Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

lunes, 30 de enero de 2012

LOS RELATOS DE LA TIERRA 6. CONFESIONES DE UN SER DE TIERRA.


Tratando de encontrar cuánto había de este elemento en mí, he decidido no mentirme más, no engañarme y reconocer que soy también un ser de tierra, pues no he dejado de caminar descalza sin importarme lo frío que estuviera el suelo sobre el que se deslizaran mis pies.

Aunque quizás nunca hallé mis propias raíces en esta tierra roja que contemplo cada día y que encumbró uno de mis mejores poemas, tendré que admitir que mis recuerdos sí quedaron aferrados a muchos lugares, algunas lejanos, que seguramente algún día volveré a visitar pues aún mis ojos no olvidaron el color de sus bosques, ni mis sueños su olor.

Y mientras los barrotes de mi ventana esta mañana me anunciaron que pronto se cubrirán con las más inmaculadas y que en mis noches, sus pétalos brillarán de nuevo bajo la luz de mis lunas, afirmo que seguiré soñando con primaveras descalzas sobre mi jardín y que, de nuevo, brotarán de mi vientre rosas cuyas espinas no rasgarán más mis entrañas.

Almendros estallando al margen de las carreteras por las que, cada día, paso…

Esta semana todavía recogen, sobre el suelo helado, los hombres de campo, los frutos negros de los olivos centenarios, recordándome que el tiempo es eterno y las estaciones se suceden sin piedad. No esperarán por mí, lo sé, pero yo pronto adornaré mi pelo con las flores del cerezo, mientras aguardo que el pequeño pájaro que siempre me visita vuelva a hacerlo y cante mis mañanas y mis anocheceres.

No me olvido del jazmín ¿Cómo hacerlo? Ni de las flores que de nuevo plantaré, ni de las gotas de lluvias rezagadas sobre la hiedra que rodea mis paredes, tratando de retenerme en este lugar…

Cómo negar que soy un ser de tierra si, desnuda, me imagino como el barro, esperando que sus dedos moldeen, cada noche, mis pechos. No, no temo manchar mis manos cuando es su tierra la que me cubre y la siento temblar sobre mí pues mañana será la mía la que le acaricie resguardándole del frío.

Y aún de rodillas, enteramente viva, no temo su castigo, ni a la muerte que, sigilosa, se desliza al tiempo que las campanas vuelven a anunciar su victoria y de nuevo alguien llora sobre un manto de flores. Quizás pasados unos días me olvide de su sonido, mientras resuena el eco de unos primeros pasos y otras lágrimas bañan otras tierras.

No, no puedo negar que forma parte de lo que soy, de mi vida.

2 comentarios:

Antes de nada: gracias.