No sé quién se inventó la frase de
que la mujer es un hermoso defecto de la naturaleza, pero tengo muy claro que
fue un hombre que como casi todos cuando quieren iniciar una discusión, primero
te halagan y luego te… ¿Te sacan de tus casillas?
Porque si algo es cierto es que el
hombre y la mujer discuten. Será porque como dijo Noel Clarasó, el hombre solo
puede hacer dos cosas duraderas con nosotras: o discutir o casarse. Por eso
creo que ahora se celebran menos bodas, porque la discusión siempre es algo
irresistible pero no siempre acaba bien.
Para mí, la discusión es como un
debate en el que se intercambian puntos de vista contradictorios; una especie
de combate en el que cada uno intentará ganar imponiendo su razonamiento. Sí,
cabe la posibilidad de perder pero eso es lo que lo hace aún más interesante.
Dicen que las mujeres somos fuente de
más discusiones y yo no voy a ser quién diga que no (es que hoy no me apetece
discutir) pero si es cierto que creo que tanto hombres como mujeres llevamos
muy mal perderlas, porque a veces dejan de ser simples debates y se convierten
en luchas a vida o muerte en la que cada uno empleará el arma que más duela a
su contrincante. En esas ocasiones se utilizaran frases tipo como “Si es que
todas las mujeres sois iguales” o “Si es que todos los hombres sois iguales”… y
por supuesto se recurrirá al pasado trayendo recuerdos que siempre decimos que
hemos perdonado pero que no hemos olvidado, los famosos “trapos sucios”. Ese
debería ser el momento de que uno de los dos se retirase y se fuese a dar una
vuelta, pero claro pocos lo hacen, no entendiendo que a veces una retirada a
tiempo no supone ninguna derrota.
A veces pienso que cuando discuten
dos personas sean hombres o mujeres con hombres o mujeres, deberían hacerlo
delante de un juez imparcial que los moderase. Haciéndolo así, se evitarían
muchos malos momentos pero, claro, ponte
a buscar a alguien imparcial en estos días en los que la justicia y la equidad
están tan cuestionadas.
Y aunque algunas duelen, seguimos
discutiendo… y hasta por la cosa más tonta, por malos entendidos, por celos (de
los celos podemos hablar otro día), por otras personas, por tu perro, hasta por
lo que pusiste ayer en el facebook…
“Erase una vez un hombre y una mujer
que nunca discutían…”
Pues vaya rollo de cuento, Ana,
porque a ti sí que te gusta discutir y si te encontrases en tu vida, a unas
personas así seguramente te aburrirías con ellas. Sí, la verdad es que te
encanta que la gente tenga opiniones diferentes a la tuya. Aunque hay que
reconocerlo, no eres de las violentas, excepto en tus cuentos, en los que a
veces prefieres cargarte al hombre que enfrentarle a la mujer porque sabes que
a lo mejor el hombre no era tan malo, ni la mujer tan buena y prefieres que
otros cuestionen tu final y lo cambien si quieren.
“Erase una vez una mujer que pensó en
escribir sobre mujeres y… “