Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

lunes, 19 de enero de 2009

Dedicado a un buscador de sonrisas.
Cuando era pequeña me dijo una vez mi abuelo que nunca me fiara de la gente que al conocerla se muestra la más simpática y cuando ríe enseña los dientes. Él reía muy poco, creo que le costaba hacerlo y creo que por eso no se fiaba de este tipo de gente.
No sé, creo que a veces la vida de las personas, su infancia, sus experiencias definen a veces su sonrisa. Mi abuelo, por ejemplo, tuvo una infancia bastante dura. Con carácter estricto se convirtió en una persona que mostraba poco su carácter y, creo que en definitiva, por eso sonreía poco. Pero, cuando lo hacía, desde luego era especial, y todos nos reíamos más. Quizás, también la sonrisa que cuesta mostrar, es también la más hermosa.

Cuando eras estudiante, no sé si recuerdas que siempre nos decían algunos compañeros, “No te fíes de este profesor que sonríe y llega el primer día a clase pareciendo el más simpático. Es el peor”. Fíjate, entonces no lo pensabas, pero no era el peor porque sonreía, desde luego que no. Aunque, a veces, molestaba que lo hiciera.

Algunas sonrisas en determinados momentos pueden ser crueles. Pero, para qué vamos a hablar de éstas, si alguna vez que otra se nos ha escapado a todo el mundo. Decir lo contrario sería una hipocresía. Y yo odio la hipocresía. Lo que cuenta es sentir un poco de remordimiento por haberlas mostrado aunque en el momento nos salieran sin pensarlo.




Y la sonrisa por pena, cuando no te sale darla, pero tienes que hacerlo. Esa sí duele. A veces lo haces para no hacer sufrir a quién te la pide porque quién lo hace, estoy convencida que no te conoce todavía, si no, no lo haría. Por esa tendrían que pagarnos porque, incluso para los que sonreímos mucho, existen días en los que no te apetece mucho sonreír. Tú ya me entiendes. Y creo que precisamente a nosotros se nos piden más sonrisas que a los demás. Y yo hay veces que también me cuesta, jolines, tengo derecho también a no sonreír (aunque ahora escribiendo esto lo hago).

Para qué vamos a justificar el no sonreír, si a veces se justifica solo. Y qué me dices de los que te ven mal y te dicen “venga sonríe”. Y un carajo voy a sonreír, tengo que repetir que estoy rota por dentro para que me entiendan, por favor, que me dejen también estar triste. Si lo sé, que la gente que te estima no quiere verte mal, pero a veces cuando estás abajo y te apetece llorar hay que hacerlo para luego subir y volver a dar una sonrisa. Que me dejen hacer el trayecto, que sola puedo, sonriendo obligada no voy a subir más rápido.


Llegado a este punto comparto contigo la idea que me gustó cuando te conocí.


Me gusta la sonrisa espontánea la que sale porque sí, porque te sientes bien, porque te hacen sentir bien, porque nadie te la pide, porque de repente ves algo que te emociona y te la provoca, porque alguien sonríe y te hace sonreír a ti, porque tú sonríes y haces sonreír a alguien, ésta última me encanta. Me encanta robar sonrisas a la gente con mi sonrisa. Y es que de verdad la mía me acompaña casi siempre excepto cuando no lo hace. Aunque para robarlas tiene que ser un día normal.


Me gusta la que es sencilla, la que sale con pequeñas cosas que para algunos pasan inadvertidas. Soy muy detallista en ese sentido.
Y que quede claro, no soy exigente cuando me la ofrecen.
No busco la sonrisa perfecta, sólo la sincera, la que te hace llegar a la persona para descubrirla, para saber más de ella, como la sonrisa de los niños. Desde su primera sonrisa y luego todas las demás ¿No son emocionantes? ¿No te hacen sonreír a ti? ¿No te hacen ver cómo son? Yo tengo una sobrina que sonríe todavía mejor que yo. Tiene siete años y una simpatía…. Esa nació sonriendo.

La primera sonrisa que se ofrece a alguien puede darse con timidez porque a lo mejor te de algo de vergüenza. Esa también es interesante porque dada una, las demás, una vez roto el hielo, salen solas. Pero siempre se recordará la primera. ¿No te ha pasado a ti?


Y de recuerdos, que me recuerden sonriendo simplemente, aunque la vida venga dura, aunque los demás no sonrían porque no les dejen o no quieran porque no me creo que alguien no sepa hacerlo, nacemos sabiendo sonreír, pero algunos se olvidan.

Y de permisos, ni hablamos nadie tiene que darme su permiso para hacerlo, que lo hago porque quiero igual que cuando no lo hago. Pero de eso ya hablamos antes. Y no me quiero enrollar, vamos que a mí no me censura nadie mi sonrisa, y al que no le guste….

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Antes de nada: gracias.