Hoy os contaré un cuento muy real.
Hace años hubo dos niñas que eran las mejores amigas.
Tan amigas, que juraron que su amistad duraría toda la vida y más allá de ella. Lo compartían todo y aunque no se veían nada más que los fines de semana y en vacaciones, se escribían cartas en las que se contaban sus secretos.
Esas niñas fueron creciendo y siendo jovencitas una de ellas conoció al amor de su vida. Y la otra, se alegró, porque por eso eran amigas y aunque entendía que la situación había cambiado y había momentos en los que la echaba de menos, aprovechaba el tiempo que pasaba con ella al máximo.
Pero cada vez ese tiempo era más pequeño y cuando estaban los tres juntos la amiga sentía que al novio no le caía bien, sobre todo cuando recordaban momentos que habían vivido juntas y con los que tanto habían disfrutado.
Poco a poco fueron cambiando las cosas y cada vez se veían menos.
Un día, fue a verla a su casa y al ver que no estaba su novio con ella la invito a que salieran a tomar algo. Pero la amiga le dijo que no, que si se enteraba su novio se enfadaría.
La amiga no lo entendía y trataba de hacerla ver que ella tenía que vivir por ella y no por él. Pero hasta su familia en esto apoyaba al novio. ¿Qué queréis que os diga? Una familia un tanto a la antigua.
No se cuántos fines de semana la amiga fue a buscarla, estando su novio o no, para salir a dar un paseo, o para hablar simplemente, pero la respuesta siempre era no.
Hasta que un día le preguntó a su amiga por qué no le caía bien a su novio porque estaba claro que esa era la razón, y ella le respondió que él no podía soportar pensar que habían pasado momentos felices en los que él no estuviera, que sentía miedo de que pudiera cambiarla y que por ello le había hecho prácticamente prometer que si quería seguir con él no podría verla, si no estaba él presente.
Cuántos días lloró la amiga al sentir que esa amistad tan bonita se moría.
Pasaron algunos años y aunque, cuando se veían siempre, se saludaban, la confianza que tanto las había unido había desaparecido. Sólo quedaba el cariño de un recuerdo de infancia.
Pero una tarde se encontraron las dos. El novio no estaba y disfrutaron de unas horas recordando buenos momentos. Hasta que surgió el tema del por qué todo había cambiado entre ellas y llegaron las confesiones.
En un momento, la amiga, con miedo, le confeso que su novio era muy celoso, y, aún no entiendo el por qué, llorando la relató como hacía un tiempo le había pegado una paliza porque le había visto hablando con un amigo de toda la vida.
Pensé de todo al ver a mi amiga, ahí delante de mi, sintiendo cómo necesitaba contárselo a alguien, y me ofrecí a ayudarla a ir a su casa, hablar con sus padres, incluso denunciarle... Pero al tiempo de enfrentarla a su miedo, ella sintió aún más y me quiso hacer jurar no decírselo a nadie porque ella lo quería y no podía dejarle. Además él le había prometido no volver a pegarla, y llevaba tiempo que no lo había vuelto a hacer.
Dios mío, según contaba ella, le había tirado al suelo y le había dado patadas en la espalda y en la tripa. Y al levantarla la dijo que sólo ella tenía la culpa. ¿Eso era amor?
Aquella noche no dormí, y no podía parar de llorar. Recuerdo que al despertar se lo conté a mis padres para ver si me podían ayudar porque no podía consentir lo que le estaba pasando a mi querida amiga, y mis padres me dijeron que si ella no quería dejarle no podrían hacer nada, pues tampoco habían sido testigos de nada.
Después de hablar con ellos, decidí ir a su casa a hablar de nuevo con ella, dispuesta a si era necesario decírselo a sus padres, pero al llegar ella lo negó, diciéndome que tampoco era para tanto y que quizás lo había exagerado.
Recuerdo que su madre escuchó la conversación y me echó muy educadamente de su casa, diciéndome que había mujeres que a lo mejor podían permitirse el lujo de perder el tiempo en estudiar una carrera, pero que su hija era ya una mujer que pronto se casaría y que no tendría tiempo para jugar con chicas que no pensaban como ella.
Yo, tenía diecinueve años y ella dieciocho.
Antes de irme la dije "Siempre estaré para lo que necesites", pero después de ese día ni siquiera volvimos a compartir recuerdos.
Se casó con él, y todavía está casada. No me invitó a la boda.
A veces pienso en ella y quiero creer que les va todo bien y que aquello no volvió a repetirse, aunque en mi mente sí se ha quedado grabado. ¿Tenía que haber hecho algo más? ¿Qué podía haber hecho?. Quizás si su entorno hubiera sido otro todo hubiera sido diferente.
Cuando nos vemos, nos damos dos besos, pero nada nunca volvió a ser igual. Creo que siempre se ha arrepentido de habermelo contado.
SIENTO HABER ROTO MI PROMESA DE NO CONTARLO.
ANTE EL (LA) MALTRATADOR (MALTRATADORA), TOLERANCIA CERO
Amiga... hay q luchar para derrotar cada instante de estos...
ResponderEliminarun beso muy grande!!
TQM!!!! :D
Es alarmante la cantidad de casos que existen en todo el mundo, donde la violencia impera o infunde miedo, a tal grado (como en este caso) de dejar a un lado una bonita amistad que sólo quiso lo mejor para ella, Ojalá le haya ido bien...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo amiga!!
Triste realidad Ana, pero muchas mujeres aún hoy piensan de esa manera. El maltrato aumento de la mano de las diferentes adicciones es terrible. Ayer una mujer mato a su hijo de 12 años por no conseguir el dinero para drogas en Buenos Aires, Yo conté en blog de una compañera de trabajo asesinada por su esposo, los dos tenían estudios terciarios, o sea que un problema que trasciende las esferas sociales.
ResponderEliminarSaludos.
Me dejas con el vello de punta...Ojalá erradiquemos esta lacra.
ResponderEliminarMuchos besitos preciosa.
Ana,yo tambien conozco un caso cercano y es muy dificil poder ayudar si ellas no quieren,a veces me da miedo cruzarme por la calle con el individuo en cuestion las reacciones son muy peligrosas,como bien dices tolerancia cero,un saludo.
ResponderEliminarMe uno a tu entrada, para que no haya ni una sola mujer en el mundo que sufra maltrato alguno amiga!!!
ResponderEliminarBesitosssssssssssssssssssssss.
Querida Ana, esta vez no es un cuento, sino un relato de algo muy real... y estas cosas tan reales, son mucho más tristes que la tristeza que a menudo envuelve tus cuentos...
ResponderEliminarYo puedo ver sin inmutarme demasiado las películas de Saw, pero ponme una que trate sobre una historia real realizada por personas reales (por ejemplo las de nazis), y me pongo enferma, odiando tanto la humanidad que llego a odiarme a mí misma por formar parte de ella...
Yo también me uno a tu causa. Cuando realmente hay amor, lo único que deseas es la felicidad de la persona amada, lo último sería hacerle daño...
Un abrazo fortísimo.
hoy no paro de llorar y llorar en cada entrada que leo sobre el maltrato ,siento un rabia una impotencia y un dolor que me ahogo cuanto lo siento pero estoy convencida que tu amiga algun dia volvera a ti seguro, muchos besos
ResponderEliminarMuy triste historia pero como esa muchas y es una pena muy grande NO A LA VIOLENCIA DE GENERO
ResponderEliminarun beso
Y que podías hacer ante eso, si nisiquiera su familia te apoyaba?
ResponderEliminarIr a denunciar? y que pruebas tenías?
Casi siempre las mujeres maltratadas callan, porque saben que les caerá otra paliza y otra y otra.
Mal hecho, pero en su mente, solo hay miedo, y amor, aunque parezca mentira, pero así es.
Un cuento muy real en el que a veces muchos nos vemos sin quererlo siendo interpretes, ya sea de protagonístas, segundo actor o simplemente figurantes que lo saben todo y esos si que ni mueven un dedo.
Un beso amiga.
Una historia real...
ResponderEliminarAunque me pesa decirte esto, nada se puede hacer, ellas lo ven pero no quieren abandonar, hay muchas Violetas Santander por el mundo, cegadas a los ojos de los demás pero no a los suyos propios, lo saben, saben lo que han de hacer, pero les puede más el sindrome del maltrato y las justificaciones que se dan asi mismas, con eso de que el otro va a cambiar que no hay manera.
Yo siento rabia a diario por que me toca de lleno este tema, me la llevaria ella, pero la perderia para siempre...ya puedes imaginarte de quien estoy hablando, así que me trago la mala leche, pero sé que un día con la mala ostia que tengo la tendré que con él y le escupire a la cara la clase de inmundo ser que es, eso sino me vuelvo loca de repente y termino con él, aún a riesgo de perderla a ella para siempre.
He hablado demasiado, lo siento
Cuanto dolor detrás de estas injusticias, ¿Que hemos hecho mal para encontrarnos con estas dolorosas escenas que tenemos a diario en nuestras ciudades? Debemos poner remedios urgentemente antes de que sea demasiado tarde.
ResponderEliminarGracias por tu aportación querida.
Cálido abrazo.
Después de leer esta espeluznante historia creo que en casos como estos hay más de un culpable.
ResponderEliminarEl principal, el agresor. Tolerancia cero.
Ella tiene mucha culpa, la dignidad por encima de todo. No se puede "maquillar" la realidad jamás.
La familia de ella ... sin comentarios, me cabrea.
Tal vez ella lea la historia y recapacite.
Abrazos.
Una triste historia que por desgracia se repite mas veces de las que mucho de nosotros pensamos. Yo no comprendo como el 'amor', algunos les llaman encoñarse, de una mujer a su maltratador es tan vinculante que prefiera el sufrimiento y la vejación antes que cortar esa relación y recuperar la dignidad que todos debemos llevar por delante.
ResponderEliminarMe ha gustado el relato, yo sobre este tema, doy gracias no tengo historias reales de primera mano, si sobre los abusos a menores que el otro dia se trataba... pero no quiero contar, me toca demasiado cerca y duele. El abuso en cualquiera de sus manifestaciones es doloroso y deja heridas que tardan en curar si es que alguna vez terminan de hacerlo.
Un BESOTE guapa.
Tremenda historia. Lo terrible es que hay muchas. La gente no puede enterderlo por mucho que quiera si no pasa por ello. No es amor. La víctima sin darse cuenta llega a un estado mental de total nulidad y dependencia. No es que no pueda vivir sin esa persona, es que le han hecho creer que el amor pasional es así y que no eres una persona si no casi un objeto...
ResponderEliminarA veces se escucha la frase "YO no lo consentiría"... Lo malo es que cuando te das cuenta no eres capaz de consentir o no...simplemente estas metido hasta el cuello...
Besitoooooooooooooooos compi
Tolerancia 0 asi es y denunciar siempre
ResponderEliminarbesos
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarhay hay hay , esas cosas son muy serias y horribles.
ResponderEliminarAca en Argentina la violencia es cosa cotidiana, esta en todos lados, en las calles, en las casas, en las escuelas... y cada ves es peor.... hay periodistas que describen la situacion como "casi una guerra civil".
Es por esto que desde aqui las personas con cerebro luchamos para que podamos vivir en paz y sin violencia!!!!
TOLERANCIA CERO!!
que sigas bien corazon!
besotes
Pues lo único que demostró es ser una desagradecida y una mala amiga tuya y de sí misma. Una lástima...
ResponderEliminarLlego tarde, querida Ana, pero me adhiero totalmente a la campaña.
ResponderEliminarUn abrazo y besos...!
Esta estupenda entrada la leì en CAFE LITRARIO...mis felicitaciones por la solidaridad...
ResponderEliminarabrazos
Todos tenemos a alguien por quien luchar... no sólo un día con palabras, sino 365 con acciones...
ResponderEliminarMuchos bss
Preciosas tus entradas anteriores como siempre, perdona el retraso.