La tierra tiene memoria, siempre la tuvo…
Hace tiempo comencé un viaje, decidí caminar por tierras extrañas sin miedo a lo desconocido, con valentía.
Hubo noches en las que el cielo fue mi techo, noches en las que me perdí en bosques solitarios con la única compañía de aquellas sombras alargadas que parecían perseguirme para arrebatarme mis sueños. Pero aún así no me acobardé y cada día caminé más y más.
Un día, cansada, llegué a un lugar. Me resultó familiar, como si siempre hubiera estado allí. Incluso encontré una casa que se parecía tanto a la mía que decidí tomarme un tiempo y descansar allí.
Por las mañanas me levantaba, abría las ventanas y dejaba que el aire fresco acariciara mis mejillas, como entonces. Pero el sol no era el mismo.
Por las tardes, paseaba con mi libreta a cuestas buscando un lugar para escribir nuevos relatos. Pero qué curioso que en mis intentos siempre acababa escribiendo el mismo cuento.
Solo por las noches, contemplando a la luna, era capaz de distinguir que, aunque lo pretendiera, aquel no era mi lugar.
Hace tiempo comencé un viaje. Necesitaba huir de todo incluso de mí misma porque ya no sabía quién era. Y cuando casi me encuentro, detuve mis pasos y permití el engaño de creer que podría ser como entonces.
Renunciando a la cobardía que, de nuevo se había apoderado de mí, decidí que ningún recuerdo puede volverse a vivir y una vez más, fui más yo que nunca.
Cerré las ventanas, compré una nueva libreta y una noche me negué a contemplar la luna. Acordé conmigo misma que era el momento de continuar y quizás algún día, cuando terminara mi viaje, volvería allí a recuperar la memoria de un tiempo pasado.
aveces si corres no te da tiempo a cambiar;y vuelves al mismo lugar,para cambiar es necesario volver a ser uno mismo.muy bonito
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