Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

martes, 19 de octubre de 2010

EL CUENTO Nº 83 DE LA LUNA OSCURA. UN VIAJE POR EL ALMA. LA LEYENDA DE FARKA.






Mi abuela siempre estuvo orgullosa de ser una descendiente del pueblo maorí, a pesar de la distancia que la separaba de su continente.

Recuerdo que siendo niña, las noches que mis padres salían y nos quedábamos solas, ella era la que me arropaba. En mi dormitorio descubría la ventana para que el reflejo de la luna quebrara la oscuridad que yo tanto temía. Entonces comenzaba a relatarme leyendas de su pueblo y los colores de su tierra iban envolviendo su voz.

Así supe de Rangi que era el cielo, y de Papa que era la tierra, y que en un principio ellos lo fueron todos unidos por un abrazo, que sólo fue roto por sus hijos, provocando la entrada de la luz en el mundo.

En los días de lluvia la pareja lloraba por su separación, y con ellos aprendí a escuchar en silencio el sonido de esas gotas.

Pero de entre todas las historias que ella me narró, una se ha quedado grabada en mi recuerdo, y hoy soy yo la que se la cuenta a sus hijos. Es la historia de la única guerrera del pueblo maorí.

Taimu, jefe de una de las siete tribus, era venerado entre los suyos por su sabiduría y por su valor y habilidad en el combate. Los pueblos rivales le respetaban y gracias a ello después de años de guerra su gente había vivido en paz.

Pero él sabía que cuando muriese todo cambiaría pues entre el resto de los miembros de su clan ningún guerrero compartía su destreza, y a su pesar, la vida no le había agraciado con un descendiente varón al que poder transmitir su legado.

Su única hija fue Farka, y aunque desde su nacimiento la amó, no pudo evitar sentir el fin de su dinastía y el de la paz.

Siendo testigo de cómo el resto de hombres enseñaba a sus hijos y viendo las ceremonias en las que los jóvenes se tatuaban el rostro y cuerpo en señal de su preparación, tomó una decisión, y tentando a Tu, el dios de la guerra, cuando su hija tuvo suficiente edad, rompió la tradición y la fue instruyendo en las danzas que escondían el secreto de la victoria, en el combate, pero también en el amor hacia su pueblo.

Y si bien el rostro de su hija no podía reflejar con dibujos su valentía, fue el tatuándose por ella el resto de su cuerpo, y en cada logro una marca….

Farka atesoró con gran habilidad cada segundo de las enseñanzas de su padre, y con su complicidad supo ocultar su destreza a todos los demás, convirtiéndose en el orgullo de Taimu.

Lo único que no pudo encubrir fue su belleza de mujer, que pronto despertó el interés entre los varones de su tribu, pero también en el de las rivales.

Y Tu se aprovechó de eso para comenzar su castigo…

Un día un jefe vecino acudió con su sequito para comprobar si era verdad que tal mujer ensombrecía la belleza de la luna, y asombrándose de que así era, lleno de codicia, la quiso para sí y propuso al padre que se la entregara transcurridas diez noches a cambio de una alianza eterna de paz, o en caso contrario se iniciaría la guerra.

Aunque estuvo tentado, viendo como su hija aceptaba el sacrificio, no pudo si no rechazar la propuesta pues también leyó en su corazón el dolor de Farka por alejarse de los suyos.

Aquella noche las sombras enemigas, aprovechando la debilidad de aquel guerrero que ya no era tan joven, le sorprendieron y sin darle opción a que se defendiera, le arrebataron furtivamente el alma.

Ante su lecho mortuorio, recorriendo con la yema de sus dedos aquellos tatuajes, Farka, cubierta en lagrimas, tomó la mano inerte de su padre, y llevándola hacia su rostro juro vengar el daño que se les había hecho.

No se respeto el duelo y la amenaza siguió latiendo. Nueve noches. Sintiéndola, Farka acudió a los suyos para que se organizaran e hicieran frente al pueblo causante de aquel dolor. Pero todos la culparon de la muerte de su gran guerrero; y con miedo a la derrota, pues él no dirigiría más la danza, la repudiaron, asediándola para que se entregara y así por lo menos expiar su culpa.

En un último intento trató de hacerles ver que, a pesar de su entrega, los enemigos volverían para imponerse a todos, que su vida sólo era la excusa para iniciar la guerra, pero ninguno le escuchó.

Mientras intentaban apresarla, Farka consiguió escapar, y huyendo hacia los bosques cercanos, se escondió en la séptima noche.

Apenas pudo dormir, y agotada se sintió culpable por existir, porque su padre la enseñara rompiendo la antigua tradición y por ser mujer…

Pero nunca percibió el miedo, porque ya había perdido todo lo que amaba, y cuando se dio cuenta de ello comenzó a sentirse fuerte y vio claramente lo que tenía que hacer.

En la sexta noche comenzó el ritual para la batalla y templando un cuchillo al fuego, cinceló su rostro negándose a sentir dolor, pues ella era un guerrero.

Las noches siguientes observó con sigilo como avanzaba el pueblo enemigo, y como el suyo permanecía acobardado dispuesto a rendirse sin mostrar su valentía. Y eso la enfureció aún más.

Y así llegó la última noche llena de nubes oscuras que trataron de ocultar la luz de la luna…

Mientras los rivales se acercaban, se oyó un canto. Una voz desgarradora; y bajo la escasa luz, una sombra que empuñando una lanza danzaba amenazante sin ningún tipo de miedo.

La tribu invasora al ver que sólo un guerrero se enfrentaba a todos ellos, se atemorizó pensando que el mismo Tu había mandado un rival invencible para castigarles por la muerte de Taimu. Y con miedo a su venganza huyeron regresando a sus tierras.

Cuando el clan de Farka se dirigía a agradecer a aquel valeroso personaje el auxilio prestado, la luna en el cielo consiguió imponer su luz e iluminándola, la convirtió en leyenda.

Pero sólo pudieron verla durante un fugaz instante, y después desapareció en la oscuridad sin que nunca más se supiera de ella.

Cada vez que mi abuela terminaba de contarme esta historia, me decía que estaba convencida de que Tu, asombrado de su valor, decidió llevársela a su lado para hacerla su esposa, que la eternidad de su compañía templó su carácter y entre las gentes de su raza nunca más hubo guerras.

6 comentarios:

  1. Quien tuviera una abuela asi, para que nos deleitara con historias tan bellas como esta, querida Ana.

    Besos enormes.

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  2. Hola Ana...
    Magicamente lograste llevarme a mi niñez, donde MI ABUELA me deleitaba con cuentos de su tierra, entes de dormirme¡
    Buen cuento,AMIGA¡
    Un abrazo enorme
    Osvaldo

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  3. Hola cielo otro bello cuento una bella historia de la abuela
    un beso corazon

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  4. Farka desapareció, pero muchas hijas de Farka pueblan la tierra. Guerreras indomables que pelean cada día con palabras, hechos, etc...

    Para muestra la autora del cuento.

    Abrazos.

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  5. Particularmente hermoso este relato,quizas porque me lleva a mi propia infancia y a los que solìan contarme, en otro contexto mas real y doloroso, pero siempre he pensado que los cuentos que nos dicen de chicos nos animan a escribir mas tarde...
    cariños

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  6. Es un relato redondo. Con cada nueva entrega me sorprendes más aun que en la anterior. Pareces que definitivamente has vencido tus titubeos en la composición, has enriquecido sustancialmente el vocabulario ajustandolo con precisión a la intención narrativa, silmutaneando de manera magistral lo poetico engarzado con sutileza a un ritmo muy cuidado, en definitiva, a una prosa que roza el preciosismo sin caer en un amaneramiento barroco que destiña la trama en ningún momento. Mis felicitaciones nuevamente, auguro que no será la última vez que habré de hacerlo.

    BESOTE

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Antes de nada: gracias.