Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

sábado, 23 de octubre de 2010

EL CUENTO Nº85 DE LA LUNA OSCURA. EL FIN DEL VIAJE POR EL ALMA. EL SUEÑO DE UN ANGEL...




Mi viaje comenzó aquí, ya hace algo de tiempo…

Hoy he vuelto para terminarlo, y tenía que ser en este mismo lugar. No había otra forma de hacerlo.

¿Lo recordáis?

Aquella noche la luna despertó en el viaje de su alma, llena de aquella nostalgia que tanto ahondaba en su sentir, la tristeza que le hacía ser única aunque a veces consiguiera olvidarla, la melancolía que nacía en su interior y proclamaba en brillos llenos de toda su luz.

Buscando el silencio regalado por instantes solo suyos, escuchó el sonido de lágrimas que eran derramadas en la sinceridad de una emoción que en sus noches cobraba vida, y así llegó de nuevo hasta un jardín de piedra donde pudo observar a un ángel en forma de mujer que caminaba lentamente.

En aquel lugar apagado en sombras, fue testigo de cómo a cada uno de sus pasos, la dulce humedad derramada por los cálidos ojos de aquel ser, regaba aquella tierra oscura alimentándola con sus propios latidos y consiguiendo fecundar en ella una maleza de un verde tan intenso como el color de aquellos ojos.

Compartiendo aquel momento, la luna quiso regalarle el más hermoso de sus esplendores guiando aquellos pasos, y fue testigo de cómo su búsqueda se llenó de un misterio que profanaba las reglas de otro cielo, mientras la maleza comenzaba a extenderse y a cubrir las lápidas olvidadas.

Nunca la luna había contemplado a un ángel llorar en sentimientos prohibidos.

Cerca del amanecer, aquella criatura extraordinaria encontró lo añorado y, sabiendo que aquella sería la última vez que desplegaría sus alas, se elevó gritando al cielo el amor que había sentido en su guarda.

Mientras descendía en su renuncia, pidiendo perdón, supo que para ella no habría nuevos amaneceres si no era con él.

Cuando por fin sus pies se posaron de nuevo en la tierra, sintió como su vida comenzaba a escapar suavemente y se recostó sobre la piedra fundiéndose en ella, tratando de sentirle por última vez.

Como si un sueño de paz le embriagara, pudo observar la luna como aquel ángel cerraba los ojos arropada por aquel manto lleno de nueva vida y prometió volver cada noche de nostalgia para regar aquel jardín con sus propias lágrimas y velar por el amor dormido en aquel sepulcro...

Pero la luna no cumplió su promesa.

Después de aquella noche sintió tanto dolor en su corazón que decidió continuar su viaje por el alma para ahondar en sus sentimientos y tratar de desprenderse de esa melancolía que tanto la entristecía.

Fue un viaje largo y en cada una de sus noches comprendió que nunca dejaría de ser luz y oscuridad en ella misma. Que la felicidad y la alegría de la vida la acariciarían también llenándola de un sentimiento vivo que palpitaría en su interior, que apaciguaría sus sueños...

Y que el amor… el amor añorado no siempre se bañaría en nostalgia.

Cuando por fin llegó a su destino y lo alcanzó, poniendo fin a su travesía, sintiéndose aún más viva, volvió a aquel lugar, y al hacerlo observó en silencio como aquel sepulcro apenas había cambiado, y aquel ángel que una vez baño su luz de lagrimas, permanecía recostado sobre la tumba de su amor.

Contemplando aquel rostro lleno de paz, la luna se sintió contagiada y aunque ya casi no recordaba cómo hacerlo, descendió serenamente a través de su luz.

Hubiera podido tentar a la magia y devolverla a la vida, pero era tanto el amor que esa piedra fría transmitía, que se negó a sí misma el egoísmo de hacerlo.

¿Quién podría quebrar una imagen tan bella?

Sentándose a su lado acarició sus cabellos y su rostro, y una suave sonrisa se dibujó en su blanca luz al darse cuenta que aquel ser aún conservaba sus alas.

No. No las perdió.

Mientras besaba delicadamente su mejilla se prometió que ella no sería la que rompiese su sueño, y permaneció a su lado hasta que llegado el amanecer, el alba le recordó que había llegado su tiempo y se retiro sin miedo a quedarse dormida y volver a soñar...

Y hasta aquí llegó este viaje.

No puedo acabarlo, sin dar las gracias de nuevo a mis dos amigos, Rafa y Diablo que también viajaron conmigo, regalándome dos cuentos maravillosos que siempre guardaré y no sólo aquí.

Gracias por ser quienes sois, por animarme, por alentarme, por compartir algo más que simples palabras escritas en un papel…

Sí, gracias por vuestra amistad, y sobre todo por estar.

También tengo que agradecer a Julio Verne y a su obra “La vuelta al mundo en ochenta días” que me inspiró en el recorrido de este viaje.

Y también a todos vosotros que me habéis acompañado.

Habrá más viajes, seguro, y espero contar con vosotros, con los que lleváis conmigo desde el principio y con los que os habéis ido incorporando y compartís con esta servidora las noches de mi luna oscura.

3 comentarios:

  1. Llego tarde a esta bella narracion, pero llego, amiga.

    Lindisimo leerte, como siempre.

    Besos y feliz tarde de domingo.

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  2. Juer, he llegado justo a tiempo de leer el final. Con tiempo me dedicaré a recorrer todos estos relatos. Pues la verdad, me ha gustado.

    Un beso.

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  3. No me queda otra opción que felicitarte por este magno trabajo que hoy concluye, ultimado con este delicado relato.
    Me consta que durante esta larga travesía ha habido momentos dispares, unos felices y otros menos, sin embargo, a pesar de los obstáculos que a su comienzo no fueron presentido, hoy llega nuevamente a puerto seguro, al reencuentro, quizas algo mas magullados corazón y piel, avejentados los ojos, henchida de experiencias vividas, de aventuras que han marcado algunas arrugas en la frente,... si viajero, las aventuras conllevan un pago irremediable.
    Me recuerdo cuando me hablaste en su dia de este magno proyecto, casi parecía utópico, irrealizable por su magnitud, pero tu lo tenías muy claro, aún quedaban muchos de sus cuentos por escribir, casi todos, más, me consta que antes de publicar ya tenías mas de uno escrito en el cajón, a la espera, ¿Era la fiebre del poeta? ¿Andaban las musas alteradas?
    Sin duda el haber finiquitado este gran reto te habrá dado los ánimos que hace algún tiempo te habian abandonado. sin duda yo así lo creo y espero, sino, que sepas que aqui tienes un amigo que siempre agradece saber de tí y, mas aun, ser algo cómplice en tus aventuras.

    BESOTE

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Antes de nada: gracias.