Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

lunes, 10 de enero de 2011

COLORES. VERDE.





Tratando de encontrar las palabras secretas que me lleven a este relato me distraigo observando a través de la ventana. La vida aún permanece dormida profundamente, a pesar de que hoy el sol regó de luz la mañana y algún gorrión se posó travieso sobre las ramas desnudas de un árbol.

El frío del invierno ha cumplido su propósito, inyectando en la tierra su suave veneno; y los sentidos, las percepciones, bajo los efectos de su filtro, parecieran adormecidos.

De nuevo, cierro los ojos, y contemplo como la muerte, con empeño, trata de seducir a la vida. Es un juego eterno, un ciclo en el que ninguno de los dos rivales llega a vencer del todo.

Pero hoy me arriesgo por el color y apretando mis párpados adelanto el instante en el que es la vida la que decide que ha permanecido demasiado tiempo en silencio, y rompiéndolo se enfrenta a la frialdad que aún trata de hacerla prisionera.

Renace en su sinfonía con furia, completamente sedienta y hambrienta, haciendo alarde de su aliento. Ella, con savia, gobernará triunfante el momento, obligando a su naturaleza a extender un manto de terciopelo verde. La muerte, sobre él, tendrá que transitar sigilosa y callada en su agonía.

Cada día recorro el mismo camino y, con sinceridad os digo, que trato de fijarme atentamente en el paisaje. Aún así, me sorprendo todavía, cuando llegado un atardecer, la ribera del río cambió su reflejo.

Sí, escuché la advertencia del almendro y caminé sintiendo la caricia de los pétalos de sus flores, pero me perdí día a día los detalles, y sólo sé que ayer era invierno.

Yo también me cubro de ese manto nuevo y ligero. Descalza paseo por mi jardín, dejando que el agua corra libre sobre la hierba, imaginando ríos nuevos que han brotado de montañas lejanas.

Tratando de adivinar el tinte de la primera rosa, y cuál será su aroma me siento en mi banco de piedra consumiendo tardes livianas. Tampoco tengo prisa y sé que el momento llegará.

Rodeada de hojas renacidas, cerca del ocaso, me desnudo completamente y olvidándome de quién fui, comienzo a imaginar bosques llenos de vida, de magia; es entonces cuando brotan cuentos…

Abro mis ojos. Aún es invierno, pero ya escucho en mi interior las primeras notas de esa sinfonía.

Pronto, todo se cubrirá de verde…




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11 comentarios:

  1. Qué bonito,suave y visionario?
    Y es que de lo que no cabe duda,es de que sientes el paisaje que te rodea y aún antes de que aparezcan los signos de verdor, ya los ves en tu mente y tu corazón.
    Bonito de verdad.
    Un beso.

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  2. Estoy muy griposo para poder concentrarme. Prometo volver a disfrutarlo.

    Un abrazo.

    Te deseo una buena semana.

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  3. Verde Esperanzaaaa, verde que huele a primaveraaaa, al amor, a la naturaleza
    me encantaaaaaa

    un besazoooo!!

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  4. De los colores que hasta ahora tienes escrito o al menos que para mí son conocidos y he tenido ocasión de leer este me ha gustado especialmente, quizas porque al ser el color que mas se asocia a la vegetación con lo que esta tiene de connotaciones en nuestro ánimo, etc... has sabido resolver de una manera magistral dandole un tono casi filosófico rondando lo mitológico sin dejar de tratar las palbras con delicadeza poetica. ¡Mis felicitaciones!

    BESOTE

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  5. Anexo:

    El patio de la Dª Gertrudis había sido siempre el más engalanado en toda la vecindad. No había rincón del barrio más florido ni con más verdor que aquel suyo, ni siquiera la plazuela con su pequeña fuente de azulejos multicolores ofrecía un remanso de sosiego y frescor similar en los días de la canícula. En las noches el dulce aroma del azahar y el delicado perfume de los jazmines enredados en los barrotes pintados de verde de su verja se mezclaban, confabulados, para atraer con embelesamientos los sueños de tantos corazones heridos por las flechas del amor. Pero era en las mañanas y al mediodía cuando aquel vergel mostraba toda su ostentación inigualable, cuando las begonias asomaban, desafiantes entre las verdes hojas de sus ramas trepadoras, flores de vivas tonalidades carmesíes copiados al sol cuando éste en las tardes pierde poderío; caléndulas anaranjadas algo picaronas, geranios de flores pigmentadas en variado gama y tonalidades, pero era los rosales los preferidos de Dª Gertrudis, su pasión no silenciada y evidente, a los que dedicaba especial mimo y cuidado y los que el resto de su floresta envidiaban con sigilo, especialmente los claveles que asomaban por la baranda de su balcón rodeado de sus follaje verde plateado. Aquellos rosales eran un primor en aquel tiempo y sus arriates desplegaban una variedad casi infinita de todos los colores posibles, desde el blanco más puro e inmaculado hasta el rojo más ensangrentado pasando por el vistoso amarillo o diferentes matices rosáceos. Decían en el barrio que si alguna vez se llegara a ver una rosa negra sería sin dudad en el patio de Dª Gertrudis.

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  6. ¿sabes lo bueno?, no he visto el verde con el sentido de la vista (interior) la "mirada" que he tenido me ha llegado a través del tacto descalzo de mis pies, casi sentía apartarse esas gotas de rocío.

    es curioso el paralelismo que has establecido entre el verde y la muerte, quizá sea porque es el manto de color que cubre la tierra (igual es mucho aventurar), pero te aseguro que no desentona en absoluto a pesar que la de la guadaña se asocia habitualmente con el negro.

    me gustaría tener tu manejo del lenguaje en ese aspecto, a mí me fallas las descripciones cuando trato de pintar la realidad, mis campos imaginarios son rosas o celestes, pero tú pintas la vida disuelta en su belleza cotidiana, es hermoso, de veras, me encanta.

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  7. Critico:

    El espacio. La inutilidad de lo superfluo. Como chirrían en mi cerebro los colorines queriendo adornar lo que de por si es evidente. ¡Qué malgasto de energía, de talento, de querer marear la perdiz con tanta insistencia! El silencio a veces perfora, hay que saber escucharlo, mimarlo. El papel, la cuartilla, pliego que espera tiene el justo significado antes de ser comprado en las tiendas. ¿Donde dejaste posando tu modelo joven pintor? ¿Dónde se abastecen de absenta tus musas poeta olvidado? ¿Dónde queda la rabia que te hicieron ser mayor, si acaso, joven artista de sueños rotos?
    En la calle chirrían las alarmas y yo trato de dejar un escrito que sepa a campo y olvido, transparencia y reminiscencias asumidas.
    Bendita poesía.

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  8. Ahora comprendo xq me encanta leerte Anita.
    Uffff, sabía que había más detrás de las risas muchas veces sentidas como "dibujadas".
    Ya te dije, donde me lleves, voy...
    Mil besos,jajaja.Este Inti me contagió ;)

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  9. ¡El verde!, el color de la paz interior y la esperanza, tu como siempre dejando a la imaginaciòn la belleza de tus letras...

    abrazos

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  10. Color esperanza ,de sueños cumplidos,del renacimiento interior.
    besotes¡¡¡la madre que te parió!!!Ja,ja,ja,ja...me encantó.

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  11. Vendré de vez en cuando a verte ,cuando la polineuropatía me dé un respiro,mientras tanto dame un abrazo sin apretar y un besazo enormeeeeeeeeeeee.
    Gracias.

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Antes de nada: gracias.