LA VERDADERA HISTORIA DE ANA Y EL CIBERCAFÉ, Y UNA HISTORIA DE AMOR JA JA JA JA JA.

Ya os lo adelanté cuando volví de vacaciones.

Lo confieso, me llamo Ana, y en vacaciones no pude evitar sentir un mono terrible de falta de internet, y sí, acudí a un cibercafé. Ja ja ja ja.

Mucha playita, mucho mar, mucha sobrinilla, pero ni por esas, no pude evitar echar de menos conectarme. Y de verdad que luche contra ello porque quería desconectar de todo, pero fue imposible.

Como que me acostaba y veía mi ordenador y oía hasta las teclas, bufffff, y claro, me costaba dormirme. ES QUE LO ECHABA DE MENOS JOOOOOOOO.

Después de dos días así, lo decidí, y descubrí un ciber cerca del apartamento. Lo planifique muy bien, sería antes de cenar con la excusa de escaquearme para no ayudar a preparar la cena.

Si es que me daba hasta vergüenza decirles a mis padres dónde iba, y cuando me pregunto mi madre, simplemente le dije, voy a comprar tabaco. Ya lo se, podía haberme ingeniado otra excusa mejor, pero a ver que hubierais dicho vosotros.

Lo peor fue cuando tarde casi una hora y mi madre me estaba esperando pensando que a lo mejor me había bajado a Madrid a comprarlo, ja ja ja ja ja ja.

Bueno, continuo, cuando por fin me vi ante la puerta sentí una extraña excitación. Joder la sensación de estar haciendo peyas había vuelto otra vez. Y aunque mi cabeza no dejaba de repetirme "ana que tú puedes hacer lo que te de la gana, que ya eres mayorcita", como que no pude evitarlo.

Y es que existe mucha leyenda urbana acerca de los ciber. Pero ¿sabéis una cosa? Todo es verdad, ja ja ja ja ja ja.

Cuando por fin atravesé la puerta, mis ojos no daban abasto. Joder aquello parecía la biblioteca de la universidad. No solo por la cantidad de críos que había, sino por esa especie de pupitres con sus separadores de madera.

Bufffff si es que no sabía ni que hacer. Aquello todo lleno de cuasi-adolescentes y yo allí con mi conjuntito playero con bolso incluido. Vamos, que parecía una marujona de mucho cuidado (no dejo de repetirme que no tenía que haberme llevado el bolso, ja ja ja ja ja).

Por fin me di cuenta de lo que tenía que hacer, en vez de quedarme cual pasmarote en la puerta, y me dirigí a una chica que parecía ser la que lo controlaba todo. ¿Y que se me ocurrió decirla? "Hola buenas, quiero conectarme". Buffffffff ¿os habéis dado cuenta como suena?. Se me vio a la legua que era novata en esto.

La chica, muy maja por cierto, me sonrió y me informo de las tarifas que no me parecieron muy caras todo hay que decirlo, y me dijo que estaban libres el siete y el doce, que eligiera el que me diera la gana. Y como la numerología no es lo mío elegí el siete (no dejo de repetirme que tenía que haber elegido el doce).

Y allí me vi sin saber donde poner el bolso, aunque luego descubrí un ganchito muy mono. A mi derecha el niño que no paraba de absorberse los mocos, y que no se que coño estaba mirando porque no dejaba de moverse (quiero pensar que escuchaba música), y a mi izquierda una niña que no dejaba de aporrear el teclado, y de decir "vamos, vamos, vamos", y es que la conexión, la verdad iba un poco lenta.

Vamos que entre el niño y la niña me tenían acojonada, y encima no podía fumar. Bufffffff.

Nunca me he sentido tan torpe tecleando, pero de verdad que es que no atinaba. Por fin conseguí abrir el correo y mandar un par de mensajes en plan "mira que envidia que os doy que estoy en la playa poniéndome morenita..." Aunque la continuación tenía que haber sido, "y mirar que bien me lo estoy pasando que me he tenido que venir cual fugitiva a un ciber para engancharme en el espacio internautico" ja ja ja ja ja.

Y entonces, se va la niña-lo aporreo todo, y viene un hombre con gafas. La verdad es que no puedo describirlo muy bien, entre el cubículo de madera y que miraba de reojo no vi más detalles, pero si me percate que era más adulto. Y me dije, bueno pues no está mal, un adulto.

Un adulto-romeo de la vida, super enamorado, que enseguida debió conectar la cam y se puso hablar con su novia. A ella no la oía por el tema de los cascos, pero a él, bufffff Dios mío si casi me pongo a llorar con él, entre el "cariño te echo de menos", "qué guapa estás" y el "te deseo, te deseo, te deseo... y no dejo de soñar con el día que volvamos a estar juntos"

¿Y YO? ¿YO? YO ME QUERÍA MORIR. Joder, yo y la mitad de los que estábamos allí, sin cascos. Coño que le estábamos oyendo todo, que eso de la intimidad perdió todo su sentido ese día. Que por mucho que intentan aislarte en esos sitios, yo, por lo menos no lo conseguí, y mira que me metí en el blog y todo para leeros y esas cosas, pero que nooooooo que tanto amor me pudo, y que casi me pongo a llorar y todo.

Al final no pude más y me fui. Es que como no tenía suficiente con sentirme como una fugitiva, empecé a sentirme como si fuera el vecino que expía con el telescopio.

CONCLUSIÓN: Yo creo que me tendré que esperar a volver a un ciber cuando sea tipo restaurante con sus reservados, que no me veo dando esos espectáculos. ¿O sí? O quién sabe a lo mejor vuelvo cuando lleguen de nuevo las vacaciones y me vuelva a entrar el mono.

Pero si vuelvo elijo el doce, que seguro que lo de la numerología influye en esto.