Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

martes, 29 de mayo de 2012

QUIZÁS UN SUEÑO... EL DECIMOTERCERO






Esta vez,  en mi sueño, rocé la más bella inspiración en  un perfume de oro, en una rosa amarilla que deshojaba ante mí fragantes pétalos con sabor a miel.

En la tentación,  degusté el néctar,  la armonía de un atardecer  que moría dulcemente mientras mi alma, seducida, componía solo para ti.

En una ocasión mis ojos, completamente perdidos en el suave pergamino de tu piel, comprendieron  que no necesitaba de musas pues el soplo, orgulloso, brotaba de mí y la brisa no me arrebataría la esperanza porque conocía mi historia.

Aún así, alimenté mi pasión en la perfección de un beso, renunciando a la lucidez, muriendo en cada una de tus caricias.

Y sin embargo,  nunca fui más consciente de mi fracaso.

Antes de despertar, de abandonar aquel paraíso,  encerrada en el  ámbar, grité mi obra con valentía,  sin derramar lagrimas.

Ahora sé que hasta en mis más soberbios sueños,  no dejo de ser yo misma y hoy los pétalos derramados en mi lecho, solo portan mi perfume. 

1 comentario:

  1. realmente bello! me encantó leerte, si puede ser aún, cada día más profunda...

    Un beso enorme!!

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Antes de nada: gracias.