Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

martes, 29 de enero de 2013

QUIZÁS UN SUEÑO... EL CUATRIGÉSIMO OCTAVO...




Rasgaré de nuevo la magia del tiempo que se ha propuesto mantenerme cautiva de estos sueños.

Me rebelaré, sin duda lo haré, a pesar de no saber si muchas veces duermo o estoy despierta.

Y no, no importará que me rompa a mí misma porque he decidido que en este sueño, gritaré la oscuridad que me alimenta hasta que veas la luz que soy capaz de sentir.

¿Lo entiendes?

Desnuda, dejé de tener prisas.

Y aunque los relojes no dejan de perseguirme últimamente (pobres, ellos sí que no lo entienden) ya  encontré el “instante” en el que no podía concebir el blanco sin el negro. Una partida en la que en el todo frente a la nada, siempre gana un resplandor o el pétalo de una rosa blanca.

Pronto muchas treparán por mis sueños, para recordarme quién soy. Y aunque abandone todo,  su perfume me acompañará siempre para que no caiga en mi propio olvido.

“Las rosas…

¿Pensasteis alguna vez que sólo la primavera ofrece la belleza de las rosas?

¿Creísteis que sus espinas quedaban olvidadas tras una tarde de lluvia?

¿No sentisteis su dulce fragancia soñando serena en las noches frías bañadas de luz?

Yo sabía dónde me encontraba y que en esa casa, en una de sus ventanas, las rosas más valientes en otoño tientan con su hermosura.

Y su color enredador…. ¿No lo adivináis? El de la luna.

Acercándome despacio, descubrí que aquel año habían florecido más. Y supe que aunque el viento volviera para deshojar la suavidad de sus pétalos, ellas no mostrarían temor, pues ya triunfaron venciendo mi olvido.

Tratando de alcanzar su perfume, de recordarlo, sentí como aquellas flores seducían mi tristeza, recordándome que aunque los colores de mi alma se perdieron, aún en ella quedó un latido de vida blanco…”

NO, NO SE PERDIERON Y AHORA, AHORA ME DEDICO A ESCRIBIRLOS PORQUE EN MI JUEGO DEL TODO O NADA, AL FINAL HE APRENDIDO QUE UN RESPLANDOR SOBRE MI PIEL SIEMPRE GANARÁ AL TIEMPO.

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