Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

jueves, 24 de febrero de 2011

DIEZ CUENTOS NEGROS. II. EL BOSQUE.




Barnizada de luz, la realidad resulta hermosa, sencilla, pero todo cambia cuando llega la oscuridad y se cubre de esas sombras alargadas.

He visitado lugares, he recorrido caminos, cientos, miles de veces, y todavía hoy no puedo evitar la confusión de mi mente cuando cae la noche y los convierte en extraños.

¿Dónde se esconden la luz y los colores? En su ausencia, existen crepúsculos que rompen la vigilia añorada.

Y en el develo… el miedo acecha.


II. EL BOSQUE


De nuevo despertó en aquel bosque en medio de la oscuridad.

Esforzándose para que sus ojos se adaptaran a la escasa luz que se filtraba a través de las hojas de los árboles, comprobó con temor que de nuevo estaba rodeado por aquellas siniestras sombras que pronto comenzarían a perseguirle.

Poniéndose de píe lentamente, se formuló la pregunta que noche tras noche acudía a su mente y a la que aún no había conseguido dar respuesta, aunque la idea se mostraba cada vez más clara: no conseguía recordar cómo había llegado hasta allí, ni cuánto tiempo había transcurrido desde aquel momento.

Pero no podía detenerse a pensarlo, pronto el tiempo desgastaría raudo las horas, y tenía ante sí de nuevo una oportunidad para intentar escapar de aquel lugar y de aquellos espectros.

Haciendo acopio de sus fuerzas comenzó a caminar apresuradamente eligiendo al azar una dirección. Hacía tiempo que había desistido en tratar de seguir el camino del día anterior, ya que cada vez que despertaba, aquel bosque se mostraba diferente, como si durante su letargo maquinara la forma de confundirle aún más. Llegó a pensar que aquella floresta no era sino un laberinto con vida propia que nunca permitiría su libertad.

Lo más extraño es que había dejado de sentir hambre y sed. Ni siquiera se acordaba de cuándo había sido la última vez que había comido o bebido algo. Cualquier otra persona en su situación ya hubiera muerto, pero él permanecía allí, noche tras noche. También dejó de percibir el frío a pesar de que su ropa estaba hecha jirones y hacía días que caminaba descalzo. Y sin embargo, cada día que despertaba, el agotamiento de su cuerpo y de su mente le hacían padecer más y más. Si tan sólo hubiera encontrado un claro desde el que poder contemplar la luna, si tan sólo hubiera alcanzado esa luz para tratar de orientarse…

El silencio que cubría aquel lugar únicamente era interrumpido por sus pasos y el sonido de las sombras arrastrándose tras él. Nunca escuchó algo más, como si ningún otro ser vivo habitara aquel bosque. Pero aquella noche fue diferente, aquella noche oyó como una voz lejana pronunciaba su nombre. Convencido de que por fin le estaban buscando, quiso gritar, pero al hacerlo, la voz se congeló dentro de su garganta, sin que pudiera advertir de su presencia a aquel que le llamaba.

Intentó dejar a un lado la inquietud que se había despertado en su interior, y tratando de calmarse siguió a aquella voz que aún repetía su nombre, y cuando la sintió más cerca comenzó a correr intentando dejar atrás aquellas sombras, pero éstas eran más ligeras y comenzaron a arañar sus piernas en el intento de atraparlo. Nunca antes le habían tocado, pero a pesar del dolor siguió corriendo.

De pronto contempló el final del bosque y cómo fuera de él la figura de alguien familiar pareciera esperarle. Pero cuando más cerca estaba de salir de allí, cuando sólo le quedaban unos pasos, comenzó a sentir aquel sopor y como las sombras se apaciguaban mientras caía de nuevo en el sueño.

Antes de que cerrara del todo los ojos, sintió la luz del día tratando de romper aquella maldición. Pero era demasiado tarde y el bosque comenzó a desvanecerse. Seguiría prisionero.






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10 comentarios:

  1. Prisionero en aquél infierno al que llegó tras su muerte,sin darse cuenta que permanecería en el averno hasta la eternidad.
    Ana,lo bordas...
    Besazos reina.¡¡¡Hasta pronto!!

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  2. Un Ser de la Noche que todavía no sabe ni quién es ni lo que es...

    Bueno, la verdad es que muchos Seres Humanos se encuentran con el mismo problema: no saben ni dónde están ni quiénes son...

    Besicos a contraluz:P.

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  3. Uf,qué impresionante niña...
    Escribes unos cuentos que hacen temblar...esa incertidumbre...y luego esa prisión...
    Muy bueno.
    Un besazo.

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  4. Las historias que tienen "noche" y "bosque" siempre hacen que yo preste mucha atención. ¿Por qué? No lo sé. Me gustan.
    Un beso.

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  5. Para mi el bosque, verdadero bosque, rememora años lejanos de mi infancia, ni siquiera de mi adolescencia. Soy un enamorado de todo lo que huela a vegetación, donde el silencio del aire siempre queda rasgado por trinos, cantos de pájaros, etc... el mar nunca me ha apasionado, demasiado silencio, demasiada monotonía.

    Siendo sevillano mis remembranzas del campo son otras: dias caniculares con la chicharra dando el coñazo o dias primaverales donde apetecia quedar tendido sobre la fresca hierba a que el sol alentara los ánimos.

    Más en los años que pasé viviendo en Alemania si haciamos excursiones al bosque con mucha frecuencia, a uno cercano a pie a otro mas lejano en bicicleta; yo, como era un crio apenas y no teniamos biciletas para cada uno, me tocaba siempre ir sentado en la barra o con suerte en una que tuviera detras para portar paquetes.

    Al mas cercano soliamos ir muy a menudo simplemente a pasear con amigos de nuestra edad, con mi hermano de apenas año y medio mas crecido, y otros, principalmente italianos, aunque a veces se nos unia algún que otro alemán.

    En nuestra pequeña expedición siempre soliamos urdir aventuras propias de nuestra edad, con las sombras, ruidos que acechaban, etc... Recuerdo que en el bosque mas lejano nos llegamos a construir una cabaña, chamizo, con troncos y ramas que fuimos recolectando durante dias, pero que nunca llegamos a utilizar, pues cuando el trabajo estaba finalizado la tarde se nos echaba encima y habiamos de volver a casa en nustras bicis.

    Lo mas divertido era en invierno. Teniamos un trineo que nos regalaron nuestros padres y soliamos usarlos en los dias nevados. Como eramos gente trabajadora viviamos en el extraradio y el bosque apenas quedaba a quince minutos de casa. Deslizarse por la cuestas de aquellos caminos serpenteantes intentado conducir el trineo con nuestros pies tan solo, esquivando los troncos de los arboles que nos esperaban impertérritos o alguna que otra piedra, peñasco que nos hacía saltar por los aires era todo un trevido reto para aquella edad.

    Si, del bosque tengo recuerdos muy lejanos, entrañables, ninguna cicatriz ni fractura como las que tengo por vivir con tanta constancia en la ciudad.

    Envidiable trabajo reina. Serie que promete.

    ¡BESOTE!

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  6. Entonces, como el que no quiere la cosa, alcé mi mirada y me pregunté donde debieran descansar las estrellas durante el día, si la Luna estuviera velando su descanso como una madre comprensiva, altanera o preocupada para cuando disemina, extiende la noche sus alas y se dispersan en la oscuridad hermética sin ton ni son; entendimiento fraguado en cuentos y leyendas. Seguí acarreando mi trineo. Mis pies aunque secos denotaban el trajín y esfuerzo al que les había sometido, mi cara enrojecida y acalorada por el arrojo, mi respiración colmada de aire gélido, satisfecha aunque no tanto como mis manos enfundadas en aquellos guantes de lana con motivos cursis, propio de niña, pues yo entusiasmaba, me creía valedor, digno de otros más apropiados a mis hazañas valerosas, heroicas. Guantes de piel, negra si pudiera ser, que pudiera conjuntar con un sombrero igualmente negro que diera decencia a mis propósitos loables. El crepúsculo vertía sombras amenazadoras por los caminos del bosque, la barahúnda de sonidos antes incesantes se calmaban, extinguían con velocidad inevitable. Mis manos por segundos se iban impregnando del frio húmedo de mis guantes. Decidí seguir el camino que me llevara al hogar no sin antes prometerme a mí mismo que algún día vestiría de negro: pantalón, camisa, abrigo de piel como los guantes y sombrero que diera a mi persona la ponderada personalidad de mis pensamientos.

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  7. Musicalmente para este relato recomiendo: Pink Floyd:UmmaGumma:Careful with the axe,.. digo yo.

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  8. Tanta oscuridad, bueno el cuento, pero te falta algo mas de luz. No se puede vivir siempre en la oscuridad del alma, te lo digo por experiencia

    Un abrazo

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  9. me dejas sin palabras...eres una ESCRITORA, así
    con letras MAYUSCULAS...INCREÍBLE!!!

    un beso guapísima!!

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  10. el 24 de febrero fue mi cumple!!...
    muy buenos..

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Antes de nada: gracias.