Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

martes, 22 de mayo de 2012

QUIZÁS UN SUEÑO... EL DÉCIMO.






Siempre vi en el color azul mi memoria, mis recuerdos, la profundidad de mis pensamientos, las lluvias pasadas, el mar… Y mis sueños más hondos fueron testigos de parte de lo vivido. Aún lo siguen siendo.

El mar…

De nuevo, vestida de blanco caminé por su orilla llena de la inocencia de quien confió ciegamente en su alma.

No me importó que las olas besaran mis encajes y que la brisa alborotara con ternura mis cabellos, pues sobre mí, a pesar del engaño, el cielo escribía mi propia historia.

¿Pensaste que era yo?

No me dolió la soledad de aquel instante pues alumbrada por su eterna magia, en la evocación más sublime, rogué a la luna por mi regreso.

… Y el olvido se deshizo en suaves caricias sobre mi piel clamando por el deseo enredado en mis labios, aquellos que guardaron tan bien su secreto.

Sí,  fue el olvido el que venció las horas marchitas reflejando en aquel océano de sueños mi verdad: que aún dormida estoy despierta pues mis ojos no dejaron de contemplar lunas azules…

… Y despierta sigo soñando…

1 comentario:

Antes de nada: gracias.