Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

miércoles, 14 de diciembre de 2011

LOS RELATOS DEL AGUA 9. LA ESCRITORA DEL AGUA.



Erase una vez una mujer que se declaró a sí misma escritora del agua. Pero no, no es que escribiera acerca del líquido elemento, como estoy haciendo yo en estos relatos, no, ella escribía sobre el agua y allí donde sus ojos captaban aunque fuera una sola gota, sacaba su pluma, su bote de tinta del color del cielo y comenzaba a escribir en la frágil superficie con gran habilidad y destreza.

¿Lo probasteis alguna vez? Yo, al de saber de esta dama, confieso que lo intenté sin acierto, ni gloria, pues mi tinta acaba diluida formando extrañas figuras que ni por asomo parecían letras.

Dicen que una vez escribió un poema de amor en un charco, y quién pasó caminando cerca de él, procuró no pisarlo, deteniéndose para leerlo. Hasta los niños, con sus botas de agua de colores, respetaron aquellas palabras, preguntándose con asombro quién había logrado que flotaran de una forma tan hermosa.

Muchos aún recuerdan aquella poesía a pesar de que aquel charco terminó evaporándose. Será porque hay palabras que, como el agua, brotan y enriquecen la senda por la que discurren, o porque hasta un charco puede llenarse de belleza (quizás, por eso, aquella escritora le regaló uno de sus mejores poemas).

Una vez la preguntaron por qué no escribía como todos los escritores para que su obra no se perdiera, y ella simplemente contestó que hacerlo así era su sueño, un sueño que derramaba con aquella tinta (me pregunto de dónde la sacaría).

También dicen, que la casa en la que vivía estaba llena de vasijas planas, platos, fuentes y los más variados recipientes con agua. Ella los llamaba su gran novela, y quien la visitó juró no haber leído una historia igual.

El día que puso fin a esa obra, abandonó aquel lugar y mientras escribía palabras en las gotas de una lluvia que en aquella despedida la acompañó, supo cuál sería su siguiente reto: escribir un mar entero, llenando las olas de cuentos.

Allí se fue, a su mar, donde no quiso aceptar que las olas no querían historias sobre su piel, que por ese motivo huían veloces, llevándose fragmentos incompletos…

Así supe de ella pues, aún hoy, allí continúa en aquella orilla tratando de escribir su gran obra.

Este verano iré por fin a conocerla, aunque a lo mejor cuando llegue, ya haya conseguido su objetivo y no esté.

Me pregunto cuál será su siguiente sueño…

3 comentarios:

  1. me ha encantado!!
    si es que la piel del mar se resiste a tener la huella de la tinta impresa....

    Un beso!!!

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  2. Que bonito cielo me encanto muy sesible
    un beso grande

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  3. Será un verano especial...lo se...
    un beso!

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Antes de nada: gracias.