Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

lunes, 30 de julio de 2012

QUIZÁS UN SUEÑO... EL TRIGÉSIMO...






He velado durante muchas noches los sueños que no llegaban. Noches infinitas en las que mi mente vagaba atravesando silencios en busca de la palabra.

En mi aparente serenidad,  traté de soñar despierta en un intento por olvidarte. Pero tu sabor aún se hacía eco en mi boca.

Hoy te dedico los sueños perdidos. Te maldigo y te hago culpable de las horas en las que tu recuerdo, torturándome, ha bordado mis sábanas.

Y sin embargo, en mi reproche,  no me olvido de los amaneceres en los que el sol, aún tímido,  me invitaba a evocarte, a anhelarte,  a desearte de nuevo.

No puedo renunciar a ser quien soy.

Adicta a los desvelos por pronunciar tu nombre, a pesar de mis continuas renuncias, no dejo de sentir la tentación de tu ambrosía sobre mis labios.

Hoy, completamente vestida de negro, entregándome a ti,  te dedico los sueños perdidos, aquellos que murieron por sentirme más viva en tu compañía.

Y en mi lamento, te saboreo lentamente, pues aún prometiéndome que será la última vez,  consiento el engaño.

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