Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

martes, 22 de mayo de 2012

QUIZÁS FUE UN SUEÑO... EL NOVENO








Envuelta en la profundidad del sueño, no fue tan difícil,  esta vez,  saber que era él.

A veces me cuesta tanto reconocerle que incluso llego a plantearme en mis desvelos si de verdad existió y formó parte de mi vida.

En silencio, con lentitud, enteramente mojado, extendió sus manos hacia mí.

Frente a mi lecho, me llamaba sin pronunciar mi nombre.

No me importó estar desnuda y dejándome llevar confié en su lluvia y las paredes de mi dormitorio desaparecieron.

Caminé hacia él intentando recordar su mirada y al alcanzarle pude percibir con dolor el leve roce de las yemas de nuestros dedos; tan solo una caricia antes de que el agua fría comenzara a resbalar sobre mi piel hiriéndome de muerte, alejándome de los anhelos.

Se había desvanecido.

Busqué su voz arañando  cada gota.

Temí perder en mi sueño su recuerdo pero antes de que se agotara, antes de despertar, transformé aquella lluvia en tinta azul con la que escribí,  sobre mi piel,  un cuento y esta vez sí tuvo final.

Tal vez solo fue eso, un sueño y hoy ese cuento lo escribo con otra tinta…

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