Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

martes, 21 de febrero de 2012

LOS RELATOS DEL FUEGO 3. UN BESO DE FUEGO






Fue un beso que ardió en sus labios quemándolos, torturándolos, demostrando que no todo lo que arde termina convirtiéndose en cenizas.

Un beso que fundió aquel instante previo al amanecer y que hizo desvanecer las palabras que expresaban el temor por el ayer, envolviendo a la luna en llamas, rompiendo la ingenuidad de su luz pura y alba, quebrando las sombras de sus ocasos.

Perdieron la razón, el juicio, la soledad y fueron como niños que gritaban en veranos de sombrillas y castillos de arena sin acordarse del invierno que vendría.

Perdieron los temores, los anhelos, las ilusiones y fueron como amantes fieles que de nuevo se encontraban más allá de la vida sin importarles el horizonte.

Lo perdieron todo, su hogar, sus recuerdos y no fueron nada…

Y aunque en el fondo sabían que al hacerlo estarían más cerca de su final, descubrieron que un segundo se puede sentir infinito, engañando al tiempo, olvidando el lamento de los años malgastados el uno sin el otro.

Y aunque en el fondo sabían que solo sería eso, un segundo, rompieron todos los relojes condenándolos al olvido, encerrando sus almas en aquellas llamas sin importarles que el humo se desvaneciera con la brisa de la mañana.

1 comentario:

  1. Es una feliz coincidencia que tu texto esté a la altura de la hermosa foto de la chica al borde del acantilado, porque en el fondo tus palabras parecen escritas desde el filo transmitiendo una sensación de premura como la de aquellos amores con fecha de caducidad que exprimen hasta el final su agonía con tal de estar abrazados.

    La fuerza de tu prosa está intacta, es más, ha crecido en intensidad y leerte es viajar con el corazón al fondo de los dulces recovecos del tuyo.

    Estoy muy feliz de haberte vuelto a encontrar, mi dulce amiga.

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Antes de nada: gracias.