EL CUENTO Nº27 DE LA LUNA OSCURA. MI PRIMER CUENTO INFANTIL. UN CUENTO PARA COLETAS.

Este cuento surgió de un reto, y como no podía ser de otra manera está dedicado a una niña muy especial. Ella me regaló un dibujo y yo a ella un cuento.

COLETAS, dime una cosa ¿Tú crees si la luna fue alguna vez niña?

Yo creo que sí, de hecho te voy a contar un secreto, pero no se lo digas a nadie. Cuando yo era pequeña, como tú, me pasaba el tiempo dibujando. La verdad, es que no lo hacía muy bien, pero me divertía mucho.

No recuerdo exactamente cuándo empecé a dibujar una preciosa PRINCESA con los ojos azules y los labios rojos en forma de FRESA. ¿La dibujaste tú alguna vez?. Yo la imaginaba viviendo sola en el castillo de un reino mágico, en el que las hadas y los dragones eran sus amigos.

Y como en los cuentos más maravillosos y fantasiosos, aquel lugar estaba lleno de JARDINES con arboles repletos de CARAMELOS, piruletas y golosinas de todos los sabores y colores, y una HIERBA tan verde y suave, en la que, muchas veces, aquella princesa andaba descalza mientras jugaba, y otras, se tumbaba boca arriba a contemplar aquel cielo AZUL que tanto le gustaba.

A veces, venían los dragones y las hadas a jugar con ella, y a través del papel, incluso, oía sus RISAS. Recuerdo el día en el que la subieron al cielo y la soltaron sobre un ARCOIRIS de algodón por el que resbaló como si fuera un TOBOGAN.

Por la noche, cuando se quedaba sola en su castillo, las hadas sobre nubes le entonaban suaves nanas, y sus amigos, los dragones, formaban un circulo en el cielo sobre el que giraban echando fuego por sus fauces. Nunca se vio un carrusel tan hermoso en aquel reino.

Para mi era una amiga y yo quería ser como ella, hasta le quitaba las SABANAS a mi madre para hacerme un DISFRAZ parecido a su vestido. Qué bien me lo pasaba imaginándome allí con ella, haciéndola compañía en el castillo en el que tan sola vivía.

Un día la dibujé con un GLOBO que le habían regalado las hadas por su cumpleaños. Era un globo mágico que podía llevarla donde quisiera. Y la princesa, sin dudarlo, quiso ir al cielo en busca de sus amigos para darles la sorpresa de que ella también podría volar para conocer nuevos reinos.

Y no se cómo, pero al tiempo que la dibujaba surcando el cielo, misteriosamente desapareció del papel.

Por más que trate de dibujarla de nuevo, aquella no era mi princesa. Era una princesa pero no era la mía.

La eché mucho de menos e incluso deje prácticamente de dibujar, hasta que una noche, pasados algunos años, me costó dormirme, y a través de la ventana vi como aparecía la luna. No se por qué, cogí un LAPICERO y mi cuaderno y la dibuje con palabras sintiendo que ella me hablaba entregándome su CORAZÓN. A través de su inmensa luz pude ver de nuevo a mi princesa en su interior. La luna, nuestra luna, era su gran globo mágico.

Desde entonces se convirtió en mi amiga, y no hay noche que no me acompañe.

Y ahora, dime, Coletas ¿Crees si la luna fue alguna vez niña? Yo creo que sí.