Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

lunes, 23 de mayo de 2011

LOS RELATOS DEL VIENTO. 5. UN VIENTO SOBRE EL ACANTILADO.







Justo antes de que el crepúsculo cumpla su promesa, existen días en los que el atardecer ofrenda su dulzura y suavidad. Cerca del mar, el viento se convierte en brisa, que mece, que acuna con delicadeza la espuma blanca…

Aquella mujer lo sabía perfectamente, pues había sido testigo de aquellos instantes durante casi toda su vida, sintiéndolos en la piel.

No podía renunciar a ellos, ni a aquella brisa que, cerca de su acantilado, mientras contemplaba la profundidad infinita, la acariciaba recordándole que, a pesar de la distancia, él la seguía amando.


Y en esos momentos, no existía nada más…

Buscando en aquel viento las promesas pronunciadas, permitía que de nuevo acariciaran sus labios.

No tenía ninguna duda, aquel viento era él, y cada tarde, de regreso a su hogar, se entregaba en cada paso, subiendo por aquel camino, sabiendo que aguardaba por ella.

Al igual que aquella montaña abrazaba al mar en aquel pequeño acantilado, ella de nuevo se aferraba a un soplo tibio de recuerdos, llena de esperanza.

Él volvería…

A veces, percibía como travieso jugaba con su pelo recogido, y entonces volvía a evocar aquellos momentos secretos bañados de su pasión. A él le gustaba desprender aquel pasador de nácar y ver como su cabello rojizo caía sobre sus hombros desnudos, tan blancos como aquella espuma…

Muchas tardes era ella la que soltaba aquel broche, imaginando que eran sus manos y permitiendo que el aire liberara aquellos mechones que no entendían de ausencias.

Rozando con la yema de los dedos sus mejillas, contemplando aquel horizonte, dejaba que aquella brisa borrara la nostalgia que a veces la invadía.

No tenía ninguna duda, aquel viento era él, y pronto volvería…


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4 comentarios:

  1. Fué siempre fiel a la cita? Espero que así fuera.

    Encantado de pasar tancerca de esta brisa...un beso

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  2. esa brisa le robaba el corazón cada día...
    no tengo palabras para describir lo que siento, hoy, al leerte...es maravilloso y me transportaste a ese momento en que el viento jugaba con su cabello...además...es dulce!

    Gracias por deleitarnos con tan hermosa historia.

    Un beso enorme con todo mi cariño, amiga mía!!

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  3. La silueta del desagravio se tinta de colores añil mientras, bajo el campanario caído, famélicas palomas rebuscan un signo de su pasado. Hubo promesas no concluidas, compensaciones disueltas, juegos donde las monedas estimulan los sentidos bajo la promesa de la penúltima oportunidad. El cielo se viste de colores a su antojo. En las noches tintinea el vidrio de los relegados. Al clarear, el día retoma su pulso. Las palomas ya no buscan, esperan tranquilas, sumidas en un letargo paciente. Hambre y frio no debiera existir en esta ciudad devastada. Caerá la tarde, irremisible, volveremos, pacientes, a soñar que el día de mañana tenga nuevo signo.

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  4. Que bello cielo me emocionaste un placer leerte siempre
    un beso corazon

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Antes de nada: gracias.