Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

lunes, 23 de abril de 2012

QUIZÁS UN SUEÑO... EL QUINTO.






“Dame un sueño que no olvide nunca…”

Como una premonición, la oscuridad de la noche envolvió de nuevo mi cuerpo avivando la pasión enterrada  en palabras sin sentido de un ayer que casi extingue mi sexo.

Te he esperado tantas veces…

Anhelando tu voz, en mi espera, labré mis sábanas con palabras llenas de poesía, pero últimamente solo escucho silencios llenos de ti.

Fueron noches interminables, noches recordando quimeras, inventándolas, atravesando puertas que daban paso a un mundo en el que yo no me entendía. Noches infinitas que ni  siquiera algunos amaneceres, bañados en café, consiguieron quebrar.

Duele ser noche…

Duele…

Pero ayer por fin una puerta me condujo al abismo de tu pecho, despegando mi alma de evocaciones ya frías, despidiéndose de ellas.

No, no me importó extinguirme contigo en él para entregarte mi sueño porque nunca me avergonzó la soledad que hice mía en cada uno de mis cuentos.

Duele ser noche…

Duele…

Como una premonición, desperté y encontrándome a mí misma, supe que pronto los desvelos pasados se desvanecerían…

domingo, 22 de abril de 2012

QUIZÁS UN SUEÑO... EL CUARTO.



Anoche descubrí  que mi almohada es capaz de capturar los pensamientos y ahora me pregunto si tendría el valor de violar mi silencio.

Hundida en mi lecho, decidí vencer los recuerdos  y sin ser yo la que pensara, cayeron lentamente mis párpados mientras mi boca, con dolor, aún evocaba el gusto de tu piel…

Desperté en mitad del frío de tu ausencia en un paseo iluminado con la nostalgia de mil farolas antiguas.  La luna estaba ausente y yo me sentí culpable.

Acompañada por el sonido de mis pasos y el de las sombras oscuras que caminaban a mi lado, supe dónde acabaría esta vez mi sueño.

Supliqué un réquiem por mi alma, por mi sexo,  pero las ánimas son mudas y solo observan delirios.

No existe el perdón para los instantes sublimes, no existe compasión para quién murió traicionándose en un beso.

Y allí en mi cementerio supe que podría despertar despojándome del deseo, enterrándolo y olvidándome en él.

No sería yo…

Lo sé…

De nuevo desperté y arrojando mi almohada con furia lejos, amenacé  a la noche culpándola de este anhelo eterno, de este dolor que vive en mí hasta hacer estallar una y otra vez mis sueños.

No sería yo…

Lo sé…

viernes, 20 de abril de 2012

QUIZÁS UN SUEÑO... EL TERCERO.







¿Aguardaste por mí en mis sueños?

No sé quién me dijo una vez que cuando sueñas el inconsciente se cubre de valentía y pronuncia los deseos escondidos.

Yo siempre sueño y creo que solo despertaré cuando escuche su voz  pronunciando mi nombre.

Ayer me envolvía el fuego. Sentía de nuevo como las llamas me apresaban, acorralando el destino y supe que no podría escapar de allí.

He sufrido tantas veces esa sensación que, permitiendo el dolor,  asentí el castigo. Pero tú no estabas ¿O acaso eras el fuego?

Duele más la impotencia que percibir como mi piel arde bajo esa lengua capaz de secar mis labios heridos.

¿Aguardaste por mí en mis sueños?

Porque cuando sueño pierdo el orgullo y ya no sé si soy yo. ¿Lo soy?

Es extraña la soledad que se puede palpar momentos antes de saber que si soplas con fuerza extinguirás cualquier llama.

No. Las lágrimas no las extinguen. 

Podría haber gritado, declararme en rebeldía de mis anhelos, matarte…

Pero reconozco de nuevo mi derrota.

Ya lo dije, siempre sueño y cerré de nuevo mis ojos…


martes, 17 de abril de 2012

QUIZÁS UN SUEÑO... EL SEGUNDO





Creo recordar que en el mismo instante en el que cerraba los ojos,  percibí un susurro lejano, un beso tibio derramado sobre mi mejilla, una caricia en mi pelo.

Abrazada a mi almohada, le abrí mis sueños, concediéndole un deseo.

Pero los sueños son un capricho de algo que aún no entiendo y así, sin comprender, desperté en mitad de los océanos de un alma desnuda.

Respiré, fundiéndome con el agua y en mi extraño renacer dejé que las corrientes me arrastraran a su orilla.

No, no escuché el rubor de las olas ante mi desnudez, ni contemplé el empeño de aquel cielo sin estrellas.

De pronto, en mi inocencia, perdí su abrigo y la arena fina comenzó a besar mis píes impregnados de diminutos destellos.

Mis labios secos. No había más huellas. El mar iba conmigo, llenándome de sus anhelos.

Y allí estaba yo, en mitad de un desierto inmenso que contemplando fronteras había escrito poemas llenos de soledad.

Grité suplicando sus vientos, desgastando mi aliento  y qué curioso que sin pretenderlo, me sentí parte de tu brisa.

¿Oíste mi grito? Porque te he esperado muchas veces en mi sueño deseando que estuvieras y sin embargo, en mi delirio, solo sentí tu desvelo. 

lunes, 16 de abril de 2012

QUIZÁS UN SUEÑO... EL PRÍMERO




La luna iluminó aquel instante con su luz más tímida en un intento  de esconder su rostro para que,  de nuevo, yo encontrara el mío.

Descalza, bajo su tenue resplandor, caminaba por un jardín que no conseguía reconocer.  ¿Lo recuerdas? Y sin embargo, me resultó tan familiar...

Sí, había rosas, por supuesto. No podía ser de otra manera.

Me encontré soñando en un cuento que nunca conseguí terminar, rodeada de espinas.

Apenas cubierta con una túnica de gasa negra,  sentí mi cuerpo desnudo y como el frío silenciaba mi piel matando los recuerdos, las caricias que momentos antes habían conseguido hacerla arder.

Y mi lecho lejano se cubrió del perfume de aquella noche eterna. Él dormía. Siempre duerme.

Es extraño saber que sueñas.

Mientras mis ojos trataban de encontrar el camino de regreso a sus brazos,  supe que tendría que permanecer allí aún por más tiempo.

¿Dónde se encontraba mi voluntad?

Estuve tantas veces a punto de rozar con las yemas de mis dedos el final, desangrando mi pluma, obligándola a gritar mis miedos para sentirme por fin libre, para finalizar ese cuento.

Pero la memoria es cruel y mi pluma, mi pluma, a veces, se siente agotada y cobarde.

Un segundo de angustia antes del ocaso de este sueño, un lamento mudo lleno de mi verdad...

Quizás las palabras no escritas se escondieron en aquel  jardín tan cercano a la muerte. Tal vez aún no estoy preparada para beberlas, para humedecer mi lengua  y dejar de permanecer aferrada a mi silencio.

Porque en mis sueños siempre tengo miedo de hablar;  siempre me asusta que mi verdad mate la oscuridad que hice mía.

Sí, es extraño saber que sueñas.