Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

lunes, 14 de marzo de 2011

DIEZ CUENTOS NEGROS. VI. MINIMEI



Ni siquiera la oscuridad respeta los rostros inocentes porque en ellos, a veces, se refugia el mal.

La perfecta ironía en la que las convicciones y creencias se derrumban rindiéndose a la evidencia de que existen seres que nacieron sin alma.

¿Quién dijo que la cara inocente de un niño es capaz de quebrar el lado oscuro?


VI. MINIMEI


No se sabe quién conjuró la existencia de Minimei, qué o quién sembró la semilla para que viniera a este mundo. ¿Fue el demonio? Lo desconozco, pero algo sí es cierto y es que esta niña alcanzó la vida sin alma, y la maldad en su primera bocanada de aire invadió su cuerpo de recién nacida.

No habían transcurrido ni unas horas desde su nacimiento cuando sus padres supieron que algo extraño le sucedía a su hija. Fue en el momento en el que su madre se dispuso a amamantarla, y la pequeña rechazó su pecho gritando.

Nunca antes los médicos de aquel hospital habían oído unos alaridos de tal intensidad en un recién nacido. Rápidamente la reconocieron pensando que podía sucederle algo, pero tras finalizar las pruebas determinaron que era un bebe normal.

Aún así, siguió rechazando el alimento materno. Pero no sólo eso, pues Minimei sólo consentía que la tomarán en brazos para satisfacer sus necesidades y rechazaba con esos gritos cualquier muestra de cariño.

Sus padres se acostumbraron a no amarla, a no acunarla, ni siquiera a cantarle nanas, porque si algo odiaba la pequeña eran las nanas; algo curioso, porque al poco de cumplir un año aprendió a tararear una (Aunque a su madre le resultaba familiar, no conseguía recordar dónde la había escuchado).

No se puede negar que, a pesar de todo, Minimei no fuera una niña sorprendente. A los dos años hablaba y caminaba con soltura, incluso se lavaba, se peinaba, se vestía y comía sola, sin necesidad de que nadie la ayudara.

Se convirtió en una niña preciosa. Su pelo en tirabuzones rubios, su rostro dulce, angelical, y sus ojos azules llamaban la atención de todo aquel que la contemplaba. Pero nadie sabía que realmente ella jugaba con el mal, y sus sonrisas más hermosas se descubrieron en su pequeña carita cuando comenzó a causar dolor en los demás.

Un día, mientras paseaba con sus progenitores, descubrió un parque cercano a su casa donde otros niños jugaban, y les obligó a que la llevaran. Éstos se sorprendieron y pensaron que sería bueno para ella. Una vez allí comenzó a tararear aquella canción, y los demás pequeños se acercaron. Todo parecía normal hasta que dejó de cantar y los niños empezaron a gritar, a golpearse, mientras ella no dejaba de sonreír.

Sus padres, espantados por lo que habían presenciado, supieron que en su hija había algo maligno, y de regreso a casa decidieron que no volverían allí.

Aquella misma noche, mientras la madre se disponía a servir la cena, escuchó a su hija tarareando, y al sujetar la olla sintió como le empujaba y como se vertía la comida casi hirviendo sobre ella. Minimei reía.

Así llegó un tiempo en el que su familia estaba tan aterrada que decidieron encerrarla en su casa, mientras trataban de encontrar a alguien que creyera que su hija no era normal y pudiera ayudarles. La idea de que estuviera loca e internarla en algún centro psiquiátrico conseguía aliviar el peso de no entender aquella maldad que la envolvía, pero en sus intentos por liberarse de ella, su hija terminaba siempre simulando ser un angel y nadie conseguía creerles.

Minimei podía haber acabado con ellos, no los necesitaba, pero sabía que aún no había llegado el momento de abandonarles y consintió paciente su prisión. Pero el día que cumplió cuatro años, desde su habitación, escuchó claramente la música de su canción eterna y supo que aquella era la señal.

Ante el asombro de sus familiares, las puertas que la mantenían prisionera se abrieron y la pequeña salió de la casa siguiendo aquella melodía. Sus notas la llevaron a una feria que estaba de paso en la ciudad y ante un carrusel antiguo. Por primera vez sus ojitos brillaron de felicidad.

Sus padres intentaron seguirla, ante el temor de que pudiera ocasionar algún daño, y al llegar a la feria la madre recordó por fin dónde había escuchado aquella nana. El día que nació Minimei habían acudido a ese mismo lugar y cerca de aquel carrusel sintió las primeras contracciones…

Entonces, oyeron su voz cantando. Estaba subida a lomos de un caballito de madera negro. Los demás niños que compartían aquella atracción, la escuchaban felices, hasta que en las últimas vueltas dejaron de hacerlo y mientras Minimei, riendo, se desvanecía ante todos, el mal que la gobernaba invadió los cuerpos de aquellos niños, incluido el de uno que aún no había nacido.

Mientras los padres trataban de entender que era lo que había sucedido, dónde estaba su hija, vieron como, a su lado, una mujer embarazada se sujetaba el vientre con el rostro lleno de dolor, y en sus mentes oyeron tararear a Minimei, y sus risas…
No se despidió de ellos.




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10 comentarios:

  1. Vaya, eres realmente genial...
    Y el mal siguió habitando en nuevos niños de aspecto angelical... Escalofriante, pero genial.

    Siempre es un placer leerte.

    Un beso!

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  2. al final va ser verdad!!
    te van a contratar como guionista...
    me levanto y aplaudo, sí señor!!!
    magistral niña, magistralmente impresionante

    Un besooooo gigante!!

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  3. Consigues que se pueda visualizar cada cosa que describes, y no menos sentirlo…me encantó, eres un crack amiga ;-)

    Muackss!!

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  4. Esta vez me has dejado flipado chiquilla, escribes tan por lo derecho que haces que este género resulte más tétrico si cabe.

    Ya para empezar me has dado un pequeño (grande) vuelco con la imagen de la cría y luego “de regalo” pones al final otra foto peor. :)

    Me encanta el inserto literario de la nana, es algo arquetípico, lo mismo nos relaja que nos puede dar un poco de miedo, y tú juegas muy bien con esa música que canturrea la niña.

    La parte en el que la niña no quiere el pecho me ha recordado a una película de zombis que vi de pequeño y que me dio un miedo de la leche porque el bebé le pegaba un ñisco.

    Ya luego el final es apoteósico y ese cambio de receptáculo le pone un digno broche final.

    Genial niñuca., me gusta todo de ti.

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  5. Eres la única persona (desde que murió Poe) que consigues que me guste un cuento de terror.

    ¿Sólo van a ser diez entregas? Una pena.

    Abrazos.

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  6. De nuevo lo has bordado. Estas que te sales ultimamente.

    Hay una parte, un hecho en este relato, que a mí no me parece congruente, aunque tratandose ficcion de terror fantastico todo cabe.

    En la última parte, cuando la niña se pasea en el tiovivo y haces alusión-insinuasión a la transmisión de su espíritu maligno, endemoniado a otro feto de una mujer encinta que se encuentra en las cercanias, no me parece congruente hacerla desaparecer como por arte de magia, mejor hubiera sido hacerla fallecer por algún accidente fortuito o similar,en el momento de la transmutación a un cuepo en visperas de llegar a este mundo y que hará de nuevo receptáculo de este inmaterial pero perverso ser que necesita de un cuerpo con alma apenas desarrollada para seguir sus intenciones meláficas.

    También hubiera sido complementario al aludir este tiovivo adornarlo con alguna mención al personaje que lo administrava, de especto tétrico y poco amigable, insinuando pudiera ser un servidor de las devastadoras intenciones que sabía se urdian en ciertos momentos especiales al son de la cantinela que acompañaba las risas de los niños mientras paseaban subidos en aquellos caballitos tallados por el Diablo...

    Ya me conoces, tiendo a extenderme siempre mas de lo que debiera...

    Pero esos son manías mias, por lo demas está tu texto... que te cagas... Grrrr... expresión que en este caso viene como anillo al dedo.

    BESOTE

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  7. SIN COMAS NI NPUNTOS


    Cuando el auto del sargento frenó y quedó en descanso la cinta amarilla que delimitaba el cerco de los hechos se balaceaba como por rutina meciendo sus letras diseñadas con esmero frente al parabrisas algo húmedo por el largo trayecto bajo niebla que se depositaba sobre la tierra pero sin querer o tal vez si restregó las suelas de sus botas bien pulidas antes de salir de casa de haber prometido sin rodeos que para antes del anochecer estaría si no fuera por la fatalidad inexorable en la hora convenida para apagar las velas de la tarta confeccionada amorosamente a seis manos madre dos hijas seis pupilas también el café humeantes y el olor a chocolate animaba al descanso


    NO ES COMENTARIO

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  8. He pasado horas leyendo lo q no había podido... woowww amo regresar a tu mundo a tus letras formando palabras q llegan a la imaginación...
    te quiero!!!
    un beso ♥

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  9. ALUCINANTE. ¿De dónde sacas tanta imaginación?

    Consigues crear tu propio estilo y lo que nadie acaba por decirte, sintetizas a la perfección la historia que quieres contar.

    Escritora... ¿Para cuándo ese libro?

    Un fiel admirador.

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Antes de nada: gracias.