Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

lunes, 18 de junio de 2012

QUIZÁS UN SUEÑO... EL DECIMOSEXTO





En aquella noche no deseé sinfonías…

Cerré mis ojos, como tantas otras veces, sumergida en mi silencio  y aquella pared encalada de vacíos se fue cubriendo lentamente con las hojas de una hiedra que sangraba verdes.

Busqué el sueño tratando de enredar las yemas de mis dedos en un vergel que venciera al olvido y sin quererlo escuché la melodía de mis latidos.

Despierta, dormida, desnuda…

Tumbada bajo aquel sol,  sentí en mi piel  la sombra de las pequeñas hojas del jazmín y dibujé sus suaves contornos sobre mi pecho, sobre mi vientre,  mientras la brisa de la tarde anunciaba mi tormenta.

Y a cada latido, la hiedra cambiaba su rumbo…

Una vez siendo niña atravesé un campo de trigo sin importar que las espigas arañaran mis piernas.

Recuerdo como a escondidas, trataba de subir a los árboles como mis hermanos, pero siempre me caía, hasta que encontré aquel campo y en él me sentí salvaje.

Y a cada latido, mi vida…

Es difícil vivir, soñar,  sin sinfonías.

1 comentario:

  1. y en cada nota de música
    una estrella que brilla
    y en cada suspiro
    un latido
    el latido de mi corazón
    cada vez que te leo
    cada vez que me sorprendes
    cada vez que te siento

    Un beso...no hace falta que te diga que me encantó!!

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Antes de nada: gracias.