

Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...
Recuerdo que una vez acompañé a mi abuelo a una de las tertulias que celebraba junto a otros colegas, todos ellos fanáticos del arte.
Oyéndoles hablar de los grandes pintores, escuché como uno pedía la palabra al grupo para revelarles que por fin había encontrado unos bosquejos que podían acreditar la existencia real del retrato de lady Warton.
Ante el silencio de los demás, aquel hombre con movimientos lentos, haciendo espacio, colocó sobre la mesa con gran delicadeza un portafolio de plástico y en su interior, aquel dibujo firmado.
Tan sólo unos trazos, y todos aquellos hombres, incluido mi abuelo, estuvieron de acuerdo que era una prueba fehaciente, aunque no concluyente que ayudase a identificar el paradero del original.
Aquel dibujo despertó mi curiosidad.
De regreso a casa, le pedí a mi abuelo que me hablara más sobre aquella mujer, y así supe de su historia y de un retrato que desapareció en el transcurso de los años……
"Había caído la noche sin apenas darse cuenta.
Mientras el viejo anticuario comenzaba apagar las luces de la galería y guardaba la recaudación del día en la caja fuerte de su despacho, no pudo evitar sonreír recordando a la pareja de pretendientes que él mismo había atendido hacía un momento apenas.
No pudo negarse la envidia sentida por la juventud que emanaban sus rostros, tampoco la pequeña satisfacción que se reservó a cambio, al mostrarles su obra predilecta, y compartir con ellos su expectación ante aquel cuadro que nunca pondría a la venta aun sabiendo que su negocio ya a duras penas conseguía sobrevivir.
Viendo aquel joven insistiendo en negociar un precio, rememoró aquella subasta en la que por primera vez contempló el retrato de Lady Warton y en cómo pujo por él convencido que a toda costa habría de ser suyo.
Entre los más expertos era sabido que aquella pintura simbolizaba el fin de una época y que estaba marcada por los rumores de un escándalo que hubo circulado de boca en boca en lo más selecto de la sociedad londinense, muchas décadas atrás.
Nunca las intrigas despertadas por una relación como la que había surgido entre aquella dama y aquel prometedor pintor que la había retratado, y del que nunca se volvió a saber, habían conseguido dar un valor tan elevado a un cuadro de una firma no consagrada en el mundo del arte.
Pero sólo podía pensar en la belleza de los ojos de aquella mujer y en como en aquella sala, ante todos, pareciese que, cobrando vida, sólo le mirasen a él.
No dejo de pujar, apostando toda su fortuna con tal de poseer aquella maravilla y al lograrlo obtuvo la satisfacción de poder contemplar aquel hermoso rostro el resto de su vida.
Aquel día se ganó el respeto de sus oponentes, y su fama se extendió al conocerse que nunca se desprendería de ella, tratando de salvar así el honor mancillado.
Antes de abandonar el local, el viejo anticuario, acudió a la pequeña sala donde la pintura reposaba. Quizás había llegado el momento de desprenderse de ella, de darle la oportunidad a que otro caballero sensible velara con respeto aquellas pinceladas tan perfectas, deslizadas tan suavemente, con tanto esmero y delicadeza sobre el rostro de la retratada.
Más, aún quedaba, sin duda, vida en su interior y no podía imaginar el resto de sus días prescindiendo de la estimada compañía de lady Warton, de su dulce mirada tierna y tolerante."
A veces, mi querido amigo Rafa, he desgastado palabras buscando el momento más sublime…
Si la intención de mis últimos trabajos fue desgranar los colores, tú has conseguido unirlos todos, en uno de los mejores trabajos que he leído, enseñándome, de nuevo, como debe ser.
Que no quedé en el olvido “Vernissage”
“Recreo hoy aquellas tinieblas de lunas tintadas de negro, donde mi imaginación, la distancia del tiempo y mis ansias trataban de aferrarse a recuerdos dulces.
Me perdí tantas veces en sombras tratando de buscar la paz en tus ojos, que hoy me emociono al comprobar que, a pesar de mi oscuridad, aún me contemplas como tantas veces soñé.
Esta noche no podré negar mi alma, no podré evitar entregártela mientras siga sintiendo sobre mí tu mirada”
Siempre escribí tocada por sus alas. Aún así, no he renunciado a su esencia aunque haya quien vea sólo vacío. Para mí es infinito…
Negro es mi silencio cuando por fin cae la noche y cierro los ojos. Arropada por su manto consigo dibujar todos mis sueños y lo que siento y anhelo. ¿Soy yo?
Cómo pueden decir que es el final, que es la nada, cuando también es mi voz. Ayer empecé un cuento en el que el cielo se bañaba con elegancia en negros, y mis palabras comenzaron a brillar plasmando colores, pues a través del negro los he visto todos, y no me importa que digan que es sólo ausencia.
A veces me sobrecogió la tristeza, porque en él encerré lágrimas y llantos que no quise compartir. Maldita nostalgia que me hace ser en parte negra y de la que sólo mi luna me salva…
Pero no os confundáis, porque tan mío es, que en él también guardé sonrisas, y mi intimidad…
Bajo mis sábanas negras dejo que aflore mi sexo liberando mi deseo de cualquier yugo. Nunca fui tan hermosa que vestida de negro.
Llamarme oscura si queréis, pero si me acariciáis sentiréis que no soy fría pues mi alma, aunque reposa en sosiego en la oscuridad, late con fuerza y se llena de vida.
¿Veis? No temo perderme en su profundidad y que todo a mi alrededor se desvanezca, porque ya hice mío este color y en él me siento cómoda.
Y sin embargo, honestamente, no negaré la posibilidad de un abismo, de las tinieblas, pero lo veo tan lejano al negro que yo pinto…
Aunque nunca existieron, sigo soñando con que algún día broten rosas negras en mi jardín y bañarme en su aroma.
No, no hablaré de la muerte, hoy no, porque me niego a creer que sea negra.
Pobres cuervos; tampoco pudieron elegir su plumaje ni la belleza del cisne negro Pero ¿Sabéis? Ellos también vuelan acariciando el cielo.