Anoche descubrí que mi almohada es capaz de capturar los pensamientos
y ahora me pregunto si tendría el valor de violar mi silencio.
Hundida en mi lecho, decidí vencer
los recuerdos y sin ser yo la que
pensara, cayeron lentamente mis párpados mientras mi boca, con dolor, aún
evocaba el gusto de tu piel…
Desperté en mitad del frío de tu
ausencia en un paseo iluminado con la nostalgia de mil farolas antiguas. La luna estaba ausente y yo me sentí culpable.
Acompañada por el sonido de mis pasos
y el de las sombras oscuras que caminaban a mi lado, supe dónde acabaría esta
vez mi sueño.
Supliqué un réquiem por mi alma, por
mi sexo, pero las ánimas son mudas y
solo observan delirios.
No existe el perdón para los instantes
sublimes, no existe compasión para quién murió traicionándose en un beso.
Y allí en mi cementerio supe que
podría despertar despojándome del deseo, enterrándolo y olvidándome en él.
No sería yo…
Lo sé…
De nuevo desperté y arrojando mi
almohada con furia lejos, amenacé a la noche culpándola
de este anhelo eterno, de este dolor que vive en mí hasta hacer estallar una y otra vez mis
sueños.
No sería yo…
Lo sé…
un dolor que perdura en los sueños...
ResponderEliminarunas letras que calan hondo!!
Un beso!! (todo pasa, todo llega)