Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

martes, 26 de junio de 2012

QUIZÁS UN SUEÑO... EL DÉCIMO NOVENO





A veces he tratado de inventar sueños en los que acallaba sus latidos por miedo a sentirme viva, pero anoche latían tan fuertes.

Una vez soñé que me tumbaba sobre un campo de hierba verde y me convertía en tierra. Contemplé la vida en su más perfecta armonía y que irónico pero quise ser muerte.

Despierta, solo conseguí derramar lágrimas recordando aquel sueño.

Otra vez soñé que estaba en un bosque cerca de un manantial y contemplando la fuerza de aquella agua tan pura, me sentí débil y permití que ella guiara mis pasos.

Despierta, me contemplé en el espejo de mi dormitorio y supe que aún no había encontrado mi propio río por el que fluir libremente.

Y de nuevo soñé y supe que nunca dejaría de  soñar a pesar de que la realidad frenara algunos de mis sueños.

Cómo acallar la vida, cómo silenciarla si no puedo dejar de derramar sueños y de vivirlos con la intensidad de mil tierras, de mil ríos, de mil océanos, de mil fuegos, de mil amaneceres y de mil noches y  de mil lunas que se rompen continuamente en mí y en mis letras.

¿Cómo acallar la vida si hoy la siento más mía que nunca?

No. Hoy no regalo silencios…

1 comentario:

  1. hola
    Hacía mucho que no pasaba a verte, espero que estes bien!!! un saludo pues eso que la realidad no frene tus sueños

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Antes de nada: gracias.