Si fuera el viento, el mío sería la voz de tu mundo.
En tus noches, me envolvería con una suave brisa y susurraría, sobre la desnudez de tus labios, el misterio que tanto añoraste, arrullando tu piel con un suspiro.
En tus tardes bañadas de sol, agitaría alegre tu cabello, enredando tu sonrisa en el jazmín, cantándote el sentido del por qué formas partes de mi vida, entonando para ti mi alma.
Aunque me doliese, en tus mañanas grises me convertiría en un soplo frío y feroz para que rescataras de tu olvido, el por qué siempre odiaste ese viento, y lo compartieras conmigo.
Y en tus sueños, en tus sueños, mataría tus lágrimas para convertirte en gota de lluvia. Te envolvería con mi aliento para amarte y en tu caída te regalaría, por fin, mi silencio con un beso, inspirándote tal vez un cuento hermoso en el que el viento, enamorado, acompañó a la lluvia para mecerla entre sus brazos.
Si fuera el viento, el mío sería la voz de tu mundo.
Que hermoso corazon que paz leyendo tus palabras me encanto
ResponderEliminarun beso cielo
Volvíamos de Coímbra, certero sería decir que salíamos. Era tarde, no era noche, el Sol descendía ante nuestra vista y, recuerdo, que ambos llevábamos nuestras lentes oscuras, protectoras, resguardándonos del futuro que nos venía de cara. En un preciso momento del trayecto las riveras del rio Tajo hizo presencia, fue una visión discontinua, entrecortada, como anunciando su cercanía, como un soplo de vida a tanto paisaje de verde tornasolado por el otoño. Era el momento preciso. En más de dos horas de enfado el silencio en el auto habíase convertido incomodo, denso, incluso agria la existencia. El sacó un pitillo, posiblemente del bolsillo único de su blusa blanca, lo adaptó a sus labios con cierta chulería. Yo permanezco cayada. El balancea su juguete de vicio con maestría en su boca.
ResponderEliminar—Cariño… ¿vas a fumar?
Abro a la par el cenicero del auto que está limpio, impoluto, y pulso el mechero automático que dicen no has de esperar más que breves segundos para su ignición. Se lo acerco, el conduce, me coge la mano, me estremezco. Fuma y conduce a ratos con una sola mano mientras exhala su hombría por la ventanilla izquierda a medio abrir. Efímeras huellas del Sol permanecen en las nubes otoñales. Se adentra la noche, reservada, mientras flanqueamos la rivera del rio buscando el puente que nos permita conducir nuestro auto a tierras del norte, a tierras donde nuestro silencio tenga una bendición, si acaso cabe.
BESOTE
Si acaso llegas al Sur, a las calles y rincones donde mis abrazos no fueron promesas, donde mis labios quedaron endulzados, donde mi rabia se esperanzó en vano, si acaso, si llegas, dale recuerdos a la Negri, de ojos y cabello endemoniado, también a su hermana, por si llegas.
ResponderEliminarSi acaso llegas al Sur debieras evitar las calles sin ley. Un tantear tu cartera no es un golpe de pecho, Cristiana.
Cuidate reina.
BESOTE
Quie hermoso Ana!sobre todo el final cuando dices el mío seria la voz de tu mundo genial! gracias lo he pasado hermoso aqui!
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