Y soñó pensamientos anaranjados…
Allí estaban, donde siempre habían estado, entre el amarillo
y el rojo, entre la nostalgia de otoños caducos y la vida golpeando su sangre.
No dejaba de pensar, ni siquiera ante su espejo, ni siquiera
ante su mirada.
Y mientras se envolvía en corrientes que la arrastraban a
abismos llenos de recuerdos sintió como perdía instantes.
Una mariposa…
¿Qué importaba la palabra que llevaba grabada en sus alas?
Y descubrió en sus propios ojos que contemplar su vuelo podía
serlo todo. Un instante para sentir infinito.
Sentir…
Quizás si hubiera encontrado un océano del color de sus alas…
Seguía siendo difícil no pensar.
Entonces, en su sueño, el atardecer se cubrió de tonos
anaranjados despidiéndose del día…
Y en esa despedida sintió el rojo en su interior,
golpeándola, hiriéndola de vida…
El amarillo solo era un recuerdo y el naranja se fue mostrando
cada vez más intenso hasta que, sintiendo su color, dejó de importarle.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Antes de nada: gracias.