Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

martes, 20 de marzo de 2012

EL PARKING



A veces pienso como el sexo consigue cambiar la percepción que tenemos de algunas cosas cotidianas.

Después de aquel primer encuentro en el que acabamos besándonos, acariciándonos por encima de la ropa, la tentación de volver a vernos fue demasiado intensa.

Devoramos los días de espera con conversaciones telefónicas nocturnas, reviviendo cada uno de aquellos besos húmedos, excitando los instantes.

Sí, me hubiera entregado si tan solo te hubieras atrevido a acariciarme por debajo de la camisa, pero tampoco importaba mucho porque sabíamos que sucedería; habíamos empezado un juego y a pesar de nuestra provocación repitiendo constantemente que no se repetiría, ya no había regreso.

Palabras, palabras,  palabras… 

Mientras imaginábamos cómo sería, el deseo iba en aumento bautizando nuestros sexos, haciendo que palpitaran entre nuestras sábanas desnudas.

En una de nuestras charlas me preguntaste si me depilaba completamente el pubis. Te dije que no y te reíste confesando que tú si lo hacías.

Nunca había practicado el sexo con un hombre completamente depilado y fantasear contigo se fue convirtiendo en una tortura. Unas horas antes de quedar contigo, mientras me duchaba, recreé de nuevo esa imagen y me sorprendí buscando entre los cajones del mueble del baño una cuchilla de afeitar. Era la primera vez que me depilaba por completo y deslizar aquel filo frío sobre mi piel me pareció que estaba lleno de un erotismo increíble. Al terminar,  no pude evitar acariciarme pero conseguí controlar mi apetito porque unos instantes después quizás sería tu mano la que no se dominaría.

Me recogiste en tu coche y decidimos ir a tomar algo. No había sitio para aparcar y optamos  por un parking en el que el silencio me recordó lo nerviosa que estaba. Me costaba mirarte a los ojos, pero después de unas copas retornamos a nuestro juego de tentarnos simulando quién de los dos daría el primer paso.  Perdiste y el primer beso sentenció lo que pasaría.

¿Cómo eres capaz de mojarme tanto, de excitarme con tan solo sentir tu lengua acariciar la mía?

En uno de los pubs a los que fuimos,  mientras bailábamos rozando nuestros cuerpos,  te pregunté si de verdad ibas depilado y sin importar la gente que había a nuestro alrededor, cogiste mi mano y la introdujiste en tus pantalones. Comprobar que era cierto no me sorprendió tanto como lo erguido que se encontraba tu sexo.

Un beso húmedo mientras te acariciaba y los dos supimos que teníamos que salir de allí.

Prácticamente corrimos hasta llegar a aquel parking y entre los coches, apoyándome contra el capó de uno,  desabotonaste mi camisa, bajaste el sujetador, acariciaste mis pechos, los besaste, los lamiste con ímpetu mientras mis manos se dirigieron sabias a tu cintura hasta conseguir  desabrochar tus pantalones y bajarlos lo suficiente para poder meter la mano y acariciar de nuevo tu suavidad.

No parecía haber nadie a nuestro alrededor y separándote un poco de mí te bajaste los calzoncillos. Pude contemplarte por primera vez. Te acercabas de nuevo a mí y yo deseé entregar a tu sexo mi aliento, resbalar mi lengua sobre él, pero fueron tus manos las que se deslizaron por mi falda, subiéndola, bajando mis bragas, introduciendo tus dedos, buscando mi humedad mientras tu boca se entregaba a la mía para tratar de silenciar los gemidos que no pude reprimir al sentir tus caricias calientes.

“¿Tú no me dijiste que no te depilabas?”

Cogiéndome por la cintura, me sentaste sobre el capó mientras te situabas sobre mis piernas. No había tiempo. Necesitaba tu sexo dentro de mí pero me torturaste reclinándome hacia atrás mientras agachándote te deslizabas por mi vientre. Alzaste mis piernas sobre tus hombros y enterraste tu cabeza en el interior de mis muslos.

Con tu lengua acariciaste cada uno de mis pliegues hasta conseguir que mi sexo palpitara mojado entre tus labios. No pude resistirlo y tratando de incorporarme sujeté tu cabeza para tratar de subirla, para que tu lengua entrara en mi boca, para suplicarte con un beso la entrega de tu sexo. Y cuando lo conseguí y lo sentí erguido acariciando mis palpitaciones rodee con mis piernas tu cintura y te atraje hacia mí.

Te sentí dentro mientras los dos exhalamos un gemido casi doloroso. Comenzaste a empujar y  yo te recibí tratando de acompasar mi cadera a tus movimientos al tiempo que la humedad cálida de nuestros sexos logró que se fundieran en uno solo.

Fue algo rápido, algo brutal, instintivo. Sentí mi orgasmo rápido ahogándome en tu boca y rápidamente noté el tuyo golpeándome aún con más fuerza.

No fuimos conscientes de dónde estábamos, de si alguien había contemplado aquella escena. Qué más daba.

Y aunque sí, fue algo rápido,  el juego no había hecho más que empezar.

El otro día estuve de compras y aparqué allí. Mientras caminaba en busca de la salida, no pude evitar sentir cierta excitación recordando aquella noche. Sin duda el sexo es capaz de cambiar la percepción de las cosas más cotidianas, incluso las costumbres (ahora siempre voy depilada).

6 comentarios:

  1. El sexo, el deseo la imaginación, la percepción .... todo forma parte del placer de vivir. El séxo pero, tiene la habilidad de trasladarnos a situaciones que no alcanzaríamos a imaginar. Encantado de leerte.

    un beso

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  2. excitante!! de principio a fin...el placer del sexo, dicen, es la mejor medicina...me encantó leerte!! espero el siguiente, a ver en qué lugar se te ocurre?...jajaja

    Un beso enorme, ESCRITORA...(con letras mayúsculas)

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  3. Llevo años leyéndote y hoy has conseguido sorprenderme. No debería de extrañarme porque eres capaz de mucho.

    Vuelvo a seguirte en este trabajo aunque consigas elevar la temperatura de tu blog.

    ¿Donde dejaste el negro?

    Un beso señorita

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  4. Ana ,un texto excitante,sin duda.
    Me gusta esta nueva faceta.
    millones de besos y te cuidas.

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  5. un placer leerlo, creo que esta nueva faceta te sienta muy bien, y la foto de 10, estupenda. Besos, y dejando a un lado el negro, este que color sería??

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  6. A- El haber llegado hasta el aparcamiento 55 con la tarjeta permisiva fue fácil, pero lento. Estaba desubicado, nervioso, necesitado de un respiro.
    B- Después de haber desespumado mi boca en el lavabo a golpe de gárgaras el tiempo seguía mordiendo mis talones.
    A-Con la exactitud necesaria repasé los datos de la entrevista. Faltaban más de media hora. Espacio suficiente.
    B- La casualidad que una mañana tras noche de copas decida ser de llovizna, tráfico intenso y melodrama olvidable me indigna.
    A- Aunque falta media hora debo mostrar puntualidad.
    B- Aunque el record sea difícil debo jugar en los últimos metros con velocidad y el justo frenado.
    A- ¡Es la hora, el periodo elegante!
    Cuando el rodamiento de los neumáticos patinó por la rampa espiral, el silencio en las catacumbas de columnas numeradas contagió mis principios de rabia.

    ....
    ...
    ..

    .


    ¡BESOTES!

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Antes de nada: gracias.