Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

martes, 13 de marzo de 2012

LOS RELATOS DEL FUEGO 9. LA CIUDAD DE LA CONTRADICCIÓN.




“Aléjate luna de esta noche, que esta ciudad y este río no te pertenecen.
Huye en tu luz de las cenizas como huyes de las sombras que te hieren.
No busques palabras tristes en el viento ni aromas de vida que se pierden.
Pues hoy esta noche pertenece a los que creen que no existe la muerte”


Hoy te contaré una leyenda sobre la ciudad brillante en la que cada noche el tiempo se pliega sobre sí mismo, y grita a la luna, con amabilidad, que apague su luz. Pues este lugar sagrado nunca le ha pertenecido y en él las lágrimas están prohibidas.

Te hablaré de los secretos de la verdadera luz y de la oscuridad dorada. No, no hay sitio para la luna en este lugar pues tampoco hay sombras y solo el sol esperará paciente su momento, iluminando con más intensidad los colores vivos.

Trataré de acercarte con mis palabras el sonido de las aguas de su río en el que la vida y la muerte se hermanan en reflejos rotos por ofrendas que iluminan sus orillas; el suspiro de vida de sus ondas cristalinas en lo más profundo, y al pie de la escalera santa, su muerte y el crepitar del fuego que lo purifica todo.

Entonaré los cánticos de antiguas creencias en las que el agua no apaga el fuego y el fuego arde sin lastimar el agua, y verás niños y ancianos compartiendo este momento. Y oirás risas y oraciones, pero no llantos.

Estarás allí y el tiempo reconocerá que es tu primera visita a este lugar y limpiará los pecados cometidos en la gracia de la vida, con la esperanza de concederte el olvido y liberarte en la pureza divina. Los más afortunados no regresarán.

Miles de peregrinos te rodearán y no importará su cuna llegado el tiempo. Algunos han venido a morir y esperarán pacientes, como el sol, su momento; otros simplemente contemplarán el cortejo funerario con la esperanza de que algún día les tocará a ellos, cerrando así el ciclo de la vida.

¿Tienes fe? Porque si no la tienes es el momento de que abandones este lugar. Pronto amanecerá.

Mientras respondes contempla de nuevo como entre las cenizas las ofrendas se deslizan con suavidad siguiendo el curso del río, iluminándolo la noche. Son plegarias a la muerte, y qué hermosa vida en la eternidad de las almas…


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