En una noche una musa sintió que no podía ser más inspiración, y que su soplo de magia se agotaba porque su artista había dejado de creer en ella.
Mientras se dirigía a su arroyo, recordaba con nostalgia su nacimiento y como su primer respirar le condujo hasta él, quién sin saberlo la había invocado.
Al tenerle de frente sintió tanta ternura en su interior que rápidamente supo cuál era su destino. Lograr que su sueño de sentirse escritor se cumpliera.
Así que cada noche abandonaba aquel arroyo y oculta en los rayos de la luna le visitaba hasta que llegaba el amanecer.
En la primera le acarició y de su mano brotaron hermosas frases. En la segunda, se acurruco a los pies de su cama, velando su sueño, y al despertar escribió un cuento. Y en la tercera le amó y él comenzó su poesía, y ya no pudo dejar de amarle, pues sus palabras eran demasiado bellas.
Muchas veces quiso creer que él sabía que estaba a su lado, que vivía por él, pero como buena musa no podía mostrarse, tan sólo podía amarle en un silencio y en su soplo lleno de amor.
Alimentándose de su poesía fue feliz, sin saber que precisamente la felicidad propia le estaba negada a las musas.
Aún así le siguió amando, hasta que con el tiempo aquel joven escritor fue cogiendo confianza en si mismo y comenzó a inspirarse sin necesidad de aquel soplo que a veces sentía. Unas veces lo hacía contemplando la luna, otras escuchando el rumor de aquel arroyo cercano, y otras tantas soñando con el amor que no llegaba.
Y sin saberlo fue matando la magia de la musa, hasta que esa noche quedo agotada en un intento, en una despedida, pero él no dejaba de escribir.
De camino a ese arroyo quiso aceptar su destino, y antes de sumergirse en sus aguas, se separo de esa luz que cada noche la había acompañado, con una honda tristeza.
Y la luna al sentir el dolor de aquella pequeña musa la beso en la frente deseándola un sueño hermoso, porque la luna sabía que volvería a despertar. De hecho ya había sido testigo de su nacimiento muchas noches, aunque ella no lo recordaba.
Pues no sólo el amor le era negado a las musas, también la memoria, para evitar su sufrimiento.
Aquella musa, dormida en la tristeza de un imposible, volvería a nacer para amar e inspirar, pero sus recuerdos, sus recuerdos quedarían ocultos en los rayos de la luna.
Ana...Precioso..Me ha encantado sobre todo ese final:"Aquella musa, dormida en la tristeza de un imposible, volvería a nacer para amar e inspirar, pero sus recuerdos, sus recuerdos quedarían ocultos en los rayos de la luna."
ResponderEliminarMuchos besitos.
P.D. Yo te digo como Manolo...Pon tu nombre en mayúsculas ?¿Vale?
Enhorabuena Ana por esta maravillosa historia que nos acercas..es un placer visitar tu espacio.
ResponderEliminarCálido abrazo
precioso.. =) sigue asi ^^
ResponderEliminarLlevaba días sin poder comentar porque no me dejaba. A ver si esta es la buena.
ResponderEliminarEste es un relato cargado de una profunda tristeza, bello por la manera que tienes de contarlo.
Un beso.
Muy bueno esa crónica de la faringistis con el postmopolitan
Quien no desea ser la musa de un escritor, un pintor, porque indica que esta persona siempre la tiene en su mente, creando bellas piezas con un solo destino su bellisma musa.
ResponderEliminarAhisss que estoy romantica, por lo que leo tu mal paso y creastes una verdadera joya de relato....
Un besazo mi niñaaaa sabes que se te aprecia
Con cariño
Mari
cuántos recuerdos me has traído mi niña...
ResponderEliminarque las musas no te abandonen nunca eh!!
(A ver si sale el comentario, que estoy frita de tanto intentarlo ya...jajajajaja)
Besosssss mil!!!
Que manera tan bella de describir esa tristeza que recorre cada verso de este texto.
ResponderEliminarEs claro y enigmático al mismo tiempo, me gustó.
Dejo besos para vos.
\\\///
ResponderEliminar(^_^)
Espero que nunca te abandonen las musas. Muy bueno el relato¡¡¡¡¡¡¡¡
Tengo un premio para ti en mi blog, si te atreves y
lo buscas, jaja
Besos afilados¡¡¡¡
¿que te puedo decir que no te haya dicho?, EXCELENTE, siempre me encantan...
ResponderEliminarabrazos
oye eres muy buena escribiendo yo intento hacer algo asi pero ando corto de inspiracion quizas me puedas ayudar
ResponderEliminarOjala se nos fuese negada la memoria para evitar el sufrimiento cuando se acaba el amor,cuando ya no serás nunca más la Musa de Nadie...
ResponderEliminarRecuerdos ocultos, tristeza q nos abraza y ganas de q nunca esta nuestra luna se nos valla...
ResponderEliminarun beso!!
Hola cielo no se que decir tus cuentos me encantan son una maravilla y este este divino
ResponderEliminarun beso
Llega el relato, lo veo como una enorme metáfora sobre la soberbia y la consiguiente pérdida de los más valioso. ¿Hay algo más valioso para el escritor que su musa?
ResponderEliminarAbrazos.
Ana, si bien es triste el relato es a su vez compacto y tiene impacto.
ResponderEliminarme gustó.
beso y gracias.
Ana, como siempre tus historias son un lujo.
ResponderEliminarPobre musa, siempre con el amor negado.
Lo bueno es que mas tarde no recuerda, para no sufrir.
Te mando un abrazo
Ay, qué bonito, pero qué triste... no sé, me ha dado un poco de penita... menos mal que luego vuelve a renacer sin esos recuerdos tan tristes...
ResponderEliminarEs que me meto mucho en tus historias... me las creo, y me encantan
ese "escritor " no se merecía una musa tan...tan aunque suene a tambor.
ResponderEliminarElla pensaba que moria al no ser necesaria. yop digo que el que comenzó a morir es el ingrato, soberbio y estúpido "escritor" que fue capaz de dejar en la cuneta a quien debe todo. Besito de cafe con leche a esta hora