Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

viernes, 8 de octubre de 2010

EL CUENTO Nº 81 DE LA LUNA OSCURA. VIAJE POR EL ALMA.RETAZOS DE SILENCIO.



Cuando por fin llegue a mi oficina tuve esa extraña sensación de que aquel pequeño departamento, que había alquilado hace casi dos años, se estaba convirtiendo en mi hogar; Y no por aquellas flores que la señorita Green, en uno de sus gestos habitualmente maternal, había colocado en un vaso encima de mi escritorio, sino porque aquel espacio gris era el único lugar donde podía pensar claramente.

Margaritas blancas. Las flores eran margaritas blancas.

De nuevo llovía y con la luna ausente, las luces de neón de la ciudad se cubrían de nuevo de esa extraña bruma que apagaba su brillo. El otoño había llegado y la noche asediaba con su oscuridad a las tardes cada vez más frágiles.

Eran cerca de las ocho y lancé una última mirada a través de la ventana tratando de extinguir en vano el bullicio de los automóviles.

Mientras me quitaba mi gabardina observé que mi eficiente secretaria me había dejado dos notas de aviso urgente.

La primera era de Oscar, mi hijo. Me resultó extraño que hubiera llamado. Pensé que quizás necesitase algo de dinero, aunque desde que se fue a la Universidad siempre llamaba a su madre para tratar esos asuntos, y no a mí. Eso me hizo recordar que la última vez que nos vimos discutimos; no conseguía arrebatarle de su mente la idea estúpida de querer ser policía.

La segunda nota era del señor Harold. Había llamado con insistencia. Tendría que acabar mi informe de una vez por todas y comunicarle que, hasta donde habían llegado mis pesquisas, el pretendiente de su hija no escondía ningún trapo sucio.

El señor Harold y su preciosa hija…

Aquella misma mañana había acudido a la comisaría donde Harry, uno de los pocos compañeros de confianza que aún me quedaban allí, me había informado que Johnny Stadlon estaba limpio.

Todavía cuando acudo a mi antiguo lugar de trabajo y veo mi mesa, algo se mueve dentro de mi estomago. Diecinueve años de servicio que decidí tirar por la borda el día que Oscar me dijo que quería pertenecer al cuerpo. El por qué lo hice sigue siendo la mejor de las razones, y ser detective privado al fin y al cabo no estaba tan mal.

Quizás el Señor Harold estaba equivocado y aquel joven que había entrado a trabajar en sus oficinas hacía poco tiempo no era en realidad ningún cazafortunas como él pensaba.

Aunque realmente algo sí era sorprendente, cómo aquel ser anódino y Susan Harold, una preciosidad rubia inteligente y con un porte que hacía ensombrecer a cualquiera que se arrimase a ella se habían conocido. Porque Chicago es una ciudad demasiado grande para las casualidades y yo no conseguía creerme del todo que al tiempo de conocerse, ella desconociese que su pretendiente era un empleado de su padre.

Quizás simplemente fue un acto de rebeldía. Como el de Oscar, o como el mío.

Sin más, recuerdo que decidí que ya terminaría el informe al día siguiente y poniéndome mi gabardina gris, me sumergí yo también en el bullicio mientras pensaba dónde podía haber encontrado la señorita green aquellas flores.



6 comentarios:

  1. La nota de frescor de las margaritas en otoño debe ser una sensación de lo más placentera...

    en contraste con todos los demás personajes.

    Muy bueno.

    Abrazos.

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  2. Si te lo dijo yoooo...eres mu buenaaa!!!

    un placer inmenso mi niña, volver a leerte de nuevo!!!

    Un besazooooo!!!

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  3. Me uno a lo dicho, eres excelente...pero eso ya lo sabes...

    mis abrazos

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  4. http://img253.imageshack.us/img253/2083/isos.png http://kratosellas.blogspot.com

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  5. Hol4 4nit4, gr4ci4s por p4s4r 4 visit4rme. Me F4scin4 tu form4 de escribir y m4s cu4ndo tom4s 4 vuetsr4 lun4, 4 pes4r ke est4 muy lej0s de vosotros. Pues por 4kí est4re, leyendo c4d4 líne4 ee lo ke escribes...S4ludos

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  6. Increible, realmente increible. Ana nos deja un relato, casi apenas un dibujo, un boceto, con un lenguaje tan directo, entroncado a los mas clásicos del género negro americano, donde las sensiblerias apenas son plausibles, donde la atmosfera queda delimitada por detalles, gestos,... triviales, anodinos, corrientes...

    En verdad te digo he quedado sorprendido en esta vertiente nueva en tu voz, escritura, y que tan bien has resuelto, con verdadera maestría. No concibo este relato sin una atenta lectura previa del realismo directo que los autores americanos vertieron en sus páginas. A diferencia de lo que yo intenté, intento en mi relato de "La desaparición del contador...", mas entroncado con la novela policiaca española que surgiera a partir de los años 80, donde se une tintes de los clasicos con el costumbrismo mas arraigado en nuestra literartura pátria.

    Sigue así reina. Me encanta y alegro que alcanzes y demuestres nuevas voces con tanto poderío.

    BESOTE

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Antes de nada: gracias.