Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

lunes, 2 de noviembre de 2009

EL CUENTO Nº48 DE LA LUNA OSCURA. EL CUENTO DE LA CONDENADA.




Despertó con la luna como cada noche, y su primer pensamiento fue maldecir su propia existencia.

En el olvido de los días y de la luz del sol había sido condenada a un frío que desgarraba cada día lo poco que le quedaba de alma. Porque hubo un tiempo en que tuvo alma y también miedo a perderla, y a la muerte. El tiempo de antes de conocerle y que cambiara todo.

Comenzó a prepararse para salir y no pudo evitar contemplarla a través de la vidriera. Ya era la hora y ahí estaba ella con su belleza blanca para recordárselo.

Mientras examinaba su armario y su mano se deslizaba entre los diferentes vestidos, acarició la tela de uno que, aún con los ojos cerrados, y aún en la oscuridad, hubiera reconocido. Y recordó aquel baile en el que lo portó mostrando por primera vez la desnudez de sus hombros, y casi la suya propia.

En su inocencia, mientras sonaba la música, intentó esconderse entre la gente, y en el refugio de si misma, pudo contemplar a aquel desconocido, que, como ella, parecía querer pasar desapercibido, y sin embargo sus ojos sólo le veían a él, y a esa sobriedad elegante que contrastaba con la simplicidad de las personas que les rodeaban.

Nunca olvidaría aquella música que comenzó a sonar cuando él se dio cuenta de que le observaba, y cómo se acercó a ella y, sin preguntarle, la tomó de la mano y la sacó a bailar. El silencio comenzó a envolverles y la sala se desvaneció a su alrededor cuando él, sin dejar de mirarla a los ojos, le preguntó sin palabras si no tenía miedo.

Y al tratar de responder que no le temía, seducida por esos labios que parecían haber nacido para besar, se vio de nuevo así misma contemplándole, como si nada hubiera pasado. Y aquella música comenzó de nuevo.

Sólo una mirada de él, acompañada por un gesto similar al de una sonrisa, le condujo a pensar que ese baile no lo había soñado, y sin embargo parecía no haberse movido del lugar donde él la había tomado de la mano.

Aquella noche, en su dormitorio, contempló la luna tratando en vano de encontrar un sueño que le acercara a él.

El tiempo pasó pero su recuerdo latía dentro de ella. Tanto que inventó multitud de nombres para él.

Una noche de regreso a su casa se sintió observada. Era la misma sensación de aquel momento en que él se fijo en ella. Cerró los ojos con todas sus fuerzas por miedo a perderle, y al abrirlos, frente a ella, él pronunció su verdadero nombre.

Quiso decirle tantas cosas, pero fue él el que le habló de su vida y de su muerte haciendo que, de nuevo, todo se desvaneciera a su alrededor.

Y ella le escuchó como nunca antes lo había hecho, estremeciéndose ante el frío que exhalaban cada una de las palabras de aquel hombre sin alma. Y al mismo tiempo deseando ser parte de él.

Había terminado de vestirse y se dispuso a salir. Hacía frío pero cada vez le dolía menos.

Caminó por el jardín cercano a su casa y al llegar a su banco se sentó esperándole, como cada noche.

Siempre fue un silencio. Incluso cuando, casi llegado el amanecer, él tuvo que irse y ella se aferró a él entregándole su propia alma en un beso de despedida. Y él se alimentó de ella hasta desvanecerse en una bruma blanca regalada quizás por los últimos rayos de luz de aquella luna maldita.

Desde entonces cada día acudía aquel jardín donde le vio por última vez. Muerta en vida por un amor que vivía cada segundo de sus noches. Pero aquella sería la última y mataría el último fragmento de su alma, aquel que le permitía derramar lágrimas bajo su luz.

En sus últimos minutos vio aparecer esa bruma y como tras ella, el sol amenazaba aparecer.

Cerró los ojos esperándole, mientras su mente repetía una y otra vez su nombre, sabiendo que nadie regalaría su alma a la luna por ella.





14 comentarios:

  1. I-M-P-R-E-S-I-O-N-A-N-T-E!!!...Impresionante historia con trasfondo vampírico compi!!!! Me encanta como lo has contado sin contar...

    Besazos Alito de mis entretelas...JAJAJAJJAJAJAJAJAJAJAJJAJA

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  2. Un cuento atrapante y con deseos de cerrar esa última noche, cuántas noches de la misma forma!!!

    Un beso mi niña y buen inicio de semana


    Noe

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  3. Mi niña...otra delicia de tu mente para mis sentidos..todo placer visitar tu casa.

    Cálido abrazo

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  4. Muuuy lindo cuento.Me impresiono un poco por tanta emocion y sentimiento.
    excelente!!

    besitos.

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  5. Que triste estar en vida, por aquel recuerdo.
    Pero brillante este cuento que hoy nos regalas.
    Un besazo mi querida amiga que sabes que se te quiere.
    Con cariño
    mari

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  6. Entregar el alma a la luna, es uno de mis deseos...deberias públicar tus cuentos, son maravillosos.
    Saludos.

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  7. Ana, tus cuentos son locura de tus sentidos, que enloquecen los míos, al leer tus bellas historias.

    abrazo

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  8. \\\///
    (O_O)

    La luna siempre es inspiradora de grandes cuentos, como los tuyos.
    Un abrazo grande y muy bonita semana para vos.

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  9. Otra obra de arte no hay palabras
    un beso

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  10. ¿Que triste no? Vivir siempre del recuerdo y esperando lo que nunca llega.

    Hay que reconocer que tienes una imaginación extraordinaria.

    Feliz semana, pasatelo divinamente.

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  11. Ufff, como esta la luna hoy, llena, brillante, esplendorosa. Un besazo.

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  12. TAL VEZ ME REPITO AL COMENTARTE, PERO ES QUE CADA DÌA ME GUSTAN MAS TUS RELATOS...

    felicitaciones

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  13. Ana: Al leerte empecé a sentir la dulzura del vampirizado, según me lo han contado ellos.
    El paisaje idilico de la luna que siempre me habías presentado ha quedado obscurecido por el amor que ahora nos cuentas.
    A pesar de todo me encanta el partido que le sabes sacar a la luna. Ya te lo he dicho otras veces.

    Un beso

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  14. Quien no se ha sentido luna alguna vez?

    Bello cuento.

    Besos

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Antes de nada: gracias.