Un instante antes de irse a dormir, como cada noche…
Mientras abría la ventana, contemplando a la luna, sintió un viento fresco y no pudo resistirse a la tentación de tratar de buscar en él un aroma.
Sí, se podría decir que en parte era un rastreador de fragancias que a muchos parecían pasarle desapercibidas. Incluso sus mejores recuerdos no podían ser otros que aquellos que iban acompañados de olores intensos a veces.
Y de la misma manera, así relacionaba a las personas. Podía no recordar a veces el nombre de alguien, pero no su olor, ese siempre quedaba impreso en su memoria.
La noche anterior había llovido y en esa brisa era fácil distinguir aún la humedad de las gotas de una lluvia que se resistía a quedar otra vez en el olvido. Sí, era fácil apreciarla, tanto como aquella esencia que la había impregnado, aquel perfume derramado por la madera mojada…
Una evocación…
"Él era carpintero y ella olía a cedro…
Estaba terminando de labrar una silla en el viejo taller de su padre y, a través de la ventana, contempló cómo abril regalaba de nuevo melancólicamente una llovizna a una primavera que nacía tímidamente, y como a ella parecía no importarle, permitiendo que aquel agua mojara su pelo.
No sé si fue la extraña curiosidad que reflejaba su rostro, o que parecía una niña con aquel vestido que mostraba debajo de las rodillas sus piernas desnudas, pero él sintió que no podía apartar la mirada de ella, mientras sus manos continuaban con el trabajo.
Pudo ver cómo cerca del almacén, descubrió el viejo columpio prendido a un viejo y gran árbol.
Meciéndose de niño en él supo que podía contemplar todo, dejando el mundo bajo sus pies, pero ella simplemente se sentó en él, sin columpiarse, permitiendo que aquella lluvia la acariciara aún más.
Parecía tan frágil allí sentada, pero la lluvia poco a poco se fue apagando, como aquella tarde, y temiendo porque el frío desvaneciera aquel momento, cogió su vieja chaqueta de lana y se dirigió hacia ella para arroparla.
Al acercarse, ella le sonrió y un viento suave le trajo su olor…"
Mientras cerraba aquella ventana y se dirigía a su dormitorio acarició aquella silla que siempre conservaría.
Lleno de dulces recuerdos aquel perfume impregnó su sueño.
Ella olía a cedro…
Que hermoso como siempre
ResponderEliminareste lleno de tenura y aromas preciso
un beso cielo
uffff, ese aroma a cedro, a madera pura, a serrín y barniz entre sentimientos que viajan con el viento me ha traído tan buenos recuerdos... gracias por deleitarnos de esta manera y gracias por hacerme recordar lo bonito del aroma del amor!!
ResponderEliminarUn besazooooo
Me pasa algo, puede que sea común, que me hes muy agradable, y es que cuando me llega un aroma familiar siempre lo relaciono con buenos recuerdos.
ResponderEliminarComo siempre me ha gustado mucho tu relato...
En este segundo comentario que te dejo hoy, despues de haberte dejado en el anterior casi tan solo un saludo, seré má crítico.
ResponderEliminarContigo ya no vale tener inspiración tan solo. Has demostrado de sobra capacidad de urdir buena prosa y hoy no lo demuestras. Un relato-cuento que hubiera sido, sin duda una joya, lo desperdicias por la necesidad tuya, innecesaria, de publicar con periocidad constante. Reiteras en muchas faltas sintacticas, no ortyográficas, las cuales yo perdono.
Primordialmente, en frases, pasajes, que dan pié a juegos poéticos, literario, usas modelos muy simples. Hay una constante en tu escritura (Vease estas dos últimnas entregas) en la que abusas del pronombre él o élla. Muchas, la mayoría de las veces, se sobreentiende por el tiempo del verbo, etc... has de procurar no caer en la cacofonía, buscar la medida, el adorno con la exactitud de un tallador de marfil.
Un carpintero no labra, en todo caso labora la madera, la cepilla, ensambla, etc...
A grosso modo te doy un 5,5 esta vez, raspaillo. Eso que te considero mi amiga. Pero, me consta que tu tienes madera de la buena y a mi no me valen las prisas, si la labor envidiable, esa de la que tu eres capaz.
Blablabla...
Cuidate tesorillo.
BESOTE
Recuerdo cuando al salir de casa mis sueños aun nublaban mis espectativas. La mañana timida, mis pies titubeantes. El candor, primavera, olor a tu nombre, a verdad escondida entre las sombras. El dolor justificado con serpentinas multicolores. Silencio buscando un rescoldo de paz entre ramas polvorientas. Parece que el dia vuelve a no ser mágico. Mi nombre... ¿mi nombre?... Olvido. Desde la puerta de mi casa hasta el infierno son tres escalones. Quizas un impulso o empuje. Costumbre. Vuela nuevamente el pájaro negro. Mimosas desprenden hojas caducas. De un hilo, de un pelo queda suspendido...
ResponderEliminarBESOTE (bis)--------------------------
El rayado último lo ha tecleao mi gatito de apenas un mes,una semana en casa... Por la noche duerme sobre los libros, el sabrá porqué, y durante el dia en el carrito de las verduras, con una patata (PAPA) como almohada. ¡Será animal!
FINE YOUNG CANNIBALS--
Muy interesante, me gusto mucho lo que leí...
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