Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

lunes, 30 de julio de 2012

QUIZÁS UN SUEÑO... EL VIGÉSIMO SÉPTIMO...






Y los sueños comenzaron a teñirse de marrón prometiéndome que al despertar, los anhelos se desvanecerían.

Apuré los últimos segundos de aquella noche escrita para mí a ritmo de tango. Abrí las ventanas para darle una última oportunidad a las sombras que se escondían entre mis muebles. 

Renuncié a mi lecho, me tumbé en el sofá y preparándome para contemplar mi propio retorno, sin dolor, observé como una a una iban abandonando aquel lugar.

Fiel amante de mis noches, hoy confieso que nunca me asustaron los amaneceres, porque con ellos también soñé.

Que si bien, custodié como un guerrero mis propios crepúsculos, nunca tuve miedo de mi luz.

Sí, he conservado hojas secas de mi pasado, otoños envueltos en magia, pero he vivido tantas primaveras.

 Y no, no me olvido del verano fragante de canela…

¿Es Verano? Sí, sí lo es.

…Y los sueños comenzaron a teñirse de marrón prometiéndome que todo lo que soy y me hace feliz, permanecería en mí, incluso los recuerdos.

A veces no está mal soñar con uno mismo…

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