El día que él pronunció esta frase
supe que no me había equivocado y que llevaba meses saliendo con un hombre-pez.
¿Que qué es un hombre pez? Pues he
llegado a la conclusión que es un hombre que se cree muy independiente,
autosuficiente y muchas otras palabras acabadas en “mente” y que por supuesto, sabe nadar a la perfección en el agua porque
ya lleva mucho tiempo haciéndolo. Hasta baila en ella y mientras lo hace, emite
destellos hipnotizadores.
A todo el mundo les gusta
contemplarlos porque son una especie que si bien no está en peligro de
extinción, lo cierto es que a pesar de ser muy escurridizos, es imposible que
te resulten indiferentes. Es que bailan muy bien y al final hasta consiguen
convencerte de que no hay un baile mejor.Y claro, acabas bailando con ellos e
incluso crees que parte de ese baile lo has inspirado tú.
GRAN ERROR… Porque un hombre-pez siempre
nada y baila por él mismo. Aspecto que se puede comprobar cuando se termina la
música y te hace sentir que no hay nada más fuera del baile. Sí, permanecen
allí, los contemplas a tu lado, pero ya no brillan ni tú te sientes tan
especial; es más, muchos de sus silencios
te hacen pensar que a lo mejor necesitan otro público. Entonces se escurren.
Pero lo más determinante, lo que hará
que no te queden dudas acerca de que estás con un hombre pez es si intentas
sacarle de su medio. Entonces se vuelven torpes, les falta el aire; el oxigeno,
claro está, no les llega bien al cerebro y pueden pronunciar frases tan
gilipollas como la que es objeto de este relato; frases que no se cómo decirlo
pero… ESTÁN DE MÁS.
Recuerdo cuando pronunció aquellas
palabras. De verdad que traté de ponerle ritmo e incluso procuré buscar un
compás golpeando el suelo con mis zapatos de tacón desgastados de tanto bailar
con él. Y claro, aunque me costó un poco aceptarlo, lo supe rápidamente, mi
hombre pez se estaba asfixiando él solo. Porque yo no era de las que necesitaba
frases bonitas para vivir, ni tampoco de nadie para respirar. Pero, sí sabía
que mi vida no podía ser solo bailar a su ritmo.
Sí, la conclusión es que se estaba asfixiando
y pretendía culpabilizarme a mí porque quizás entre nosotros las cosas ya no
eran como en aquellos primeros bailes y necesitaba repetirme aquella frase para
darme la patada antes de que se la metiera yo.
Por un momento hasta casi me lo creí,
pero recordé que durante todo el tiempo que habíamos compartido, yo me había portado muy bien con él, incluso
trataba de protegerle porque un hombre-pez aunque no lo parezca es frágil
(llevar la carga de tantas palabras terminadas en “mente” es duro). El mío lo
era, o eso me parecía a mí, pero era
también un capullo escurridizo que sólo quería bailar…
Capullo y todo, al final, sentí lástima
por él porque a lo mejor sin quererlo le había hecho creer que le estaba
arrastrando fuera de su medio. Así que no lo dudé ni un momento; yo sabía que
no me necesitaba para vivir y para despedirme de él y hacerle entender que le
comprendía perfectamente, le regalé un océano inmenso con un público al que su
baile tampoco dejaría indiferente…
Sin duda, tenía razón… No nos
necesitábamos para vivir.
Ana sin duda uno de los mejores escritos y como siempre me place pasar y perderme en la realidad de tantas letras... creo q todas alguna vez hemos salido con un hombre-pez sin duda... lo mejor es dejarles en su océano.
ResponderEliminarBesos! ♡ (princesa-Azul) *Que el Google me ha puesto mi nombre real*
¡y luego vienen las quejas! MACHISMO. Anda, anda ... ¿Que te apetece reina de los cielos? ¡Que te tiren del pelo antes de preguntar? Polvoreas tierra donde las flores marchitan. Anclas estorban donde se pronuncia el deseo.¡ Culpable por ser hombre, por buscar tu cercanía! Vale, reina. Me compro tres latas de cervezas y un KEBAB y dejaré de pensar en tu mirada, pelo, figura... indiferencia.
ResponderEliminarSiempre queda un BESOTE para la reina, para la PRINGÁ que me subyuga. Siempre quise ser libre, pero, siempre existe una mujer en mi vida. COSITA GUAPA.