Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

jueves, 9 de febrero de 2012

LOS RELATOS DE LA TIERRA 10. PARIS.




Pensando en la tierra he de admitir que hace tiempo hice un viaje en el que recorrí muchas ciudades en busca del cuento perfecto.

Hoy, alguien me habló de una ciudad y recordé…

PARIS…

La noche para quién la espera puede hacerse de rogar, pero para la luna el momento de despertar y dejar su sueño siempre llegaba demasiado pronto. Y lo más frustrante es que en contadas ocasiones conseguía recordar lo que había soñado. Por eso,  en sus viajes,  procuraba ser parte del anhelo de otros soñadores.

Aquel día decidió visitar una ciudad iluminada por su reflejo en aguas negras, vestidas elegantemente con puentes de piedra; puentes en los que los besos y suspiros llenaban el aire de ese deseo anhelado.

Tratando de respirarlo, se encontró con una mujer que parecía formar parte de aquel lugar, como si siempre hubiera estado allí acariciando las barandillas sobre las que, tal vez alguna noche, un joven le hubiera robado un beso despertando por fin la pasión.


Decidió acompañarla en aquel paseo para compartir quizás esa soledad y aquellos sueños nunca olvidados que sólo se podían respirar en instantes como aquel.


Caminando ambas en silencio llegaron al último puente  y antes de abandonarlo la mujer sacó de su pequeño bolso un papel doblado que arrojó a aquellas aguas. Mientras caía, la brisa nocturna consiguió desplegarlo y antes de que el agua borrara la tinta, la noche susurró aquellas palabras escritas. 


“Mi querido amor, volví de nuevo a esta ciudad para encontrarme contigo.

En estos días he paseado por todos y cada uno de los lugares que compartimos. ¿Sabes? Pensaba que no los reconocería y que mi recuerdo podía haberlos transformado, pero hasta el aroma que creí olvidado es el mismo, y cómo me gusta este olor…


Ayer, mis hijas me acompañaron, visitamos museos y cerca de la plaza donde nos encontrábamos cada tarde, les hablé de ti. Se reían y me miraban con sorpresa, creo que no se pueden imaginar que hubo un tiempo en que fui joven y alocada.


Qué locos fuimos ¿verdad? Entonces siempre me decías que llevara el pelo suelto, pero yo te provocaba recogiéndomelo en una coleta que tú al final acababas deshaciendo en sonrisas. ¿Lo recuerdas? Fuimos los mejores amigos, aquellos que siempre tenían cosas que contarse y risas que nacían en esa locura de ser joven.

Anoche estuve en aquel pequeño café donde tantas conversaciones compartimos y donde los sueños de ser llenaban nuestras horas, pero el camarero que cada noche nos echaba, despertándonos, no me reconoció, quizás porque ahora llevo el pelo corto y me acompañaba él.

Sí. Él. Le quiero, no puedo mentirte, y soy feliz aunque aquí he vuelto a soñar contigo y no dejo de pensar en ti. ¿Quién decidió que no volveríamos a vernos y lo selló con un beso que no he conseguido arrebatar de mis labios en este loco recuerdo? ¿Fui yo?

Quizás la ciudad no ha cambiado, sólo yo lo he hecho, y sin embargo en este momento me siento como entonces.

Al final, no he conseguido verte, quizás también regresaste a tu hogar, como yo, aunque tu sueño era vivir siempre aquí. ¿Llegaste a acariciarlo?

Se agotan las últimas horas de este viaje y sé que tengo que despedirme, pero no de tu recuerdo que siempre me acompañara,  aunque no sé si algún día volveré de nuevo a este lugar, a esta ciudad donde, en su última noche, dos jóvenes enamorados recorrieron juntos todos sus puente y sobre cada uno de ellos él la besó a ella con la promesa de que sería su más bello recuerdo”.


Mientras la luna contemplaba aquella despedida y vio alejarse a aquella mujer, volvió a su memoria aquel tiempo en el que una pareja compartió con ella sus sueños. Y en el recuerdo se sintió feliz.


3 comentarios:

  1. bendito ese recuerdo niña!! qué bien lo transmites!!

    un besazooo con aroma a París!!

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  2. Se bajó del tren en una mañana gélida de enero. Una densa niebla desdibujaba la urbe cuando, lastrado el hombro con su mochila y el bolsillo con sus últimos poemas, aventuró sus primeros pasos por las calles brumosas. Vacilante, atravesó apenas unos cien metros hasta desembocar sus pasos hasta la entrada al museo natural que, misericorde, abría puntualmente sus puertas al visitante. Miró el listado de precios, rebaño sus bolsillos; apenas lo justo para entrar y tomarse un café mas tarde, ambas posibilidades le debieran caldear los ánimos. Paris se extendía a sus pies algo oculta por la bruma pero había llegado con intenciones concretas, de triunfo. Buscó el menguado paquete de cigarrillos en su abrigo, con él sacó también el bloc donde estuvo garabateando inconclusos poemas durante el largo trayecto ferroviario. Encendió un cigarrillo con una larga bocanada que expulsó satisfecho, las volutas de humo se fueron mimetizando en el aire nebuloso. Mientras fumaba se entretuvo en hojear los apuntes que su pluma había dejado escrita con caligrafía nerviosa por el traqueteo del tren como poco esmerada por el cansancio de largas horas en aquel incomodo compartimento. Estaba lejos de su tierra pero cerca de tantear sus sueños.

    BESOTE

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  3. SUCINTO BLOC VIAJERO

    Tiembla, el suelo, tiembla.
    Veloz se debilita el añoro
    Por estos campos, rastrojos
    Ajados quizás. Contemplan
    Mis ojos como en trastorno
    Desigual. Liquidan las eras
    Cansadas, caladas en polvo
    Fijo mis labios a la espera.

    ..
    .

    Sin duda, tiene novio.
    Yo anclado en mi rincón.
    Mi alma evita incordios,
    Sonrisa fácil o parangón
    Que delate un impropio
    Gesto que revele el sudor
    Frío que inducen al odio,
    Crimen, tan afilado tacón.

    .
    ..

    Etc..


    BESOTE

    ''No olvides de disfrutar de tus actos libres. Mis gestos son acaso bromas entre amigos comprensibles''.

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Antes de nada: gracias.