Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

lunes, 26 de marzo de 2012

Y TUS OJOS SE PERDIERON EN MI ESCOTE. TETAS.





Es curioso como algunas cosas, por muchas veces que se repitan, siempre tienen el gusto de la primera vez. Claro está, en el sexo también sucede lo mismo y qué bien que sea así, como ese beso que lo desencadena todo, o esa caricia ardiente por la que matarías para condenarla a la eternidad…

Aquel día llegaste un poco temprano. No, no fue intencionado que te abriera la puerta y estuviera todavía a medio vestir.

En serio, no lo fue…

Nos saludamos, como siempre, con dos besos y cuando me dispuse a abrochar los botones de mi blusa, tus ojos se perdieron en mi escote.

Me excita esa sonrisa perversa que, aunque ya haya pasado mucho tiempo, siempre se dibuja en tus labios cuando miras así mis tetas y por eso, pensándolo mejor, decidí que tampoco hacía tanto frío.

Como buena anfitriona te invité a que te pusieras cómodo. Fui a la cocina a por dos cervezas,  nos sentamos en el sofá y empezamos a comentar las cosas del día.

Creo que te estaba hablando del trabajo, pero fue evidente que no estabas muy atento a la conversación ya que tus dedos comenzaron a jugar con el encaje de mi sujetador. Tratar de hacerse la loca, como si nada estuviera pasando es difícil, sobre todo si empiezas a sentir el calor de esas yemas,  atravesando la fina tela hasta llegar a tu piel y el deseo empieza a latir bajo ese sutil roce. Pero aún así continué parloteando, perdiéndome en mis propias palabras.

En un momento detuviste tus caricias, te pusiste un dedo en la boca a modo de silencio y logrando que por fin me callara, acercaste tus labios a los míos. Me besaste mientras tu mano arrastraba a la mía hasta ponerla encima de tus pantalones.

Percibir tu excitación de esa manera, lo duro que estabas, logró el efecto anhelado en mí y mientras nuestras lenguas hambrientas jugaban a acariciarse, me empecé a sentir húmeda, como aquella primera vez.

Pero no te conformaste ¿verdad?

Me quitaste la camisa y el sujetador y humedeciendo tu boca, al tiempo que mi mano se adentraba en tus pantalones, envolviste mis pezones hasta hacerlos endurecer.

Sentir tu lengua presionándolos, saboreándolos, mientras mis dedos trataban de hacerse con tu propia humedad…

En la intensidad del momento liberé por un momento mi mano de su juego y fui yo la que sedujo a la tuya para que juntas levantaran mi falda y bajaran mis bragas. Sí a lo mejor fui un poco egoísta abandonándote, pero es que a veces lo soy, así sin más.

No tuve que decirte nada y rápidamente introdujiste los dedos para sentir lo mojada que estaba mientras mi boca se entreabría como mi sexo, esperando de nuevo tu beso mortal.

Aunque los movimientos de mi pelvis tratando de sentirte dentro me excitaron aún más, no fueron suficientes, así que me levanté, terminé de quitarme las bragas y te desabroché bien el pantalón.

¿Quién podría resistirse contemplando todo tu deseo? Yo no pude así que, subiéndome la falda,  me puse de rodillas encima de ti y  sujetando tu sexo me deslicé por él hasta hacerlo completamente mío...

Un gemido no sé si de los dos, o solo mío y de nuevo, tu lengua sobre mis pezones, besándolos, devorándolos a un ritmo que mis caderas reconocieron a la perfección.

Sí desde luego hay cosas que por muchas veces que se repitan se sienten como la primera vez. ¿No es cierto?

3 comentarios:

  1. cómo mejoran tus textos niña!! me encantó esa mirada fija...y el desenlace!! y qué te digo de la música? me encantoooooo!!!

    Un besazoooo, no dejes de escribir!!

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  2. Cierto..;)
    Me encanta esto: "¿Quién podría resistirse contemplando todo tu deseo?"
    aiss...genial.

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  3. Cada uno mejor que el anterior, me encantan, un besazoooo.

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Antes de nada: gracias.