Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

martes, 17 de abril de 2012

QUIZÁS UN SUEÑO... EL SEGUNDO





Creo recordar que en el mismo instante en el que cerraba los ojos,  percibí un susurro lejano, un beso tibio derramado sobre mi mejilla, una caricia en mi pelo.

Abrazada a mi almohada, le abrí mis sueños, concediéndole un deseo.

Pero los sueños son un capricho de algo que aún no entiendo y así, sin comprender, desperté en mitad de los océanos de un alma desnuda.

Respiré, fundiéndome con el agua y en mi extraño renacer dejé que las corrientes me arrastraran a su orilla.

No, no escuché el rubor de las olas ante mi desnudez, ni contemplé el empeño de aquel cielo sin estrellas.

De pronto, en mi inocencia, perdí su abrigo y la arena fina comenzó a besar mis píes impregnados de diminutos destellos.

Mis labios secos. No había más huellas. El mar iba conmigo, llenándome de sus anhelos.

Y allí estaba yo, en mitad de un desierto inmenso que contemplando fronteras había escrito poemas llenos de soledad.

Grité suplicando sus vientos, desgastando mi aliento  y qué curioso que sin pretenderlo, me sentí parte de tu brisa.

¿Oíste mi grito? Porque te he esperado muchas veces en mi sueño deseando que estuvieras y sin embargo, en mi delirio, solo sentí tu desvelo. 

1 comentario:

  1. sin embargo, en mi delirio, solo sentí tu desvelo.

    profundas letras escondidas tras un maravilloso sueño, el que nos regalas, hoy, en tus labios secos...

    Un beso morenaaaa!!

    ResponderEliminar

Antes de nada: gracias.