Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

miércoles, 6 de octubre de 2010

EL CUENTO Nº80 DE LA LUNA OSCURA. UN VIAJE POR EL ALMA. CRUCE DE CAMINOS.




¿Cómo he llegado hasta este frío cruce de caminos?

Estoy en Omaha, un intento más de mi agente por sacarme a flote. El pobre cree que me salvará pero en el fondo sabe que simplemente me dejo llevar, ebrio, completamente ebrio como cada día.

Pero hoy, entre el público, la vi de nuevo y sentí como sus ojos escudriñaban cada una de las notas de mi última canción, agotando mi tiempo. Y de nuevo el frío. Tan gélido como el hielo que acompaña el whisky que ahora saboreo y que hace que me entregue a mi consciencia; tan crudo como su reflejo en la oscuridad que me persigue.

“Mi alma cantara en esta noche un blues y la melodía de tus lagrimas lo acariciarán como entonces...”

De nada servirá que trate de ocultarme en la sombra de mi guitarra que con gran maestría recuerda aún las canciones pasadas. Pues después de ella se ahogó mi mundo en su infinito.

Quizás tenga aún unos minutos más, el tiempo suficiente para que el dueño del bar salga y me entregue mi parte de la recaudación, y con un poco de suerte pueda invitarme de nuevo.

No sé por qué me preocupa ahora mi vida si decidí enterrarla en cada uno de sus segundos. Otro trago.

“No habrá lunas que lloren tu ausencia, y el tiempo se apagará en mi voz cada vez que mi guitarra piense en ti...”

Siempre fuiste tú desde el primer momento. Quise alcanzarte y hacerte mía y en el intento las letras brotaron fácilmente. Mi fiel compañera cantó por ti y tu pasión, roja como el carmín de tus labios impreso en mi cuello, me hirió de muerte.

No pude ni quise renunciar a ti, y sin embargo me dejaste y he tenido que luchar contra la tenue luz para que no se escapara tu recuerdo ahogado en el alcohol, fiel aliado de esta desesperación.

“Sí. Mi alma cantará en esta noche su último blues y lentamente desangrará gota a gota la historia de nuestro amor...”

Oh fría Omaha ¿Por qué me ha tenido que encontrar aquí?

Sólo pido unos minutos más para que pueda vivirla de nuevo, para que pueda saborear su cuerpo, sin temor a que la muerte me alcance aferrado a mi guitarra.

3 comentarios:

  1. ¡Cuánto me alegro vuelvas a escribir!

    Una desesperada historia, en la que no cabe más olvido ni más whiski.

    Impresionante como llevas hasta dentro de un alma atormentada.

    Abrazos.

    ResponderEliminar
  2. Te haces desear, pero siempre recompensas con tus maravillosas historias...

    mis cordiales saludos

    ResponderEliminar
  3. Es muy intenso este relato, mucho, quizas algo precipitado en su ejecución, el trazo es firme pero se desdibuja...

    Estando, como se sobreentiende, en Oriente chiría hablas de whisky y blues, mejor lo hubieras dejado para el siguiente, Chicago, ciudad del Jazz y cuna del blues urbano.

    Justamente en este momento ando releyendo las dos primeras novelas de Jesus Ferrero. Las leí en su dia en primera edición, compradas, pero las perdí mas tarde entre tantas cosas que se quedaron tras mi separación matrimonial y posterior divorcio. ( Bélver Yin y Opium). Seguramente te hubieran dando alguna idea sugerente. Yo, aun ando releyendo el segundo volumen, fijo muchas veces conceptos para nuestro comun relato interrumpido ( Bambú).

    Comenzaste esta nueva andadura con sábia nueva, demostrando maestría sin duda. ¿Cuanto me alegro! Estas preparada, lo presiento, gran escritora.

    BESOTE

    ResponderEliminar

Antes de nada: gracias.