He contemplado dormida serpientes cuyos ojos, color carmesí,
contenían el veneno para aniquilar cada una de mis palabras.
He visto pájaros de fuego cuyas alas ardían tratando de
incendiar mis noches, de robar mi paz.
Como una guerrera, luché tanto por defender la pureza, por
proteger la inocencia de quién en sus sueños, sin saberlo, anhelaba un amor
sincero que envuelta en cuentos, supe que ni yo misma podría lastimarme.
Pero cuánto dolieron los miedos…
El amor sincero se viste de blanco.
He contemplado dormida crepúsculos que se teñían de rojo en
espera de tormentas que no llegaban.
He visto amaneceres en los que los que mi luna resistiéndose
al olvido, en su letanía, hacía suya mi sangre susurrando todos mis recuerdos.
En mis sueños, en mis cuentos, convertí mis días en hermosas noches que aún
guardaban el calor de todos los soles. Sí, como una luchadora, caminé entre palabras derramando la pasión que
albergo en mi pecho, repitiendo una y otra vez mi nombre.
Pero cuánto dolió respirar la vida y cuanto sufrí algunos momentos…
Sí, el amor sincero se
viste de blanco… Pero a veces, la pasión,
lo hiere de muerte y hay que ser valiente para vivirlo, despierta, dormida, apostando
por latidos que mortifican la calma, por lagrimas que estallan en tempestades
que lo desgarran todo.
Y de nuevo, los latidos…
Y por siempre, mis lunas…
GRACIAS POR VERME COMO UNA GUERRERA… MI QUERIDO
CALAVERADIABLO…
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