Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

domingo, 29 de enero de 2012

LOS RELATOS DE LA TIERRA 5. RECUERDOS EN BICICLETA


He visto como crecían mis hijos en la misma tierra en la que yo lo hice y no he podido evitar, en ocasiones, sentir cierta tristeza porque no hayan tenido una infancia como la que algunas personas de mi generación tuvimos la suerte de disfrutar. Éramos niños que vivíamos en pequeños pueblos, rodeados de campo, y que íbamos prácticamente a todos los sitios montados en bicicleta.

Algunos, la heredaban de sus hermanos mayores, incluso de sus padres, tíos y otros, como yo, ni siquiera tuvimos esa posibilidad.

Recuerdo algunos sábados entristecerme cuando veía como mis amigos paseaban con sus bicicletas. Aunque siempre había alguno que me llevaba sentada sobre la barra, no era lo mismo y muchas veces era yo la que decidía quedarme en casa esperando su regreso para escuchar la aventura que habían vivido.

Nunca quise pedirles a mis padres que me compraran una, pues sabía que las cosas no eran fáciles en casa y trabajaban muy duro para que no nos faltara lo esencial. Por eso trataba de poner mi mejor sonrisa en esos momentos en los que me creía una niña desdichada, para que no se dieran cuenta de cómo me sentía.

No sé si fue uno de los días más felices de mi vida, supongo que de mi infancia sí, pero nunca olvidaré cuando cumplí ocho años y mi padre se presentó en casa a la hora de comer con la bicicleta más bonita del mundo. Era roja, brillante y con un timbre plateado; quizás un poco grande para mí, pero sí, mis pies consiguieron llegar a los pedales.

Creo que nunca me sentí tan orgullosa como aquel día, cuando entre lágrimas de emoción, me monté en ella mientras mis padres reían y comencé a dar vueltas a su alrededor.

La de excursiones, con la merienda a cuestas, que hicimos mis amigos y yo, aventuras llenas de todo nuestro entusiasmo por descubrir nuevos lugares, por sentir esa libertad y como nuestros cabellos se agitaban porque eramos capaces de romper el viento.

Sin duda fue un tiempo maravilloso en el que íbamos casi a todos los sitios sin que nuestros pies rozaran la tierra y no importaba que lloviera...

En el transcurso de estos años he podido ser testigo de cómo este lugar crecía, de cómo cambiaba y he vuelto a pasear, muchas veces, por aquellos sitios en los que parece que quedaron atrapados nuestros gritos, nuestras risas y aquellas canciones que cantábamos, pero ya no es igual.

Qué lejos nos parecía entonces que habíamos llegado en nuestras expediciones y qué cerca me parece ahora, si apenas salimos del pueblo.

Todavía conservo aquella bicicleta y aunque mis tres hijos han aprendido a montar sobre ella y supongo que guardaran también un recuerdo de aquel momento, no, ellos no han vivido como yo una infancia en bicicleta.

¿Sabéis? Todavía pienso que es la más bonita del mundo.

2 comentarios:

  1. ains...qué recuerdos niña...
    la primera bicicleta que tuve, y la única, era roja, mi color favorito...si la bicicleta hablaraa...jajaajjajajajaj

    Un beso guapa!!

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  2. Qué lindos recuerdos!! Yo también todavía recuerdo mi primer bici que tenía que compartir con mi hermano. Un beso enorme. Me encantó volver a esos tiempos.
    Besitos

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Antes de nada: gracias.