La pureza camina de puntillas en mis
sueños.
Sigilosa, aún lava su manto salpicado en espera de que
se agote la tregua impuesta por la misma vida.
¿Sabes? Nunca me avergonzó mi
inocencia. Esa es la verdad. Nunca traté de ocultarla y en mis sueños, en mis
sueños, escucho sus pasos. Camina de
puntillas.
La siento vestida de blanco. Sí, ella siempre viste de blanco aunque a veces
trata de pasar desapercibida y como una virgen aparece y desaparece mostrando
su rostro inmaculado pero con la mirada llena de vergüenza.
Y cuando despierto… La oigo lavar su túnica
una y otra vez.
“Quizás fue el sueño más hermoso, el primero,
el último, pero sé que en él logré tocarla.
Alcanzar la verdad en un tiempo en el
que la oscuridad se hizo dueña de mí, fue como escribir lunas infinitas sintiendo la caricia de cada uno de sus resplandores.
Porque sí… porque no existiría la
oscuridad sin la luz.
Hoy, mi luna anuncia que estallará
cuando por fin despierte. Y mientras, agoto palabras y sueño porque… ¿Sabes?
Nunca dejaré de soñar y ni siquiera la muerte logrará mi desvelo”
Y cuando despierto… La oigo lavar su túnica
una y otra vez.
Quiero agradecer y agradezco agradecidamente, gracias.
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