su nombre perpetuo.

Cada noche es un comienzo y no el fin, donde lo imposible se desvanece y el tiempo no importa porque cada segundo es nuevo.

Asi fue esa noche de luna azu
l.



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