Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

martes, 13 de marzo de 2012

LOS RELATOS DEL FUEGO 13. EL FINAL...



Al final de este viaje recordé que yo ya escribí sobre los cuatro elementos. Fue hace mucho tiempo y hoy leyendo aquel trabajo me he dado cuenta que no soy tan distinta como entonces: Sigo siendo una mujer de retos.

Al comenzar éste,  pensé que yo no podría ser como el viento. Lo tenía tan claro que decidí robar la inspiración de otros (con su permiso)  y convertirla en cuentos. 

Gracias a todos los que me ayudasteis...

Pero hasta yo encontré el mío y ¿sabéis? Empezó a gustarme porque hubo un tiempo en que lo odié.

Después me descubrí renaciendo en el agua, buscando lluvias perfectas; incluso me desnudé y bañé mi alma, y pensé que el agua lo era todo en mí. En parte aún lo sigo creyendo pero eso permitidme que lo reserve para mí.

Luego, la tierra recordándome tanto lo que he sido, lo que he vivido, lo que he perdido… Necesité un poco de ayuda y allí estuvieron a mi lado dos amigos: José y Paquita. 

Porque ha sido difícil escribir sobre ella sin que doliera, aunque al final horizontes inmensos se desplegaron ante mí.

Pero ahora al fin confieso que lo que más temía, sin duda,  era enfrentarme al fuego, porque me daba miedo. Y sí, pude convertirlo en destrucción y asolarlo todo pero… He cambiado tanto en estos meses.

¿Verdad Laura? 

Gracias por prestarme el tuyo.

Ha sido un invierno duro, quizás el más duro de mi vida pero casi al final he encontrado mi fuego y lo he sentido dentro de mí.

Me he desvelado en noches tratando de calmar mi alma en la luna más fría y qué curioso que en mi desvelo acaba sentada frente a la estufa contemplando otra luz, sintiendo como me envolvía en ella.

No puedo renunciar a mi calor, pues en él me he encontrado de nuevo y ahora sé que puedo compartirlo.

A veces uno se protege tanto para no sufrir, para no vivir,  que pareciera que deja de arriesgar. Pero hoy me doy cuenta leyendo cada uno de estos cuentos, que en este año he arriesgado más de lo que nunca había hecho, porque sí porque al final siempre se escapa algo de mí entre estas palabras que escribo.

Sí, se podría decir que he jugado con el fuego…

Y aún seguiré haciéndolo, así que…

QUE COMIENCE EL NUEVO RETO…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Antes de nada: gracias.