Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

jueves, 16 de agosto de 2012

QUIZÁS UN SUEÑO... EL TRIGÉSIMO PRIMERO...




Arderás lentamente en mi sueño, devorando cada uno de los instantes en los que mis uñas gritaron su piel. Lo degustarás, tratando de aniquilar los besos y caricias que se vertieron en él y despertarás de nuevo la lujuria dormida, vistiéndola de rojo.

¿Recuerdas? Mi sexo sentenció el silencio,  condenando mis letras a la locura del vacío, de la ausencia...

Ayer soñé y en mi delirio la furia rasgó mis entrañas clamando justicia, convirtiendo en un harapo el estandarte oscuro, rompiendo el falso sosiego, quebrando la calma de mis sábanas.

La razón se perdió renunciando a su apatía, incendiando la nostalgia por la que vendí mi alma sin ponerle precio, sin pedir nada a cambio.

Ayer soñé y en mi desvarío me encontré en mi propio infierno tramando la rebeldía, incitando la sangre, acechando la tierra que,  aún dormida, me pertenece, ensalivando mi boca de deseo.

Sí, mi sexo inconsciente venció a la razón y en su incoherencia cambió las leyes imponiendo los sentidos.



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