El naranja siempre fue un sueño incierto, un espejismo que al tiempo de despertar
quedaba sometido al juicio de la cordura.
Muchas veces hubiera deseado no abrir mis ojos, pues mi mirada inquieta se perdía traviesa en
busca de la quimera; y al no alcanzarla,
se rendía bañada en lágrimas de realidad.
Por un tiempo pensé no soñar, pero el sueño es siempre tan
libre…
Sí, el naranja siempre fue un sueño confuso, una ráfaga de
locura, un viento lleno de sabores por el que a veces no sabes decidirte.
Abrí mi armario y aunque lo sabía, no encontré ninguna prenda
de ese color…
Estaba despierta y con un sabor amargo en mi boca, empecé a entender porque temía tanto soñar con ese color.
Estaba despierta y con un sabor amargo en mi boca, empecé a entender porque temía tanto soñar con ese color.
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