Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

martes, 3 de marzo de 2009

EL PRIMER CUENTO DE LA LUNA OSCURA.


La primera noche.


Me encontré con ella en el jardín de un cementerio colmado de esculturas de alabastro, en una noche calada de silencio sólo interrumpido débilmente por el murmullo afable, apacible, del agua vertida en una pequeña fuente que coronaba un ángel caído.



Parecía desorientada  y en su rostro era visible una melancolía profunda. A través de su mirada, pude avistar el tiempo que aquella mujer llevaba caminando descalza, inestable, sin rumbo; el perfume desprendido de su piel, permitía adivinarla atravesando las rosaledas colindantes dejadas atrás entre las sombras mudas. En mi visión, las rosas negras que las poblaban se apiadaban de su dolor alfombrando con pétalos oscuros sus pasos, en un intento de mitigar el dolor  de sus heridas, pero ella no sintió el alivio y siguió avanzando perdida, inalcanzable, con los ojos bañados en amargura. Aún así… me pareció hermosa, como un espíritu errante, extraordinariamente hermoso, diáfano y casi traslúcido.


Cuando cayó de rodillas quise detener su golpe contra el suelo mas no pude. Extendió su mano hacia mí, pero pensé que si la tocaba desaparecería, y, en mi egoísmo, no lo hice… Fue entonces cuando inclinó su cabeza, apoyó las manos en el suelo, y en una exhalación que pareciese la última, se incorporó de nuevo. Sin mirarme, reemprendió de nuevo su perseverante marcha.


Supe que aquella mujer iba en busca de algo, y aquella búsqueda se convirtió en la mía. Así caminé por la noche, soñando con ella, y aunque me sentía sola, la soledad no me hizo daño, porque iba a su lado.


La segunda noche.


Intentábamos avanzar a través de la oscuridad, pero no encontramos la forma de salir de aquel jardín.


Atravesando las sombras que nos rodeaban, apareció alguien y ella se escondió tras una lápida fría. Era un hombre con destellos de plata en su cabello. Se sentó en uno de los bancos y empezó a hablar.


Por un momento creí que se dirigía a mí, e hice que su voz sonará dentro de mi alma para tratar de entender lo que decía.


“Te vi y por un momento quise desvanecerme como el humo, pero no lo desee con mucha fuerza.

Supe que estabas tan sólo a tres pasos, y aunque tu voz me atraía hacia ti, ni siquiera quise mirarte.

Y, cuando casi me arrepiento de estar allí, te acercaste.

No supe qué hacer. Me miraste, y por un momento pensé que no lo ibas a decir.

Casi te odio, pero no lo desee con mucha fuerza.

Y así te amé y ahora por más que busco no te encuentro”.


Sentí lástima de aquel hombre y derrame dos lagrimas sobre él y su amor imposible, mientras sus pasos le alejaban de nosotras.


Él se fue y, tras la lápida, pude observar como mi compañera se había quedado dormida. ¿Le habría escuchado?


No quise despertarla…


La tercera noche. Del caballero de la luna.


Quise que me hablara, pero no lo conseguí. Se había despertado y otra vez comenzaba a andar y, entonces, fui yo la que le hablé de mi caballero.


“Sentí deseos de abrazarle, de que me hablara en susurros que resbalasen por mi cuello, y tan sólo un roce de sus manos me hizo estremecer.

Me fijé en su boca nacida para besar, y más que en besos, pensé en palabras de amor, de ternura.

En ese momento, le hubiera besado de no ser porque el sol hizo acto de presencia invadiendo y secando todo a su paso, rompiendo los lazos que en la noche mi luna había tejido.

Cuando más resonaba mi melodía nocturna, el caballero de mis sueños se escondió detrás de una montaña.

Juré entonces que siempre que hubiera luna llena, y la contemplara, me acordaría de él, del caballero de la luna y le buscaría”


De repente, por fin sentí que ella me había escuchado y de nuevo lloré, pero esta vez derrame sólo una lagrima.


¿Me contemplaba a mi? No, no lo hacía, simplemente atravesaba mi cuerpo con su mirada consiguiendo que las dos sufriéramos.


La cuarta y última noche.


Empecé a creer que ella percibía mi presencia, y en la fuente, cuando se acercó para beber, pudo ver por fin mi reflejo en el agua, y yo a ella en sus ojos.

Por fin sonrió…


Así entré dentro de ella y deje de ser la luna oscura, y ella dejo de ser la dama errante.


Nos convertimos en una simple mujer que durante un tiempo ando dividida, sin saber quién era; una mujer que caminó sin corazón porque se lo habían roto, una mujer que deambuló sin espíritu porque su mente dejó de pensar.


La luna era su alma y ella sólo un cuerpo.


Yo era la luna y el cuerpo, pero durante un tiempo sólo la luna oscura que de noche soñaba con lo que fue, sin pensar en lo que era, hasta que los recuerdos dejaron de doler y sólo el alma de lo vivido pudo renacer de nuevo.


Aunque con un alma en parte de luna oscura y ese brillo en los ojos, supo que por fin saldría de ese jardín y ya no le buscaría, ni le recordaría.


Un deseo para el caballero de la luna:


“Deseo que en esta noche sueñes sin soñar que estoy a tu lado cubriéndote con mi oscuridad no tan oscura; que mi deseo por ti no te duela porque a mi ya dejó de hacerlo, y que sientas que simplemente es un aliento para que no dejes de ser quien eres”.




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14 comentarios:

  1. Ojalá todos los comienzos fueran tan bellos como este.

    Normal que luego el blog se desarrolle como lo está haciendo: sensibilidad y ternura.

    Abrazos.
    Manolo

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  2. Hoy que entro por primera vez en tu blog entro por la puerta grande y no como los maestros vestidos de luces que salen. Pues aunque tarde llegue mi entrada tiene la ventaja de tener a mano el comienzo de la andadura que decidiste hace ya tiempo con sentida hermosura plasmar con palabras y letras para admiración y deleite de corazones que sienten con la lectura apasionada.

    Prometo volver a visitarte en dias venideros y permito dejar huella de mi visita añadiendome a los que te siguen pacientes y sin prisa pero si con anhelos.

    Un saludo.

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  3. Ahora comprendo el nombre del blog, que bonito escribes, pues sigue que seguire siendo gran devota de tus fabulosos relatos.
    Con cariño
    Mari

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  4. Precioso relato, me ha gustado mucho y tampoco sabia porque se llamaba asi el blog...te felicito escribes genial...un abrazo y te invito al mio de poesias y si ya te invite perdona....abracitossss

    http://luzdelunaarwen.blogspot.com/

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  5. Hola cielo vengo del blog de gata en el tejado y vi tu cuento es divino me encanto hace tiempo que lo leo algo ta bello, desde ahora te seguire me encanta tu blog
    un beso desde mi Luna

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  6. HOLA AMIGAAAA
    CREO K DEJE EL COMENTARIO
    EN UNAD DE TUS ENTRADAS
    PARA MI ES UN PRIVILEGIO
    K LOS TENGAS LOS DOSSSSS
    UN VERDADAERO PLACER
    YA K ME ENCANTA VENIR A LEERTE
    TUS PALABRAS TIENEN UN ENCANTO
    ESPECIALLLL
    UN BESO ENORME
    VE POR ELLOS

    RECIBELO CON TODO EL CARIÑO DEL
    MUNDO DE ESTA LUNITA

    LuNa

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  7. Jajaja, el padre del señor marques no tiene titulo, lo siento, jajaja. Un bso.

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  8. Hola Ana,gracias por tu comentario,me gusta lo que escribes lindo cuento.Tengo otro blog de cuentos creados por mi,es solo para invitados,si te interesa me lo haces saber un saludo afectuoso.

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  9. Sólo el último párrafo es de ya de antología.

    Un gusto haber llegado hasta aquí.

    Besos.

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  10. Precioso...Si no tienes inconveniente te enlazo.
    Muchos besos.

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  11. Esto fue el primer post que subiste a tu blog!!! Es lo mismo!!!

    Te comente en aquel primer post!!!

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  12. Angel de luzmarzo 31, 2011

    Me subí a tu luna...y el magnífico resplandor de su alma que hablaba en letras me ha iluminado,amo a la luna,y ahora amo a tu alma que habla de amor y sufrimiento,pero sufres tan bien,tan hermoso,que es un gusto sentir tu dolor,te felicito luna,mas no eres oscura y si genial,un beso,espero más...

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  13. Saludos desde Venezuela! Tus cuentos son muy interesantes! Permiten disfrutar la luna de otra manera. Gracias! Voy a seguirte para continuar la experiencia.

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Antes de nada: gracias.