Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

martes, 2 de febrero de 2010

EL CUENTO Nº63 DE LA LUNA OSCURA. UN VIAJE POR EL ALMA. TENTACIÓN NOCTURNA.




Aquel día el atardecer se resistía a abandonar su tiempo y la luna retomó su viaje en la suavidad de una luz que no era suya.

Un instante envuelto en música consiguió llamar su atención y la condujo a un paraje que rozaba lo irreal, un bosque profundo de verdes intensos, un rio con aguas cristalinas que corrían lentamente en paz y un bello edificio escondido tras una rosaleda, de una hermosura tal que le extraño no haberlo descubierto antes.

Acariciada por la melodía triste de un piano y embriagada por el dulce perfume de aquellas rosas casi pálidas, supo que al caer el día intentaría regalar su más íntima luz para que el misterio del que comenzaba a ser testigo en aquel palacio no se desvaneciese en sombras.

Tímidamente se acercó más y al hacerlo contempló a una joven que, con la mirada perdida en aquel paisaje, parecía estar rodeada de un triste anhelo.

Quiso oír el alma de aquella muchacha, pero sólo logró escuchar los latidos de un corazón que golpeaban fuertemente su pecho bajo el vestido de muselina, y observó cómo hasta ella se había acercado un hombre.

Su sonrojo ante él, delató la inocencia de no poder sentir, y su respiración por momentos ausentes, ahogó las palabras que nunca pronunciaría.

Pretendió la luna entender porque aquella mujer trataba de ocultar sus sentimientos y simplemente decidió contemplar aquella escena en silencio.

Él le hablaba dulcemente guardando cierta distancia y ella le escuchaba tratando de no perder el orgullo y la compostura. Quizás cuando él se acercó a su mejilla no percibió como sus ojos brillaban llenándose de él y su piel alba alcanzaba el rubor no deseado. Tal vez aquel hombre no se dio cuenta de cuánto amor se encerraba en aquella joven desde el momento en el que ella supo que nunca sería suyo.

El atardecer moría iluminando aquel rincón en el que él le hubiera susurrado palabras prohibidas en una dulce tentación si no hubiera sido porque aquel piano les negó una pieza sin fin.

Era el momento y elevándose con fuerza la luna quiso brillar para ellos pero cuando alzó su luz la joven se encontraba de nuevo sola y lejos de ella, dentro de una de las habitaciones aquel hombre, buscando el olvido, se acercó a otra mujer que al verle sujetó con ternura su brazo.

Quiso entonces la eterna abrazar en su luz a la joven solitaria, prometerla que algún día brillaría por un amor real pero los ojos de su amiga brillaron más que ella cubriendo con sus lagrimas dulces una rosa que guardaría su secreto, y entonces supo que existen momentos que se sienten eternos a pesar del dolor y la tentación.

6 comentarios:

  1. Holaaaa
    Que decirte?!..hermoso, me encantan estos cuentos!!!

    besitos corazon!! cuidate

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  2. Al menos al visitarte, me envuelo en esa atmòsfera de relax, de palabras hermosas y paz, lejanos de mis escritos siempre contestatarios...¡hermoso!

    mis abrazos

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  3. Siempre es un placer pasar a leer tus cuentos, un abrazo.

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  4. eS QUE HAY ALGUNOS HOMBRES QUE SOMOS IRRESISTIBLES

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  5. Hola cielo otra maravilla de cuento a cual mejor este es precioso muy sentimental
    un beso corazon

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  6. Leyendo tu cuento en este atardecer escucho la armoniosa melodía de ese triste piano cuyas notas musicales acompasan las lágrimas que gota a gota humedecen los pétalos del amor.

    UN BESAZO, SOBRINA.

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Antes de nada: gracias.